—No, no me gustas —Le repetías a Tae por milésima vez— Ya acéptalo.
—¿Por qué tendría que aceptar algo que no es cierto? —Taehyung te acorralaba contra la pared y guiñaba un ojo.
Te negabas a que él te gustara ya que era alguien que tenía fama de ser un mujeriego en la escuela y sinceramente, no querías a alguien como el en tu vida para que tú te involucraras lo suficiente como para enamorarte, luego que él te usara y luego desechara. Eso rompería tu corazón.
No podías negar que Tae era guapo porque en realidad, era muy guapo. Sus ojos eran de un café muy profundo, su mirada era aún más penetrante si el así deseaba mirarte, porque cuando no lo hacía, parecía ser una mirada muy inocente y divertida. Si la dualidad tuviera definición en persona, "Kim Taehyung" seria esa persona. Tenía un tono de piel acaramelado, su cabello era abundante y se veía suave, unos labios pequeños con un diminuto lunar en el labio inferior que lo hacía ver muy atractivo. En fin, Taehyung era perfecto físicamente.
Su manera de ser no era tan mala. Era un chico con notas regulares, sus conductas no eran del todo malas, no era ese típico chico que hacía matoneo a los más débiles, es más, los defendía de los matones. Llegaba tarde la mayoría de los días, se dormía en clase y jugaba bromas inofensivas a los maestros.
Todo parece ser bueno, ¿verdad?
El defecto más grande que tenía Taehyung, era un mujeriego. Por lo menos, había tenido 5 novias en menos de 6 meses. A todas les prometía que eran las ultimas, que eran especiales y que no las cambiaría por nada; Luego terminaba con ellas y ubicaba su siguiente presa.
Según tú, lo único que buscaba Tae era acostarse con ellas.—Déjame, no quiero ser otra de tus presas —Decías enojada mientras tu espalda se encontraba contra la pared y la cara de Tae muy cerca a la tuya.
—¿Otra de mis presas? —Tae preguntaba coqueto.
—Si, otra —Tratabas de empujarlo, pero él se acercaba más a ti— Mira, déjame en paz, búscate otra y acuesta—
Un beso de Tae interrumpía tus palabras.
Los labios de Tae forzaban a los tuyos para que dejaran la rigidez a un lado. Solo podías sentir la respiración de Tae contra la tuya y como el luchaba por mantenerte presa en sus labios.
Tu corazón se aceleraba porque no sabias que ese sería su movimiento.
Lo empujaste fuertemente haciendo que el beso se rompiera.
—¿¡Pero que te pasa!? —Lo empujabas más para que dejara de encerrarte contra la pared.
—¿no te gusto?
—No! —Le golpeabas el brazo— Eres un chico sin remedio,
—Tal vez seas el remedio, pero no me dejas tomarlo.
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