Capitulo 23.

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La beso como si sus labios fuesen un elixir, queriendo absorber cada parte de ella, anhelando que ella correspondiera a su beso, que había deseado durante mucho tiempo.

Por el contrario de David Astrid se mantenía estática, su mente no podía comprender lo que su amigo de toda la vida estaba haciendo, no podía creer que él la viese más allá de una hermosa amistad y sentir sus labios que se movían con delicadeza sobre los labios inmóviles de ella le pareció sumamente mal, ella siempre lo considero como un hermano, jamás cruzo por su mente la idea de verlo de otra forma, y dejando de lado aquello ella tenía novio, un novio al que amaba y a pesar de no estar participando en el beso la culpa la invadió.

Estaba por apartar a David de ella cuando de repente este mismo fue apartado con brusquedad de su lado, sus ojos se abrieron con brusquedad al momento de escuchar un golpe acompañado de un quejido.

Frente a sus ojos estaba Angelo atestando golpes contra el rostro de David, quien inútilmente trataba de defenderse, su cabeza se volvió una masa inconexa de información, no podía asimilar como Angelo quien se suponía estaba en Londres se encontraba ahí mismo golpeando al que había sido su amigo de toda la vida.

Un grito fue lo que la saco de su estado de shock, y la visión que ahora ambos le ofrecían era mucho peor, David se encontraba tirado sobre el césped, parecía estar en un limo entre la consciencia y la inconsciencia, y Angelo se encontraba sentado sobre él, no paraba de propinarle golpes al rostro de David, pero lo que más la alarmo fue la sangre que salía a borbotones de la nariz de David, estaba casi segura de que Angelo le había roto la nariz.

Habiendo salido un poco de su estupor inicial se dio cuenta de que ya no eran solo ellos tres, sino que ahora todos los invitados parecían haberse reunido en el patio.

Miradas aterrorizadas mantenían las chicas, algunas solo observaban, mientras que otras exigían que los separaran.

Un fuerte gruñido se escuchó, la rabia se apreciaba en la voz y con temor Astrid se dio la vuelta para ver como ahora un chico de tez morena sostenía a Angelo por los brazos, evitando que este se lanzara contra el cuerpo tirado en el suelo de David, quien ahora estaba siendo auxiliado por Stella y Emma.

—¡Te matare maldito bastardo, como te atreves a besar a mi novia! — un grito colérico salió de los labios de Angelo.

Apenas decir esas palabras una ola de murmuro

se desato en todo el lugar, y ahora sentía las miradas de todos sobre ella.

Un grito provino del interior de la casa y Peter avanzo con rapidez entre la multitud, tratando de auxiliar a su hijo, quien ahora estaba sentado tratando de entender lo que había sucedido.

—suéltame. —exigió al chico que lo sostenía.

Este vacilo un poco, pero lo soltó después de unos segundos.

El único sonido que había en ese momento era el de la música electrónica que seguía sonando con ímpetu, nadie se atrevía a hablar, los invitados permanecían como simples espectadores, murmurando cosas intangibles.

—¿Qué sucedió? —

William ajeno a todo el drama sucedido miraba con estupor a su hijo, el impulso de querer ir a socorrerlo lo invadió, pero Peter ya estaba ayudándolo y necesitaba una explicación sobre lo sucedido.

—Este imbécil de aquí lo golpeo sin razón. —Stella fue quien hablo.

Avanzaba con seguridad y rabia hacia Angelo. Apenas estar a una distancia corta estampo su mano sobre la mejilla de Angelo, tal fuel la fuerza ejercida que el rostro de Angelo se volteo con violencia, su mejilla se tornó de un color carmín, la mano de Stella palpitaba con violencia, pero no le importaba el dolor que ella misma se provocó, la satisfacción de haberlo golpeado era tanta que no le importaba en absoluto el dolor.

Abismo [borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora