Añoranza

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Aura salió de casa a toda prisa. Casi no tuvo tiempo de agarrar las llaves. Los gritos continuaban sin interrupción desde hacía más de media hora. Comenzaron con una conversación serena entre Frankie e Iris. Al parecer, él había planeado una tarde con sus amigos en su bar favorito. Iris se había mostrado dolida porque la fuera a dejar sola un viernes por la noche. Ya que ella no tenía amigas con las que salir tras haber roto el contacto con todas. Su padre le había prometido que la llevaría a almorzar a un buen restaurante al día siguiente, pero eso no había sido suficiente para Iris. Le había espetado que ya no hacían nada juntos, y que prefería a sus amigos antes que a ella. Quien debía ser su prioridad. Su padre había intentado hacerle ver que estaba exagerando las cosas, pero a partir de ese punto, los gritos no habían parado.

El tiempo viviendo con su hermana la había hecho olvidar lo mal que sobrellevaba los gritos. Simplemente no podía soportarlos. Su hermana y ella casi no habían discutido, y cuando sucedían desacuerdo los solucionaban ese mismo día. Pero desde luego, Adrasteia no le alzaba la voz.

Ya en la calle, se permitió respirar aliviada. No era la primera bronca de sus padres en aquellos meses, aunque sí había notado como estas iban empeorando a lo largo de las semanas. Todo había sido muy distinto al principio. Sus padres se pasaban el día entre besos y abrazos. En ocasiones sus muestras de afecto eran tan abiertas que había tenido que encerrarse en su habitación para no molestarlos. No le había importado. Ver a sus padres felices era maravilloso.

Les había presentado a Bnet poco después, y habían salido a cenar todos juntos en dos ocasiones. En esos momentos era como vivir un sueño. Eran felices y estaban unidos. Todos salvo su hermana, que continuaba distante con ella. Pero a Aura no le importaba, confiaba en que, si era consciente de su alegría, comprobaría que había sido una buena decisión, y así cambiaría de parecer. La sola idea de imaginarlos levantándose por la mañana para desayunar juntos y poder hablar de cosas triviales la hacía estremecerse se dicha.

Sin embargo, la situación había ido torciéndose poco a poco. Su padre se había asfixiado con la relación. Tras años habituado a su horario de soltero, saliendo cada vez que le apetecía hasta la hora que se le antojaba, tener que lidiar con los caprichos de Iris le había pasado factura.

No se separaban ni un instante. Iban al gimnasio, a la compra y pasaban juntos cada rato de ocio. A Iris esto le parecía lo normal en una pareja enamorada.

Aura empezaba a creer que estaba completamente desequilibrada.

Durante su infancia, su madre le había parecido liberal e independiente. Casi no reconocía a la persona que veía ahora. Celosa, controladora e histérica. Incluso Bnet le había dicho que su madre necesitaba ayuda profesional. Habían discutido por aquello, aunque el tiempo le había dado la razón.

Buscó su teléfono y marcó el primer número de sus contactos.

- Hola, cariño, ¿estás bien?

El simple sonido de su voz lograba hacerle recuperar la calma. Aura desaceleró sus pasos, dejando que el aire volviera a llenar sus pulmones.

- Sí, pero han vuelto a discutir y no podía seguir en casa.

- Ven a la mía si quieres.

- No, tranquilo. De todos modos, vas a salir con tus colegas en un rato. Con hablar un poco es suficiente.

- Siempre rechazas mis ofertas cuando estás mal Aura. Si prefieres que demos un paseo, dime dónde estás e iré.

Aura sonrió a su pesar. Últimamente era el único que lograba hacerlo.

- Me da la impresión de que siempre que nos vemos es porque estoy triste o agobiada. Y eso no es justo para ti.

- Estás pasando una mala racha. Todos las hemos pasado, y no te voy a querer menos por eso.

Aura apretó los labios notando como las lágrimas acudían.

- Quiero remediar la situación lo antes posible para poder ser yo la que te haga reír.

- Me haces más feliz de lo que crees. Y para salir de ese círculo que no para de hacerte sufrir, solo tienes que llamar a tu hermana.

- No parece querer saber nada de mí – bufó Aura -. Siente que escogí a mis padres en vez de a ella. No creo que me vaya a perdonar con facilidad.

- Conozco lo suficiente a Némesis para saber que está deseando que vuelvas a vivir con ella.

- ¿Cómo sabes eso?

- Porque tendrías que ver el cambio que ha pegado. Se ha vuelto una rapera muy cruel en el escenario. Antes usaba más el ingenio y el doble sentido, ahora ataca con lo que más puede dolerle al rival. Al público le encanta porque da grandes espectáculos, pero ella no era así al principio. Está amargada desde que no estás con ella.

- Si eso es cierto, ¿por qué no habla apenas?

- Supongo que querrá mantener la distancia hasta que tú misma te des cuenta de que vivir con tus padres no es sano para ti.

Aura suspiró.

- Las cosas se han ido torciendo tan lentamente que apenas me he dado cuenta.

- Lo sé, y ya sabes cómo ponerle remedio.

Aura alzó la vista al cielo. Solo tenía que agachar la cabeza y reconocerle a su hermana que tenía razón. Que sus padres la habían estado ignorando, al principio por su deseo de estar solos y disfrutar como pareja. Y después por las constantes peleas. Al final, nunca tenían tiempo para ella. Por mucho que tratara de decirse que habían salido a cenar juntos o que habían pasado unos cuantos buenos momentos, la realidad era que les estorbaba.

Se preguntó si sería capaz de tragarse su orgullo para reconciliarse con su hermana. 

NÉMESISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora