El olor a humo en conjunto con una mezcla de alcohol inundaba la habitación, donde yacía un atractivo muchacho tirado sobre la cama, una sábana apenas y lograba ocultar una parte de su cuerpo desnudo.
Una linda muchacha de cabellos dorados y piel de porcelana que se había convertido en purpura lo observa desde la ventana, donde permanecía sentada fumando cannabis, enrollada en una sábana ocultando su cuerpo desnudo.
Ella lo miraba embelesada, apreciándolo mientras dormía causa del alcohol y las drogas que había consumido unas horas antes, la fémina lo consideraba tan perfecto que no le importaba que el fuese el causante de que su piel siempre estuviera teñida de un color violeta.
No podía creer que èl fuera suyo, era un joven tan atractivo, un joven excepcionalmente inteligente al que siempre alababan los maestros y un deportista excelente, que le costaba creer que ya casi cumplían un año de noviazgo.
Un año.
Ya casi era un año desde que el entro a su vida como un huracán arrasando con todo sin piedad, y llevándose todo a su paso.
Era casi un año desde que se había quedado sin amigos, ni David, ni Stella volvieron a acercarse a ella, y aunque le doliera lo aceptaba, porque ella había preferido a Angelo antes que a aquellas personas que siempre estuvieron para ella.
También era casi un año desde que había comenzado a soportar todas aquellas agresiones, tanto físicas como mentales.
A Astrid tampoco le importaba aquello, se había acostumbrado a todas las palabras despreciativas e hirientes, incluso había llegado a acostumbrarse a los golpes.
Astrid dio una calada al porro y recordó con exactitud el momento en que comenzó a hacer uso de aquello.
Ella estaba tendida en la cama observando como su adorado novio inhalaba lo que èl llamaba "polvo de hadas", Astrid odiaba que consumiera aquello, pero cada vez que le sugirió que lo dejara y buscara ayuda había terminado exactamente igual: ella golpeada y llorando.
Ya ni siquiera insistía en que lo dejara, no quería que más golpes adornaran su cuerpo.
Angelo volteo a verla al sentir su mirada sobre su nuca.
—¿Quieres probar?
Astrid negó con su cabeza sabiendo a que se refería.
—Sabes que yo no hago eso.
Astrid avanzo con una sonrisa hacia ella, la droga estaba comenzando a surtir efecto, sus pupilas estaban dilatadas y la sonrisa socarrona no lo abandonaba.
—No seas tan berrinchuda princesa, está bien, quizás aquello es muy fuerte para ti, puedes comenzar por algo más ligero. —le dijo mientras sostenía su quijada con su mano.
Astrid emitió un quejido ante el fuerte agarre que Angelo mantenía sobre su quijada.
Angelo se apartó, soltándola, pero solo para dirigirse a su buro de donde extrajo lo que Astrid supuso era un cigarrillo.
Lo encendió a la vez que le daba una calada, Astrid lo miraba temerosa, aquel cigarro desprendía un olor mucho más fuerte al que estaba acostumbrada.
Le extendió el cigarro en una clara invitación a que lo probara, pero Astrid permanecía quieta en su sitio, sin hacer ningún movimiento.
—Astrid no hagas que me enoje, pruébalo de una vez, no seas una maldita cobarde como acostumbras. —rugió comenzando a perder la paciencia.
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Abismo [borrador]
General Fiction¿Que tan profundo caerías por amor? La pacífica vida de Astrid da un giro brusco a la llegada de su vecino, quien era el prospecto perfecto, esa clase de chico que ves en las películas y aspiras a un día tener. Era todo lo que Astrid podía desear:...