Rose y Mark llegaron a Boston dos días después de que Kendall llamo, tan pronto como esta les informo del estado de Astrid hicieron sus maletas y tomaron el primer vuelo que encontraron, claro que fue algo demasiado lento, ya que era un vuelo de casi veinte horas.
Cuando salieron del aeropuerto ya eran las siete de la mañana, mas sin embargo no llegaron al departamento hasta poco después de las ocho, Kendall los recibió y les explico con un poco más de detalle todo lo que estaba sucediendo, desde la gran depresión hasta el alcoholismo, Rose y Mark se sentían enfermos de escuchar como Astrid se destruía a sí misma. No pudieron evitar culparse a sí mismos, por no haber prestado más atención al comportamiento de Astrid por medio de las llamadas o mensajes, pero ellos creían que todo estaba bien, pues Astrid en ningún momento dejo de mandarles fotos de lo que hacía en sus clases, incluso podrían haber jurado que ella estaba mejorando.
Se sentían decepcionados, pero no de Astrid, sino de ellos mismos, creían que una vez más habían fallado como padres.
Astrid despertó cerca de las diez de la mañana, se sintió asombrada y aterrada cuando distinguió la figura de sus padres sentados en los sofás, se sentía aterrada de hablar, no confiaba en su voz, creía que en cualquier momento fallaría, tampoco se sentía capaz de avanzar, se quedó parada como si de una estatua se tratara, pero por sus ojos atravesaban cientos de emociones distintas.
La primera en notar su presencia fue Rose, se puso de pie y avanzo hasta Astrid con cautela.
—Me alegra mucho verte, cariño. —dijo con voz serena y dulce.
Astrid abrió la boca con intención de hablar, pero la cerro de golpe, se sentía abrumada y no confiaba en su voz para hablar, pero se obligó a si misma a hacerlo.
—A mi t-también, m-mamá. —trato de mostrarle una sonrisa, pero salió más como una mueca.
Rose no lo pudo evitar más y envolvió sus brazos alrededor del delgado cuerpo de Astrid, esta aun turbada correspondió con torpeza.
Después de unos segundos Rose libero a la rubia de su abrazo, esta aun confundida se atrevió a preguntar. —¿Q-qué hacen a-aquí?
Kendall se apresuró a hablar.
—Yo los llame.
Todo se sumió en un denso silencio mientras la resolución de todo caía sobre Astrid, la vergüenza la invadió, sus mejillas se sonrojaron debido a la vergüenza que sentía, se sentía tan avergonzada de que sus padres descubrieran lo mal que estaba, le avergonzaba que se dieran cuenta de que no había podido salir de ese Abismo en el que la sumió Angelo, sino que, al contrario, había caído mucho más.
Mark se dio cuenta de la incomodidad que sentía su hija y decidió actuar, queriendo aminorar el ambiente.
—¿Por qué no vamos a desayunar?, ninguno aquí ha comido nada.
Astrid asintió con la mirada gacha y emitió una suave respuesta. —D-déjame c-cambiarme.
La rubia desapareció por el pasillo, dejando a sus padres en la sala.
Las manos de la fémina temblaban mientras tomaba la prenda entre sus dedos, el miedo y la vergüenza la carcomían, estaba aterrada de volver a tener una crisis como la del pasado y que sus padres se dieran cuenta de lo mal que estaba.
...
Apenas entrar al restaurante la calefacción los recibió con los brazos abiertos, afuera el clima estaba helado, el invierno estaba por llegar a la ciudad revistiendo las calles de blancura gélida.
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Abismo [borrador]
Fiction générale¿Que tan profundo caerías por amor? La pacífica vida de Astrid da un giro brusco a la llegada de su vecino, quien era el prospecto perfecto, esa clase de chico que ves en las películas y aspiras a un día tener. Era todo lo que Astrid podía desear:...