—Hola zorra.– Stella tenía en sus labios una sonrisa burlona, sabia que Astrid odiaba que la llamara así.
—Sigues siendo tan infantil como siempre. Quítate.– Stella se hizo a un lado para dejar entrar a Astrid a su casa.
La casa de Stella se podía definir en una palabra: colorida. Su casa estaba pintada de un amarillo chillón, tenía decoraciones en color verde, azul y rosa mexicano. Su familia por parte de su madre tenía raíces mexicanas por lo tanto para esa familia la alegría no podía faltar. Esa decoración era un calvario para Stella Morgan quien soñaba con ser decoradora de interiores. En si el color no era el problema sino que nada en esa sala tenía estilo o siquiera sentido.
—Vamos a mi habitación.–
Astrid siguió a Stella por las escaleras desgastadas de madera hasta llegar a la segunda planta, donde abrió una puerta de color blanco. La habitación de Stella era todo lo contrario al resto de la casa. Esta estaba pintada de color gris claro, con decoraciones en blanco y rosa, lo que más llamaba la atención de esa habitación era un letrero con su nombre, en este se encontraban luces de color blanco que iluminaban de manera espléndida.
Todas las decoraciones las compro Stella con su sueldo trabajando en el restaurante de comida mexicana de sus padres. Los padres de Stella se podrían definir como "ahorrativos" ellos creían que gastar dinero en algo tan simple como las decoraciones de una casa era un desperdicio de dinero.
—Ahora más te vale darle una explicación del porqué me dejaste plantada. – Stella se encontraba sentada una banca que había frente a su cama, Astrid por su parte se encontraba caminando por toda la habitación.
—Verás, el día de la parrillada con los Jones conocí a alguien...– Astrid no pudo seguir con su relato debido al fuerte grito que dio Stella.
—¡¡Un chico!! Tiene que ser un chico, Astrid tienes que contármelo todo.– Stella se encontraba muy emocionada, Astrid nunca salía con ningún chico.
—Lo haría si me dejarás hablar.– Astrid se sentía frustrada porque Stella la interrumpiera siempre.
—Lo siento.– Stella agacho su cabeza apenada.—puedes continuar por favor.
—Como ya dije conocí a alguien ese día, realmente ya lo conocía pero tenía al rededor de tres años sin verlo. Es el hijo de los Jones, su nombre es Angelo y es.... realmente un amor, también es guapo, no demasiado pero lo es. Hablamos mucho ese día y me invito a salir el día que te deje plantada, hemos estado hablando desde ese día y ha sido como un sueño. Se cuela en mi habitación por las noches y siempre en las mañanas se encuentra una rosa blanca junto a algún dulce u obsequio.– Astrid lucía muy enamorada y lo estaba empezando a estar, pero a Stella no le parecía correcto el que se colara por su habitación a la mitad de la noche.
—Me alegra mucho que hayas encontrado a alguien que te trate bien pero no es normal que alguien a quien acabas de conocer se cuele por tu ventana a mitad de la noche.– Stella amaba a Astrid, un amor de amigas pero no por eso iba a dejar de decirle cuando algo no le parecía correcto.
Astrid salió de su burbuja al escuchar el comentario de Stella, no le agrado en lo más mínimo y lo dio a ver con la expresión en su rostro. —Y que importa si lo acabo de conocer, yo le doy el permiso de que entre, ademas es mi vida y yo decido lo que hago con ella.
—Astrid eres mi mejor amiga y no quiero estar mal contigo, solo no me pareció apropiado pero si tú estás de acuerdo por mí está bien.
—Si, como sea.– Astrid movió sus uñas frente a su cara en un notorio gesto de fastidio.
—Astrid por favor, no quiero estar mal contigo. Veamos una película ¿si?.– Stella se acercó a Astrid y le hizo un puchero, tratándola de convencer.
Astrid sonrió rendida y dejó caer sus brazos a sus costados.— Esta bien, pero yo elegiré la película.
—De acuerdo, pero me acompañarás por helado al supermercado.
A modo de respuesta Astrid avanzó hasta Stella para entrecruzar su brazo con el de ella. Ambas chicas salieron riendo de la habitación para ir caminando a la tienda de auto servicio más cercana. El lugar donde Stella vivía no era el más seguro por lo tanto cerca de llegar a la tienda se encontraron con una pandilla, los cuales brindaron comentarios obscenos que hicieron que Astrid se sintiera indefensa y también provocaron el que Stella les brindara una sarta de insultos.
—No les hagas caso. Son unos idiotas que no han tenido sexo en años.– así era Stella, atrevida y sin miedo a nada, todo lo contrario de Astrid, quien era la persona más tímida que había conocido.
Ambas chicas entraron por las puertas de la tienda de auto servicio, Stella tomó una canastilla y se aventuraron a buscar golosinas por los pasillos, pronto su canastilla se llenó de gomitas, chocolates, palomitas y helado de cereza. Al llegar a la caja los atendió un chico delgaducho de cabello marrón que usaba unos enormes anteojos, este al verlas enfrente se enderezó de golpe.
—Ho..la Stella, hoy luces muy bella.– era obvio que él estaba interesado en Stella y ella paseaba la vista desinteresadamente por la tienda.
—Hola Fredy. ¿Cómo está tu hermano?.
Los Smith vivían a unas pocas cuadras de donde vivía Stella, de pequeños Stella y Fredy habían jugado un par de veces. Al crecer Fredy se comenzó a sentir interesado por Stella pero Stella también se comenzó a interesar en alguien, en Caín el hermano mayor de Fredy y el rompecorazones de ese lugar. Todo un bad boy por el que todos caían rendidas incluyéndola a ella.
La mirada del muchacho decayó ante la mención de su hermano.—Él esta bien.– siguió pasando las cosas para cobrarlas en silencio.
—Serán diez dólares con sesenta y seis centavos.– el muchacho miraba con admiración a la muchacha que rebuscaba en su bolso.
—Guarda el cambio Fredy y salúdame a Caín.– Fredy observó como la chica de sus sueños pasaba por medio de las puertas automáticas.
Ya afuera Astrid miro con reproche a Stella quien soplaba tranquilamente una goma de mascar.
—Eres mala Stella, ese chico está que se muere por ti.
Stella la miro con extrañes. —¿De que hablas?.
—Es enserio Stella, ese chico del supermercado se le estaba cayendo la baba por ti.
—¿Fredy?.— Stella la miro a ver con confusión.
—Si, ese chico.
—No, claro que no. Lo conozco desde que es un niño y en definitiva no le gusto, solo estaba siendo amable conmigo.– Stella estaba convencida de que Astrid se había equivocado.
Soltando un bufido siguieron con su camino, al entrar en la cocina se toparon con Carlos, el hermano pequeño de Stella.
—¿Como has estado pequeño pervertido?.
Ese apodo había surgido después de que hace dos años cuando él tenía ocho lo encontraron masturbandose viendo pornografía. Su madre al ser muy creyente estuvo a punto de hacerle un exorcismo. Debido a esa situación se quedo ese apodo.
Carlos solo tomó su vaso de agua y rodando los ojos se fue de ese lugar.
—Creo que alguien está molesto.
—Nah, solo está fastidiado por la pubertad y esas cosas.
Dejando de lado el tema se prepararon helados llenos de golosinas y palomitas. Ambas subieron a la habitación de Stella para cambiarse y proceder a ver la película. Astrid decidió escoger la película "Joker" después de eso estuvieron haciendo bromas telefónicas para después caer dormidas.
Cuan perfecto era todo en ese entonces. Quien diría que todo cambiaría. Ella misma se iría abriendo paso entre el mismísimo infierno.
Gracias por leer.💗
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Abismo [borrador]
General Fiction¿Que tan profundo caerías por amor? La pacífica vida de Astrid da un giro brusco a la llegada de su vecino, quien era el prospecto perfecto, esa clase de chico que ves en las películas y aspiras a un día tener. Era todo lo que Astrid podía desear:...