Capitulo 13.

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El sábado llego con rapidez, a si mismo llegaron los nervios de Astrid tanto por la presentación de dos de las personas más importantes en su vida sino también por decirle a Angelo, Astrid había estado evitando decirle sobre la invitación, pero llegado el día no se podía ignorar más el tema.

Cuando el reloj marcó las doce del mediodía emprendió marcha hasta la casa de Angelo, era de gran ayuda el que ambos vivieran tan cerca.

No le tomo ni cinco minutos estar frente a la reja de herrería que daba mayor privacidad a la familia, debido a que llevaban varios años siendo amigos íntimos de la pareja Astrid ya conocía la clave para pasar de la reja.

A medida que caminaba hasta la puerta de la casa su ansiedad cobraba más fuerzas, era inevitable a pesar de ya ser novia de Angelo, por lo tanto al tocar el timbre de la puerta color caoba sus dedos estaban temblorosos.

Al tocar el timbre por segunda vez abrió la puerta la mujer regordeta que servía a la familia desde hacía bastante tiempo, esta le dio una sonrisa de cordialidad.

—Buenas tardes señorita ¿busca a alguien?.– su voz era aguda y áspera.

—Estoy buscando a Angelo.– Astrid era tan tímida que inclusive le intimidaba la señora del servicio.

No dijo una palabra, solamente avanzó dentro de la casa dejando la puerta a sus espaldas abierta en un gesto que Astrid atribuyó a una invitación a entrar, por lo tanto la siguió tímidamente en silencio hasta que llegaron a una sala de estar muy elegante.

—Le informaré al joven Angelo de su llegada, puede sentarse si así lo desea.– y una vez más desapareció por los pasillos.

A Astrid le parecía que esa mujer tenía una conducta extraña, se comportaba muy cortante al igual que su actitud era tosca, Astrid decidió pasarla por alto debido a que no era su deber él juzgar a las personas.

Estudio con la vista toda la habitación y concluyó en que la señora Roberta tenía un gusto exquisito para la decoración, las paredes estaban pintadas de color azul rey que inclusive daba la impresión de estar aterciopelado, había un bello sillón color crema capitaneado y enfrente del sillón había una mesa de centro en cristal con decoraciones doradas y del otro lado de la mesa habían dos sillas que lucían bastante costosas, igual que el sillón estas estaban en color crema, había un enorme candelabro al estilo del siglo XVI y como pieza final habían un enorme retrato familiar, el Angelo que aparecía ahí lucía mucho más joven– quizás fue del año en que él partió al internado–.

Unos fuertes brazos la envolvieron por detrás a lo que está dio un respingo por la sorpresa y volteó a verlo con una sonrisa que fue arrebatada con un pequeño beso en los labios, no era un beso con algún deseo oculto, a decir verdad era un beso casto.

—Aún no logró acostumbrarme a tus saludos.

Angelo la miraba con una sonrisa plasmado en su rostro.— Debes de acostumbrarte porque no pienso dejarte en un largo tiempo.

Astrid sonrió ante esto último, uno de sus mayores miedos era la idea de que él se cansara de ella y la botara por otra persona.

—Quieres comer o hacer algo?.– su expresión mostraba justamente lo que sentía: alegría, le alegraba el ver a Astrid en su casa, con solo verla un segundo él era feliz.

—Estoy bien, solo quería invitarte a una reunión con mis amigos, entiendo si estás ocupado, Stella ha estado insistiendo en conocerte y no estará tranquila hasta conocerte.– Astrid no lo miraba, su mirada estaba clavada en el suelo de madera cubierto con una alfombra persa.

Abismo [borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora