Después de su jugueteo en el invernadero y de que Astrid terminará su obra, salieron del invernadero para deambular por el inmenso patio. Charlaban sobre cualquier tema banal, hasta que a Angelo se le ocurrió hacer un comentario no muy apropiado.
—No te pareces mucho a tus padres. Ninguno de ellos es rubio, ni tiene ojos azules.
Al terminar de hacer ese comentario Astrid no pudo evitar el mirar a otra dirección, incómoda y sumida en sus pensamientos. Quería contarle la verdad, porque ella quería que él conociera todo de ella, hasta el mínimo detalle, pero es muy fácil contar las cosas buenas pero con las turbias, no suele ser tan fácil.
Angelo noto que su pregunta la había incomodado y se sintió culpable, no quería hacerla sentir mal, y trato de remediarlo.—Lo siento, fue un comentario inapropiado y...
—Soy adoptada.– Astrid interrumpió a Angelo, si eso iba a funcionar lo haría sin mentiras o secretos.— Rose y Mark me adoptaron cuando tenía cuatro años. Mi madre biológica no estaba preparada para tenerme, ella era una prostituta. No la juzgo, nunca lo haría, su vida fue dura. Su padre la corrió de su casa a los quince, ella estaba desamparada, no tenía dinero y él hambre pronto se hizo presente, y realmente vendiendo su cuerpo a hombres asquerosos le proporcionaba dinero suficiente para poder sobrevivir, no encontró una alternativa mejor. Nunca supo quién era mi padre, ella trataba de ser una buena madre, pero era una niña cuidando a otra niña. En una ocasión ella llevó a un cliente a él cuartucho donde vivíamos, cuando ella se quedó dormida el hombre él...– la voz se le rompió y gruesas lágrimas bajaban por sus mejillas y Angelo la tomó en brazos y comenzó a decirle que no era necesario que continuara, sin embargo Astrid quería seguir el relato. Inhalando fuertemente prosiguió.— Él trato de abusar de mi, al yo resistirme él me golpeó y estampó contra la pared, provocándome la fractura de una costilla, quizás el escuchar el hueso romperse se asustó, o no lo sé, pero salió despavorido de ese cuartucho. Cuando mi madre despertó lloro durante horas y comprendió que yo estaría mejor en otro lugar. Esa misma tarde me llevo cerca de donde estaba un policía y me indicó que fuera donde estaba él y que él me llevaría a una casa, una casa hermosa donde tendría cientos de las muñecas que ella no me podía comprar, tendría todo lo que quería con la excepción de que ella ya no estaría conmigo. Y lo hice y a los pocos meses Rose y Mark me adoptaron.
Se mantuvieron en silencio un rato, Astrid no quería escuchar estúpidos consuelos y Angelo lo entendió, sin siquiera ella decirlo él lo entendió. Lo único que hizo fue rodearla con sus brazos en un abrazo lleno de sentimientos, la camisa de Angelo pronto quedó empapada de sus lágrimas, sin embargo eso no le importó, sería muy egoísta si lo hiciera.
Sintiendo como la chica poco a poco se fue calmando, la despegó de su pecho y levantó su barbilla obligándola a verlo. Su rostro estaba rojo, su nariz congestionada y sus bellos ojos hinchados.—Estas bien Astrid, ya no eres esa niña, nadie te hará daño. Yo no permitiré que alguien te llegue a hacer daño.– Angelo se sentía culpable y enfurecido de que alguien se atreviera a tocar a Astrid.
—¿Aún me quieres?.– su voz sonó demasiado ronca.
—No te quiero Astrid. Yo te amo, amo tu presente y también tu pasado. No fue tu culpa, nunca lo será y yo te amo. Besare cada una de tus heridas y te ayudaré a sanarlas.
Astrid le creyó. Creyó que el la ayudaría a sanar sus heridas. Que ingenua había sido esa chica.
Después de ese momento algo cambio entre ellos, para bien claramente. Astrid se sentía completa estando con el, era como si él fuera todo lo que ella necesitaba y empezó a depender de él. Su primer error de una sucesión de demasiados errores. Le brindo el poder sobre ella que el tanto deseaba. Pero aún más importante, abrió su alma a la persona equivocada.
Astrid no quiso soltar a Angelo un solo segundo, creía que si lo soltaba se ahogaría en su pena, Angelo era el salvavidas que la salvaba de hundirse.....o eso creía ella.
Sintiéndose ella demasiado débil terminó dormida en los brazos de Angelo, quien le acarició los rubios mechones de cabello, y acariciaba su piel de porcelana. La miraba con deleite, la admiraba como se admira a la más hermosa de las flores. Sin atreverse a hacer ningún movimiento brusco porque creía que al hacerlo ella se desvanecería en sus brazos. Él la empezaba a amar pero eso no era un sentimiento bueno o puro. La amaba pero con una toxicidad preocupante, él quería tenerla solo para él, quería tenerla para él solo y eso jamás sería algo puro.La cargó delicadamente como recién casados y la llevó cuesta arriba hasta su habitación, la deposito cuidadosamente sobre la cama y antes de marcharse le dio un pequeño beso en los labios, a lo que ella se removió un poco. Al ver que no despertó decidió partir.
......
Astrid despertó unas horas después de que Angelo se marchara, por unos segundos no recordó nada, pero de pronto todos los recuerdos le llegaron como un balde de agua fría. El primer sentimiento que le llegó fue felicidad, si, felicidad. Felicidad de que cuando ella estaba pasando por un mal momento Angelo no la abandonó, al contrario, él se quedó con ella hasta que esta sucumbió a los brazos de Morfeo.
Astrid tomó su teléfono celular y al encenderlo se encontró con varios mensajes de Angelo a los cuales respondió en seguida. Al no tener ya compañía decidió encender su televisor para ver alguna película. Estaba justo por elegir la película cuando su teléfono empezó a timbrar avisando que alguien la estaba llamando, tomó la llamada sin ver de quién se trataba, cuando escuchó la voz chillona del otro lado, reconoció de inmediato a la persona.
—Que pasa Stella.
—Pasa que tú eres una perra mentirosa. Me dijiste hace dos días que iríamos de compras, estuve esperándote tres horas en mi casa. Sabias que mi familia se fue a la playa y yo me quedé como estúpida esperando a la que dice llamarse mi mejor amiga.– Stella era su mejor amiga, se conocían desde hace más de siete años, su amistad empezó cuando Stella le aventó barro sobre sus nuevos zapatitos blancos y Astrid en represalia también le aventó barro en la cara. Su amistad se forjó con una guerra de barro.
Astrid se lamentó internamente, había olvidado cancelar la salida con Stella y ahora se sentía muy culpable.
—Lo lamento Stella, lo olvide. Dime ¿como te puedo recompensar?.
El otro lado de la línea quedó en silencio un rato, Stella estaba pensando en cómo hacer sufrir a Astrid. Una idea maravillosa le llegó de pronto.
—Quiero que vengas a dormir a mi casa. Esta noche tú serás mi masajista personal.
—No, Stella sabes que odio hacerlo. Aparte tus callos me lastiman mis manos tan delicadas.– era una broma claramente, pero Stella se tomaba todo muy enserio.
—Eres una desgraciada, yo no tengo callos.
—Díselo a mis pobres manos, después de masajearte.
Sé escuchó un bufido del otro lado de la línea y Astrid sonrió sabiendo que había logrado fastidiarla.
—Llegaré a tu casa a las ocho. Más te vale que tu hermano pervertido no se encuentre.
Astrid colgó la llamada para con mucha pereza levantarse del cómodo sofá para ir a su habitación a hacer su mochila. Eran las seis, aún tenía algo de tiempo por lo que decidió darse una ducha, al ya estar completamente limpia se vistió con un short de mezclilla y una pollera que le había robado a su prima Kendall.
Astrid al llegarse la hora especificada llamó a un taxi para ir a casa de Stella, su casa quedaba lejos por lo tanto solo podía ir en auto. Llegó a su destino justo a las ocho en punto, Astrid era una maniática de la puntualidad, por lo tanto era muy importante el llegar justo a tiempo.
Se paró delante de la puerta azul cielo de la casa de Stella para tocar el timbre, a los pocos minutos una chica con los cabellos negros cortados a los hombros la recibió.
—Hola zorra.
Holaaa, como lo prometí aquí esta el nuevo capítulo. Les juro que me dolió hacer una de las partes del inicio pero es algo fundamental en la historia.
Díganme que les pareció este capítulo y si les gusto no olviden votar. Los amo y nos leemos pronto.💗
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Abismo [borrador]
Ficción General¿Que tan profundo caerías por amor? La pacífica vida de Astrid da un giro brusco a la llegada de su vecino, quien era el prospecto perfecto, esa clase de chico que ves en las películas y aspiras a un día tener. Era todo lo que Astrid podía desear:...