Capitulo 56.

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El ruido de cubiertos chocando contra los platos y charlas ligeras inundan el comedor, Astrid se apega mas a la espalda de Adam, esa estaba siendo su primera vez en el comedor de la clínica, tenía miedo, era mucha gente en una habitación. Adam al notar sus temores sacudió con cariño su cabello rubio.

—Tranquila, nadie te va a juzgar. —su voz se apreciaba suave.

Astrid trago saliva y asintió.

Adam le ofreció una charola de comida que Astrid tomo con manos temblorosas, y emitió un suave "gracias", Adam le dio un ligero empujón en la espalda para instarla a caminar.

Astrid se plantó en seco, su piel comenzó a hacerse más pálida y cualquier rastro de humor en su rostro desapareció, fue cubierto por manto de horror, Astrid sentía el terror recorrer sus venas y paralizarla, su mente traicionera la transporto a Australia dos años antes, donde aún mantenía una relación con Angelo.

El chico al ver que Astrid no avanzaba se movió un poco para ver con más nitidez su rostro, el terror que los ojos de la chica reflejaban lo alarmo.

—¿Estas bien?

La voz de Adam fue un detonador para que las emociones la cubrieran, no pudo evitar correr fuera del salón, dejando caer la charola causando un gran estruendo. Adam, la siguió cauteloso de sus pasos, no sabía que había sucedido ahí adentro, pero algo toco una fibra sensible en Astrid.

Adam decidió darle unos minutos de privacidad, conto hasta trescientos en su cabeza y cuando termino decidió caminar para encontrarse con una Astrid sentada en una de las bancas del jardín, se abrazaba a sí misma y Adam pudo notar el temblor de su cuerpo.

Avanzo hacia donde ella estaba y tomo asiento al lado de Astrid, sin llegar a tener algún roce con el cuerpo de la fémina, no dijo nada, ni siquiera la volteo a ver, se mantenía sentado con la mirada al frente, pero de una forma extraña le estaba brindando consuelo.

Ninguno de los dos dijo nada por un rato, hasta que Astrid decidió romper el silencio.

—Él me... tocaba de esa forma, p-pero más violento. —su voz era un murmullo que el viento parecía ser capaz de llevarse.

Adam no dijo nada, solo volteo a verla, intrigado por lo que esa chica habría pasado.

Contra todo pronóstico Astrid volvió a hablar, con su suave voz teñida de coraje y miedo.

—Su tacto siempre do-dolía.

La mente de Adam ya se encontraba atando cabos y aunque se moría de la curiosidad por saber más al respecto, se contuvo, sabía que Astrid lo menos que quería eran preguntas, tampoco quería palabras de apoyo o de lastima, ella... solo quería dejar salir sus emociones, y él no hizo ningún comentario, se limitó a encontrar la mano de Astrid para unirla con la suya con suma delicadeza y darle un suave apretón en gesto de apoyo.

Astrid miro sus manos unidas y aunque en su interior estaba aterrada no la retiro, extrañamente eso le daba más consuelo que un sinfín de palabras motivacionales.

...


De nuevo se encontraba frente a esa puerta reuniendo el valor suficiente como para empujarla y entrar a enfrentar sus miedos, Astrid lleno sus pulmones de oxígeno y empujo la puerta dejando a la vista la estancia en colores blancos y cafés, la psicóloga de la que aún no sabía el nombre se encontraba detrás del escritorio, el ruido de las teclas inundaba el lugar.

Astrid se replanteo la idea de irse, le pareció tentadora y dado el hecho de que la mujer no había notado su presencia comenzó a dar cortos pasos hacia atrás, pero mirando al frente, estaba tan concentrada queriendo evitar que la psicóloga notara su presencia que no se dio cuenta de una planta colgante en la esquina de una de las columnas, su espalda choco con la planta causando que esta chocara con la pared y el ruido delato su presencia.

Abismo [borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora