Capitulo 47.

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—¿Qué mierda me estás diciendo? —grito encolerizado.

El hombre hacia el que se dirigió el insulto se mostró apacible.

—Te lo repito Steve, Angelo no puede salir libre, toda la escena del crimen está llena de sus huellas, dentro de tres días será el juicio. Eres un excelente abogado Steve, pero no tienes nada con lo que apelar en este. Imagina lo mal y corrupto que se verá que yo como juez lo deje en libertad, no podemos exponernos de esa forma, ni a ti te conviene, ni a mí. —le dijo el hombre que estaba sentado del otro lado del escritorio.

Steve se levantó de la silla y comenzó a dar vueltas por la sala, como un león enjaulado, a la vez que apretaba las manos en puños debido a la impotencia.

—Tiene que haber algo que puedas hacer, no me importa el precio. —dijo entre dientes, dándole la espalda al hombre.

—Lo único que puedo hacer por ti es darle una condena corta.

—¿Qué tan corta?

El hombre se relamió los labios. —Cinco años, puede apelar en dos o tres años para libertad condicional por buen comportamiento, saldrá a los veintidós años, podrá rehacer su vida por completo.

—¿Cuánto? —pregunto sin voltearse.

—Un millón de euros.

—Tendrás la mitad hoy. —lo volteo a ver sobre el hombro. —el resto lo tendrás cuando la condena sea dicha.

El hombre plasmo una enorme sonrisa en su rostro. —Como siempre es un placer hacer negocios contigo.

Steve no lo dejo contestar, se marchó.

Así funciona el mundo. Las personas malas jamás pagan ante la justicia siempre y cuando tengan suficiente dinero como para comprar a todos los que se atraviesen en su camino.

Ángelo no pagaría por haber dejado a Astrid en coma, aunque sus cargos por intento de homicidio podrían convertirse en homicidio, Astrid llevaba casi una semana en coma y los diagnósticos no daban buenos resultados.

...


Sentía que se ahogaba, en ese mar de oscuridad, sentía que la oscuridad se escurría por su cuerpo como una suave caricia hasta llegar a su cuello y asfixiarla, era aterrador, no podía hacer nada más que tratar de nadar contra corriente, aunque cada minuto que pasaba ella se sentía más agotada y la posibilidad de solo rendirse y dejarse llevar por la corriente cada vez era más tentadora.

Pero Astrid no quería rendirse, sospechaba que si se dejaba llevar por la oscuridad nunca saldría de ahí, no era un mal lugar, incluso a veces parecía pacifico, pero ella quería volver, volver a su vida, o a lo que quedaba de ella, no recordaba lo que había sucedido, era como si su mente en ese lugar donde ella estaba, hubiera bloqueado cualquier recuerdo que le causara dolor, porque no había ningún rastro de Angelo, ni de las marcas de la violencia, era como si el último año y medio que paso junto a él jamás hubiera existido.

Esa era la forma inconsciente de Astrid de protegerse a ella misma.

...


Angelo daba vueltas por toda la celda, impaciente de no recibir las noticias de su padre.

Angelo pensaba que su padre llegaría y le diría que todo estaba bien, que solo le darían una estúpida multa y el retomaría su vida normal, podría quizás ser demasiado ingenuo, pero eso era a lo que Angelo estuvo acostumbrado toda la vida, a siempre salir impune de todo, se crio con la absurda idea de que él jamás pagaría por nada, que él era intocable.

Abismo [borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora