Capitulo 44.

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La brisa fresca de verano chocaba de lleno contra su rostro, provocado por la velocidad en la que manejaba, tarareaba con calma una canción que la radio reproducía, Mark sentía la calma en la punta de la lengua, sabía que aún quedaba mucho que recorrer con Astrid en Boston, pero el mero hecho de estar lejos de ese animal que durante dios sabe cuánto estuvo abusando de su hija, le producía más tranquilidad.

Mark estaba emocionado, de la idea de poder volver a comenzar de cero, en otra ciudad, alejándose del caos, aun no sabía si comenzarían una nue3va vida en Boston, o si cuando Astrid terminara su tratamiento regresarían a Australia, fuera cual fuera la decisión de Astrid, Mark la respetaría, siempre y cuando esta no pusiera en riesgo su bienestar.

Pudo divisar a la lejanía la fachada de su casa, aminoro la marcha del auto a medida que se iba acercando, todas las luces de la casa estaban apagadas a excepción de una, la de la habitación de Astrid. Esto no se le hizo extraño a Mark, pues últimamente Astrid padecía de insomnio, y se quedaba haciendo cualquier otra cosa durante la madrugada.

Aparco su coche en la acera y se dirigió al interior de la casa, le tranquilizo el saber que la puerta estaba cerrada con llave, y se adentró a la casa con la seguridad de que todo estaba bien.

Camino en completa oscuridad por los pasillos, se dirigió a la cocina ya que la garganta le ardía causa de la sed que tenía, en la oscuridad de la estancia pudo ver un bulto tirado en el suelo, se apresuró a ver de quien se trataba, su corazón se paró durante un segundo al ver de quien se trataba, cayó sobre sus rodillas debido a la impresión, un nudo se formó con rapidez en su garganta y estómago, quiso gritar con todas sus fuerzas y dejar ir un poco del dolor, pero no lo hizo, se contuvo sabiendo que quizás el atacante seguía en su hogar.

Mark pudo respirar un poco al sentir el pulso de Rose, tan pronto como pudo salir un poco del shock llamo a emergencias, al segundo timbre esta contesto.

—911 ¿Cuál es su emergencia? —hablo una voz femenina del otro lado de la línea.

—Necesito una ambulancia y una patrulla, mi esposa esta inconsciente con señales de agresión, sospecho que el agresor aún se encuentra en la propiedad.

—Puede darnos su dirección.

—2649 al sur del boulevard.

—Los servicios ya van en camino, puede quedarse en la línea en lo que la ayuda llega.

Mark negó con la cabeza, dándose cuenta que Astrid estaba en la casa.

—No, no puedo, necesito ir a ver a mi hija.

El teléfono cayo de sus manos al escuchar un golpe en la planta de arriba, no podía seguir postergándolo, tenía que asegurarse de que su hija estaba bien.

Comenzó a subir las escaleras, tratando de causar el menor ruido posible, mientras caminaba por estas se lamentó el no tener consigo el arma, si tan solo aun tuviera la pistola sería capaz de defenderse de quien sea que irrumpió en su hogar, pero no tenía nada, solo sus manos para defenderse y una furia acompañada de dolor que deseaba destruir todo a su paso. Estaba en los últimos escalones, ya podía ver con un poco más de libertad la parte de arriba, y sus alarmas se encendieron al ver la habitación de Astrid —la única que tenía iluminación— con la puerta abierta.

Sin importarle el que escucharan sus pasos con antelación corrió en dirección a la habitación, más nada lo podría haber preparado para lo que vio ahí. No eran los golpes, ni las heridas lo que lo dejo en shock, él era médico, por lo que estaba acostumbrado a ver todo tipo de heridas y casos, pero este era diferente, porque con los pacientes son personas extrañas, personas que él no conoce, ni guarda afecto por ellas, pero la fémina que estaba tirada en el suelo con un charco de sangre a su alrededor, heridas abiertas, y sangre saliendo de su vagina y ano, era su hija.

Abismo [borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora