Capitulo 11.

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Astrid al ver y escuchar la voz de Angelo se apartó de inmediato de David quien miraba con confusión a Angelo.

—No, claro que no.– Astrid se sentía nerviosa, sabia que Angelo podría malinterpretar esa acción.— Angelo él es David, mi mejor amigo. David él es Angelo, mi vecino.

David miraba con confusión a Angelo, mientras que este lo miraba como a un rival, cualquier persona que estuviera cerca de ella para él sería un rival. Si había algo que Angelo detestaba era el perder y él no estaba dispuesto a perder a su ideal de chica.

—Un gusto conocerte David, Astrid me a hablado sobre ti.– Angelo le extendió la mano a lo que David reaccionó dándole un fuerte apretón de manos.

—Es curioso porque Astrid jamás te ha mencionado.– David miraba a Angelo con desconfianza.

El desagrado era recíproco, solo que por motivos diferentes.

Astrid al escuchar las palabras salir de la boca de su amigo intervino al instante para dar una explicación a Angelo.

—No lo mencioné porque hacía más de un mes que no hablábamos.

Muy a su pesar Angelo forzó una sonrisa tensa para que ninguno de los presentes notara cuán ansioso se encontraba este por abalanzarse sobre David para golpearlo hasta sentir la sangre de este sobre sus manos, la sola idea de sentir la sangre entre sus manos lo excito de una manera descomunal.

Angelo estaba enfermo, muy enfermo. A la edad de seis años se le diagnosticó trastorno bipolar, a los doce se descubrió que también tenía problemas para controlar su ira pero el diagnóstico más importante fue a sus quince, Angelo es un sociopata, su padre lo descubrió tratando de engañar a una niña para llevarla a su sótano, al bajar su padre encontró alineados de forma perfecta tres cuchillos de diferentes tamaños, al igual que una trituradora con la cual pensaba deshacerse del cuerpo, debido a esto se le mando al internado en Londres.

En pocas palabras Angelo era un peligro para la sociedad, pero para desgracia de Astrid, Angelo solo estaba interesado en ejercer total control sobre ella. Enamorar a una estúpida niña no resultaba mayor esfuerzo.

—Fue un placer conocerte David pero venía a invitar a salir a Astrid.

—¿En este momento?. –Astrid se encontraba incrédula, no le había dado el tiempo suficiente para arreglarse.

—Si, ven haremos un pícnic.

—Dame quince minutos.– Astrid comenzó a correr camino a las escaleras cuando recordó la presencia de David en la sala.— David me alegro verte, te llamaré más tarde. Adiós.– Astrid retomo su camino a las escaleras las cuales subió de dos en dos para mayor velocidad.

David miraba confundido el como básicamente su amiga desde la infancia lo había corrido de su casa.

La actitud que Astrid adoptó al ver llegar a Angelo lo asustó, para nadie era un secreto que Astrid solía ser muy complaciente con quienes la rodeaban pero con Angelo era como si ella se transformara en toda una sumisa.

—¿Ustedes están saliendo?.– David no podía entender el como Astrid quien nunca había tenido algún novio en menos de un mes estaba saliendo con alguien que bien podría ser un completo desconocido.

—Si, nos reencontramos hace unas semanas y hemos estado saliendo desde ese momento.– Angelo se divertía mirando las expresiones en el rostro de David, el como su ceño se fruncía, sus labios se apretaban y su piel tomaba un color distinto, era algo claro que a David le molestaba el que Astrid estuviera saliendo con él.

—¿Reencuentro?.– era clara la molestia en el rostro de David, Astrid había sido como su hermanita toda la vida, eso era lo que se decía a diario, pero la verdad es que muy en lo recóndito de su ser él no la veía como una hermana, sino como una hermosa chica que le encantaría invitar a salir pero sus miedos e indecisiones lo habían hecho retroceder, creer que jamás tendría un noviazgo con ella.

Abismo [borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora