Capitulo 28.

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Angelo caminaba de lado a lado en su habitación, sus dientes apretados estaban por la furia que crecía en su interior, en su mano sostenía el teléfono celular, la galería de este estaba abierta y Angelo lo sostenía con tal fuerza que parecía que se rompería en cualquier momento. Golpeaba sus puños contra la pared, pero esto no le servía ni un poco para descargar su ira, su ira no sería saciada hasta golpear a los causantes de su ira.

Aquella imagen no dejaba de reproducirse una y otra vez en su cabeza, su imaginación le mostraba cientos de escenarios posibles, y las ganas de dañar a los partícipes de aquellas escenas imaginarias aumentaron.

Estaba por estrellar su teléfono contra la pared cuando este sonó con una llamada entrante, sin revisar quien le llamaba contesto de mala gana.

—Angelo tengo llamadas perdidas tuyas, ¿todo está bien? —hablo aquella delicada voz y cuando Angelo la escucho ansió con todas sus fuerzas verla llorar.

—Ven a mi casa. Ahora. —contesto con voz demandante.

Sin darle tiempo a contestar corto la llamada, y una sonrisa cruel adorno sus labios.

Astrid estaba por salir de su casa cuando se dio cuenta que aun llevaba el uniforme puesto, debía de cambiarse o Angelo se daría cuenta de que había estado fuera y eso no era bueno ni para ella, ni para David.

Con desgano subió las escaleras rumbo a su habitación, no quería ir a casa de Angelo, estaba molesta por como había dejado a David, pero Angelo se lo pidió y ella haría cualquier cosa por él, sin importar cuan degradante fuera esta.

Una vez vestida con simples pants y una sudadera enorme camino con dirección a la casa de su novio, quizás se hubiera esforzado un poco más en su apariencia, pero estaba tan triste que en cuanto saliera de aquella casa se tiraría sobre su cama a llorar, llorar por aquellas amistades que creyó que serían eternas y que ahora ya no existían.

Toco el timbre y espero con paciencia a que le abrieran, en pocos segundos la ama de llaves de la familia abrió, estaba atravesando el umbral cuando ella hablo, a Astrid le sorprendió un poco la agudeza de su voz.

—El joven Angelo la espera en su habitación, la guiare. Sígame señorita.

Sin pronunciar palabra siguió a la mujer ya mayor que la guiaba escaleras arriba hacia la habitación de su pareja. Una vez frente a la puerta la mujer se marchó, Astrid emitió unas leves gracias aun cuando ella no respondió.

Dos toques fueron depositados por sus frágiles manos a la madera de la puerta y en pocos segundos Angelo abrió la puerta, a pesar de que se mostraba sereno había algo en su mirada que no la convencía por completo.

Sin tomarle mayor importancia paso a la habitación, ya había estado en esa casa un montón de veces, pero jamás se había atrevido a entrar a la habitación de su novio.

Estando dentro de esta se dedicó a estudiar por un momento su alrededor, las paredes al igual que la mayor parte de la casa estaban pintadas de un pulcro color blanco, la cama estaba desordenada entre sabanas y almohadas de color gris, también tenía una enorme ventana que daba una buena vista al patio trasero.

—¿Dónde estuviste Astrid? —pregunto con seriedad.

Los nervios comenzaron a hacerse presentes, pero Astrid trataba de evitarlos a toda costa.

—En mi casa, no he salido de ahí. —incluso ella misma se sorprendió de la seguridad con lo que expreso aquella mentira.

sin previo aviso Angelo camino hasta llegar a ella y la tomo por el rostro para besarla con profundidad e incluso llegaba a lastimarla por lo brusco que era, Astrid trataba de seguir el beso, Angelo se separó de ella atrapando el labio inferior de la fémina entre los diente, la respiración de Astrid se detuvo por un segundo, jamás nadie le hizo aquello y le pareció sumamente sexi, pero aquel placer fue efímero, porque pronto se convirtió en dolor, Angelo la estaba mordiendo con fuerza a un punto en que sintió el sabor a metal de su propia boca, muestra de que Angelo la lastimo, con toda la intención.

Abismo [borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora