Capitulo 51.

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El viento se colaba por la ventana azotando con fuerza el rostro de la fémina. Y haciendo de sus cabellos una maraña de mechones danzando en el aire, ella sabía que eso provocaría nudos horribles en su cabello, pero mas poco no le pudo importar, todos esos aspectos físicos a los que antes le daba tanta importancia ahora no le importaban en lo absoluto.

En realidad, ya nada le importaba, ni siquiera ella misma.

En la radio sonaba una canción de Led Zeppelin, Astrid se dejó llevar por las notas que iban en ascenso y descenso gradualmente, cerró los ojos relajándose y aspiro con fuerza el aire y se sintió aliviada de saber que ese sería el último día que respiraría el aire de Australia, al anochecer estaría respirando el aire de Boston, en completa soledad.

Pasaron unos minutos y justo cuando la canción estaba terminando el auto se detuvo, Astrid abrió los ojos, mirando con lo más cercano a lo que era la alegría la entrada del aeropuerto.

Ella fue la primera en bajar del auto, Rose bajo enseguida quedándose unos pasos tras de Astrid, Mark por su parte bajo las maletas de Astrid, para Astrid era reconfortante estar por abandonar el país, en cambio para Rose y Mark era una pesadilla el dejarla ir, no les molestaba el cambio de país, ellos estaban dispuestos a seguirlos a donde ella quisiera ir, pero Astrid no los quería con ella, era aterradora la idea de dejarla ir, y más en el estado tan desequilibrado en el que se encontraba, pero la amenaza de Astrid era clara, y prefirieron al menos saber dónde estaba, pues sabían que si se negaban Astrid se iría y no sabrían nada por ello.

Entraron al aeropuerto en completo silencio, cada uno perdido en sus pensamientos, fue cerca de una hora pasando por toda la seguridad del aeropuerto.

Rose deseaba que el tiempo se detuviera para no tener que despedirse nunca de Astrid, pero el tiempo hacia lo contrario a sus deseos, pasaba con gran rapidez, hasta que de pronto se encontraba de pie frente a su adorada hija, que estaba por abordar en un avión que la llevaría a otro país. La abrazo con fuerza, aferrándose a ella con todas sus fuerzas, pero sabía que eso no la retendría, no importaba lo fuerte que se aferrara ella se iría de igual forma, grabo en su memoria cada uno de los rasgos de Astrid, de ese rostro que lucía demacrado y cansado, pero que ella esperaba poder ver toda su vida, claro que añoraba verla llena de vida como lo fue antes de la llegada de Angelo a sus vidas.

La abrazo nuevamente, queriendo guardar ese recuerdo en una caja de cristal, se acercó aún más a Astrid, en una distancia donde solo ella podría escuchar.

—El estar roto no significa que será por siempre, en algún momento recuperaras todas tus piezas. —dijo en tono dulce, Rose.

Los ojos de Astrid se llenaron de lágrimas, pero no derramo ninguna, Astrid sabía que sus piezas jamás volverían a estar juntas, pues estas se convirtieron en polvo, en algo que jamás volverá a estar unido, por más que se intente.

Rose la libero del abrazo y pronto Mark ocupo su lugar, atrajo el cuerpo de Astrid hacia él, abrazándola con delicadeza, la cabeza de Astrid estaba hundida en su pecho debido a la diferencia de alturas, Mark acaricio los cabellos rubios de la fémina y en voz suave hablo.

—No importa lo que hagas, tú siempre serás mi hija y yo siempre te amare, nunca olvides que aun tienes un hogar en nosotros. —deposito un beso en su cabeza y se alejó, temiendo que si pasaba más tiempo le sería imposible dejarla marcharse.

Una lagrima escapo y rodo por la mejilla de Astrid, se sintió egoísta de no permitir que sus padres la acompañaran, pero necesitaba dejar todo lo que le recordara a Angelo atrás, y eso incluía a sus padres.

Con voz temblorosa hablo. —Estaré bien, les prometo que tratare de mantenerme a flote, no volveré a cometer el mismo error, se los prometo.

Astrid no les dio tiempo de responder, tomo sus maletas y camino hacia la puerta que la dirigiría al avión, en ningún momento volteo a ver atrás, de haberlo hecho habría podido ver las expresiones angustiadas y preocupadas de sus padres, así como una cabellera que se mantenía alejada entre la multitud, pero que no dejaba de verla en ningún momento, con añoranza.

Abismo [borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora