Capitulo 18.

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Stella caminaba animadamente por los pasillos del instituto, la falda de tablones color azul acariciaba con delicadeza sus piernas ligeramente broceadas, la camisa de mangas blanca de mangas cortas se ceñía a su pecho y cintura, el abrigo color azul con el logotipo del instituto se amoldaba a sus brazos y espalda, reconfortándola con su calidez.

Buscaba entre las distintas personas a una cabellera dorada y piel blanca e inmaculada, mas sin embargo no encontró a su amiga entre las docenas de adolescentes que circulaban de manera despreocupada entre los pasillos.

Quería buscar a Astrid, pero la clase con la maestra Margaret comenzaría dentro de poco y dado que se la había perdido ayer, no podía faltar nuevamente.

Cogió el enorme y pesado libro de historia de su casillero para comenzar a dirigirse a su clase, algunas personas la saludaban conforme caminaban, Stella tenía una muy buena habilidad para caerle bien a las personas con rapidez, Stella no era la típica chica popular de la que todos querían ser amigos, ella era más bien la chica linda con la que podías tener una conversación agradable.

Entro al aula donde solo unas cuantas personas estaban y tomo asiento en medio junto a una ventana de donde entraba mucha luz y se podía apreciar los frondosos árboles que parecían nunca acabarse sus hojas.

Aparto la vista de la ventana cuando observo por el rabillo del ojo una cabellera rubia, sentarse a su lado, de inmediato poso sus ojos avellana sobre la rubia que agachaba la vista, su sonrisa se desvaneció al identificar el comportamiento de su amiga.

—¿Qué pasa Astrid?, luces deprimida. —la idea de que había estado llorando se confirmó cuando Astrid levanto la cabeza y sus ojos azules algo irritados por el llanto quedaron a la vista.

—Estoy bien, solo tuve una pequeña pelea con Angelo ayer. —le dio un mal intento de sonrisa, queriendo fingir que todo estaba bien.

—¿Te hizo algo?, juro que si te hizo algo lo castrare con mis propias manos. —podía sonar como una simple amenaza sin valor, pero Stella estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por Astrid.

Astrid sonrió un poco a la vez que sorbía su nariz con un pañuelo, —No me hizo nada, solamente fue una discusión normal de pareja.

Sinceramente Astrid veía eso como algo normal, creía que era común que en medio de una discusión arrojaran objetos hacia ti o te gritaran hasta hacerte un ovillo, tratando de escapar de esa realidad. Todo le parecía normal a Astrid.

La desinformación jugo un papel muy importante en esa relación.

Quizás las cosas habrían sido distintas si en algún momento de su niñez Rose o Mark le hubieran dicho que los golpes jamás serian algo normal, pero ellos tampoco consideraron o siquiera pensaron que su adorada hija llegaría a ser víctima de violencia.

Tantos hubiera, pero son cosas irremediables, el daño ya estaba hecho, solo quedaba sentarse a ver su destrucción.

—No estás sola, jamás olvides eso. —Stella se vislumbraba muy preocupada.

Lamentablemente Astrid lo olvido, olvido que existían personas que estaban dispuestas a ayudarla, personas que la habrían podido proteger del daño.

La clase comenzó y Stella no podía prestar atención, su mente divaga en diversos escenarios de Angelo lastimando a Astrid, se forzaba a si misma a creer que él sería incapaz de lastimar a su queridísima amiga, solo bastaba con observarlos un poco para darse cuenta de que él estaba loco por Astrid, pensar en algo como eso era una incoherencia.

La hora del almuerzo llego con rapidez, ambas chicas caminaban a la par mientras charlaban de cualquier cosa, apenas llegar al comedor Astrid fue interceptada por Angelo quien paso un brazo alrededor de los hombros de ella, atrayéndola más a él.

Abismo [borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora