Freestyle

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El boxeo tenía algo que a Adrasteia le apasionaba, el autocontrol. No solo de su cuerpo, también el de su mente. Había comprobado en primera persona lo poderoso que podía llegar a ser. La capacidad de su cerebro para enfocarse únicamente en el rival. Anular todo pensamiento y solo visualizar los movimientos del adversario mientras ejecutabas una danza letal a su alrededor.

El instituto era exactamente lo opuesto para ella. Largas horas sentada en una silla escuchando a distintas personas hablarle de temas diferentes. Y ninguno parecía interesante. Únicamente en gimnasia lograba mostrar un poco más de interés. Luego estaba el tema de sus compañeros.

Desde que llegó al instituto, su nombre se convirtió en un lastre. Jiménez Santos, Adrasteia. Siempre que un profesor intentaba pronunciar su nombre por primera vez, se trababa provocando las risas de sus compañeros. Se burlaban de ella constantemente lanzándole preguntas cómo: ¿Te pusieron ese nombre porque no te querían? ¿De qué planeta procedes? Ella las respondía a todas sin paños calientes y por eso no tardó en ganarse la fama de borde. Los chicos la encontraban medianamente divertidas. Pero para las chicas era odiosa. Una impertinente con aires de grandeza. Y cuando ella les respondía que su nombre era precisamente el de una diosa vengativa, no hacía si no incrementar los desprecios.

Su madre había sido muy astuta escogiendo su nombre. Adrasteia, más conocida como Némesis era la diosa de la justicia retributiva, de la venganza, el equilibrio y la fortuna. Su labor era la de mantener el equilibrio entre las cosas. Si un hombre era demasiado feliz o afortunado, los castigaba. Si un hijo desobedecía a su padre, también. Tanto en la desdicha como en la fortuna, la diosa tenía la labor de generar un equilibrio. O al menos eso le había contado su madre.

Independientemente de lo que hiciera, llegó un punto en que no se hablaba con nadie. Encima era una de las repetidoras veteranas. Tanto era así que ella acababa de pasar a tercero y su hermana había entrado en primero ese año. Y eso que era cuatro años mayor que ella. Su hermana había insistido en pasar el rato con ella en los recreos, pero Adrasteia se negó. No quería que la relacionaran con ella por miedo a que la despreciaran del mismo modo. Aura era una buena chica. Lo bastante dulce y simpática como para llevarse bien con todos si se lo proponía. Además, había vuelto a crecer, y ahora la superaba en estatura. Su cuerpo delgaducho comenzaba a desarrollarse y ahora ya tenía las caderas un poco más redondeadas e incluso le habían crecido los pechos. Su cabello castaño hasta la cintura brillaba en destellos dorados cuando le daba el sol, y sus ojos tan verdes como los suyos dejaban a todos los que la miraban sin aliento. Era una suerte que supiera defenderse sola, porque Adrasteia se planteaba seriamente desfigurarles el rostro a todos los chicos que la observaban demasiado.

Desde que renunció a su sueño de convertirse en una boxeadora profesional, había comenzado a entrenar kick boxing con José. El pobre ya estaba medio calvo, pero seguía lanzando unas patadas que acojonaban y era con diferencia mucho más severo que su padre. El primer día casi no pudo llegar al coche de la paliza que recibieron sus piernas. Su hermana como era de esperar aceptó encantada la nueva disciplina. Aunque Adrasteia la pilló un par de veces poniéndole mala cara a José cuando este no la miraba.

Ese día en el patio, Adrasteia se fijó en un corillo de chicos que se reunían en una esquina del recreo. Había gritos y bitores de vez en cuando que llegaban hasta el otro extremo de donde ella se encontraba. Movida por la curiosidad, se acercó para ver de qué se trataba. Uno de los chicos estaba haciendo beatbox mientras los otros soltaban frases que pretendían rimar. Aunque a Adrasteia le parecieron en general bastante lamentables. Hasta que uno de ellos se adelantó. Era moreno con el cabello negro rizado. Bastante más alto que la mayoría de ellos. Y a ojos de Adrasteia, increíblemente guapo. Escuchó atenta como este insultaba a toda la familia del chico que tenía en frente y se cagaba en varios de sus muertos. Para terminar, habló de una posible relación sexual con la hermana de este que lo había dejado poco satisfecho.

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