Capitulo 9.

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Era la una de la mañana, Astrid caminaba de manera ansiosa por su habitación, sus largas uñas que tanto se había esmerado en cuidar ahora estaban cortas debido a que Astrid en un ataque de nervios comenzó a comerse las uñas.

Desde que Angelo había salido de su habitación esa mañana ya no había vuelto a tener más contacto con él, las llamadas se iban directo al buzón, no contestaba sus mensajes he incluso había ido en la tarde a casa de los Jones para tratar de hablar con él, sin embargo la chica del servicio le informó que Angelo no había regresado a su casa desde la mañana.

En ese momento se sintió desesperada, ya no sabía dónde buscar, no conocía a ningún amigo de Angelo y ella temía que algo malo le hubiese pasado.

Al ya ser la primera hora de un nuevo día y sin tener noticias de Angelo Astrid sintió demasiada preocupación por él y recordando algo que él le había dicho el día que se conocieron tomó una linterna y salió a la terraza.

Era una noche agradable, no hacía calor pero tampoco hacía frío, al salir a la terraza un fuerte viento azoto a Astrid haciendo que su cabello se moviera al ritmo del viento caprichoso. Esta sin importarle prendió la linterna y alzando su brazo comenzó a moverla, no llevaba un ritmo en específico simplemente la movía sin prestar atención a sus movimientos, solo quería que Angelo la viera, sus incesantes movimientos se vieron detenidos abruptamente debido a que la linterna había perdido su batería, Astrid al darse cuenta de esto comenzó a maldecir a la vez que en medio de la oscuridad apenas socorrida por la tenue luz lunar que le ofrecía la luna que se admiraba en todo el esplendor de su cuarto creciente.

Astrid a tientas logro encontrar la escalerilla que la conduciría abajo, estando aquí trato de ser lo más cuidadosa posible ya que sabía que en un mal movimiento podría caer y lastimarse gravemente.

Logro llegar a su habitación sana y salva, está al ver la imponente sombra en medio de su habitación sintió pavor, un grito trato de salir de su ser pero se vio truncado debido a que una mano fría se posó sobre su boca callando lo que habría sido un grito de terror que habría despertado a sus padres.

—Shh, no grites. Vi tus señales y decidí venir.– la voz de Angelo reacciono como un calmante en la pobre Astrid que se sentía al borde la inconsciencia.

De manera cuidadosa Angelo apartó su mano de los labios de Astrid.

Astrid se abalanzó sobre Angelo en un abrazo que bien podría ser asfixiante. Sus delgados y pálidos brazos rodearon la espalda de Angelo en un gesto de alivio.

—¿Donde estabas?, estuve muy preocupada, creí que algo malo Te había pasado y tú no me contestaste las llamadas o mensajes.

Angelo se pasó una mano por su cabello, despeinándose en un gesto que Astrid no logró descifrar.

—Estuve ocupado, tenía cosas que hacer Astrid.– el tono que utilizo era más bien cortante.

—Yo... lamento haberte molestado.– Astrid comenzó a rascar su brazo, ella hacía eso siempre que se sentía intimidada.

Angelo resopló al darse cuenta de que Astrid se sentía intimidada y forzando una sonrisa de lado dijo las palabras correctas en el momento correcto.

—Nena yo lo siento, lamento no haberte avisado y también lamento estarme portando como un imbecil.– Angelo pasó una mano por su nuca en un gesto de aparente arrepentimiento.— es solo que fui a visitar a unos amigos, tenía tiempo sin verlos.

Astrid aún miraba el suelo, no levantó su cabeza al hablar, ella seguía cabizbaja como cada vez que se sentía insegura.

—No debes darme explicaciones, al fin de cuentas nosotros no somos nada.

Abismo [borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora