Capitulo 32.

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Astrid caminaba por los pasillos del instituto con la mirada gacha, evitando mirar a las demás personas.

No la trataban mal, en realidad nadie de la escuela la molestaba o intimidaba.

A decir verdad, la mayoría de las personas solo la conocían porque era novia de Angelo y solían referirse a ella como "la novia de Angelo", tal parecía que no tenía nombre.

Stella la miraba en ciertos momentos, y le dolía lo que veía.

Astrid se había convertido en una sombra.

No tenía amigos, no hablaba con nadie a menos que fuera necesario, con la única persona que hablaba era con Angelo.

Mirándola sentada comiendo al lado de Angelo se dio cuenta que Astrid tomaba una actitud tan sumisa, casi llegando a lo asustada en presencia de Angelo.

Quiso acercarse tantas veces, al menos para conversar, pero siempre se dijo que ella estaba bien.

Hasta que se dio cuenta que no era así.

Stella estaba frente al tocador retocándose el maquillaje, cuando escucho un sollozo proveniente de uno de los cubículos.

Quería acercarse y preguntarle a quien fuera que estuviera ahí si se encontraba bien, pero no lo hizo, se quedó en su lugar ignorando los sollozos.

Ya había terminado de arreglar su maquillaje y lo estaba guardando cuando la puerta del cubículo se abrió.

Una rubia pálida salió, con la vista puesta en el suelo llego al espejo.

Stella sabia quién era, pero permanecía guardando su maquillaje, ignorándola. Hasta que Astrid elevo la cara y le fue inevitable a Stella no verla por medio del espejo.

Quiso llorar cuando la vio.

Las lágrimas que la rubia había derramado arruino su maquillaje dejando al descubierto un moretón sobre su pómulo.

Stella quería ayudarla, hablar con ella sobre esa toxica relación que mantenía—era obvio quien era el causante del moretón. —, pero no lo hizo.

Desvió la mirada y tomo sus cosas para marcharse del baño. Ignorando lo que le pasaba a Astrid.

A pesar de que su consciencia le gritaba que hablara con los padres de Astrid, Stella hizo caso omiso a aquel pensamiento, mientras trataba de ignorar lo que vio.

Prefirió callar e ignorar el sufrimiento ajeno.

Ese fue el error de Stella, uno que la atormentaría durante tanto tiempo.

...


Astrid permanecía sentada al lado de Angelo mientras escuchaba despotricar al imbécil de uno de los compañeros de equipo de Angelo sobre cómo se había cogido a una chica en la última fiesta. Astrid se limitaba a rodar los ojos, conteniéndose de darle un puñetazo a aquel imbécil.

Astrid odiaba estar ahí, junto a ese puñado de idiotas y mujeres hipócritas.

Cuando se veía rodeada a si misma de tanta falsedad— que era muy a menudo. — extrañaba tanto a sus amigos, ellos eran incondicionales, amistades verdaderas que había dejado ir.

Aun recordaba con un nudo en la garganta el encuentro que hace unos días tuvo con Stella, no quería que ella la viera en esa posición, tan débil, llorosa y con vestigios de golpes. Astrid sabía que Stella noto el golpe, en ese momento creyó que al menos le preguntaría si estaba bien, pero eso no sucedió, ella solo recibió indiferencia, y aunque se dijera a si misma que no importaba, muy en el fondo sabía que le dolía.

Abismo [borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora