Capitulo 50.

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Iba sentada en una silla de ruedas, Mark era quien empujaba su silla, Rose a su lado trataba de mantener algún contacto con la fémina, pero esta se negaba, no había emitido palabra alguna, lo único que salían de su boca eran los sollozos y gritos en medio de la noche, llevaba casi una semana sin hablar y se negaba a ingerir comida, la mantenían con sueros.

A pesar de que en ese momento estaba siendo dada de alta, ella no lucia sana, ni mucho menos recompuesta, al contrario, estaba demacrada, su piel estaba de un color tan pálida que incluso daba una apariencia enferma, enormes ojeras se extendían debajo de sus hinchados ojos, la hinchazón de estos no disminuía porque Astrid desde el momento en que recordó todo no había parado de llorar.

La noche que Astrid descubrió todo fue un derrumbe para ella, Astrid solo recordó haber deseado morir y era un deseo que aún seguía presente, pero los presentes dieron una declaración muy distinta, la encontraron tirada en el baño gritando como si algo la estuviera atacando, también notaron como Astrid trataba con desesperación de reabrir la herida de su abdomen, Astrid parecía una desquiciada y no tuvieron más remedio que sedarla.

Desde ese momento se había convertido en la sombra de lo que en algún momento fue.

Anne aún no se acercaba, y estaba segura de que si se acercaba en ese momento Astrid la rechazaría, la realidad era que Astrid rechazaba a cualquier persona que se acercara, incluidos sus padres.

Salieron del hospital con Mark escuchando las indicaciones del doctor y Astrid sumida en su espiral de dolor.

Una vez dentro del coche todo se sumió en silencio, era abrumador e incómodo, Rose deseaba escuchar la voz de Astrid al menos por unos instantes, pero Astrid no había vuelto a pronunciar palabra desde el momento en que recordó todo.

Mark carraspeo un poco a la vez que encendía el auto.

—Astrid, cariño, alquilamos una casa provisional para no regresar a ese lugar, quizás te sientas incomoda un poco, pero te prometo que será provisional, nos mudaremos a Boston lo antes posible.

Era algo claro que Astrid no podía regresar a esa casa donde sucedieron sus pesadillas, ya ni siquiera estar en la ciudad parecía lo correcto, alejarse de todo e iniciar de cero, eso era lo adecuado.

Ninguno de los dos esperaba que Astrid hablara, ni mucho menos que dijera lo que dijo.

—Quiero regresar a casa, a mi habitación, no quiero ir a un lugar diferente. —su voz se escuchaba ronca por tantos días sin hablar y por el llanto que la invadía cada noche.

Rose y Mark compartieron una mirada preocupados, era aliviador escuchar la voz de Astrid después de tantos días, pero lo que estaba pidiendo era algo absurdo, no podían regresar a esa casa, los recuerdos solo la atormentarían más, y el estado mental de Astrid no era el mejor.

—Cariño, no creo que ir a esa casa sea lo mejor para ti. —dijo con voz suave, Rose

—No me interesa si es bueno o malo para mí, yo quiero ir ahí, si me llevan a otro lugar pueden estar seguros de que me escapare. —advirtió.

Rose y Mark sabían muy bien que Astrid hablaba enserio, contra su voluntad Mark dio vuelta en dirección a la que había sido su hogar durante tantos años.

Astrid veía todo el paisaje como pasaba ante sus ojos, como un borrón rápido, reconoció los lugares y recordó vivencias que sucedieron en esos lugares, desde ella estando en compañía de sus padres, Stella, David, y por ultimo Angelo.

Después de un rato de c0onducir en total silencio apareció el auto frente a la cochea, Astrid sintió escalofríos y miedo de entrar a ese lugar, sabía perfectamente que los recuerdos la acecharían, pero Astrid se negaba a irse, seguir viviendo en ese lugar era su forma de torturarse.

Abismo [borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora