Declaración

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Adrasteia no logró dormir en toda la noche. Sentía un intenso dolor en el pecho, que se entremezcló con algo similar a la ansiedad. No paró de dar vueltas en la cama rememorando cada palabra y gesto que había compartido con Wos. Por mucho que se repitiera que había hecho lo correcto, tenía las mismas sensaciones desagradables que cuando se enteró de que Partidas le había puesto los cuernos. Salvo que, en este caso, no había habido infidelidad. Simplemente sentía la ruptura intensa y desgarradora cuando dos personas rompen un vínculo. Muy similar a lo que había experimentado cuando su hermana se marchó.

Se dijo a sí misma que aquello era momentáneo. Debía sufrir por unas semanas para librarse de un daño más duradero. Su cautela era una protección, aunque en aquellos momentos se planteaba la posibilidad de ir hasta la habitación de Wos para lanzarse a sus brazos.

Tras horas contemplando el techo, se levantó para someter a su cuerpo a una larga sesión de flexiones. No se detuvo hasta que sintió que sus músculos ardían, y que el sudor caía por su rostro. Luego se dio una rápida ducha con agua fría, a pesar de las bajas temperaturas, y calló rendida en la cama.

La despertaron los inconfundibles golpes de Chuty en la puerta de su habitación. Aún con los pensamientos nublados por el cansancio, recordó a duras penas que debían tomar un vuelo en pocas horas.

Saltó de la cama ligeramente mareada y avisó a Chuty de que ya estaba recogiendo sus cosas.

Se vistió y preparó la maleta en menos de diez minutos. Aprovechó para ponerse un chándal de su colección y hacerse una coleta alta. El calor de las prendas, sumado a la comodidad que le proporcionaban la hicieron sentir mucho mejor. En cuanto tomara su desayuno estaría lista para el largo vuelo que se avecinaba. Lo cierto es que la falta de sueño le vendría genial para dormir durante la mayor parte del trayecto.

Animada por el pensamiento, buscó a Chuty y Skone para bajar a desayunar al comedor.

- Wos nos contó lo de ayer – dijo Skone entre bostezos -. Os llevasteis un buen susto.

Adrasteia rememoró el incidente con los tres chicos mientras tomaba su macedonia de frutas.

- No fue para tanto. Estaban demasiado borrachos para tenerse en pie.

- Les diste una buena lección a lo Bruce Lee – bromeó haciendo lo que parecían ser golpes de kárate.

- Más o menos. Fue suficiente para salir de allí.

- Hablando de la doncella en apuros – dijo Chuty haciendo un gesto con la cabeza en dirección al trío de argentina.

- ¿Qué onda pibes? – los saludó Trueno tomando sitio junto a Skone.

- Le estábamos pidiendo a la valerosa guerrera que nos narrara sus hazañas en combate, pero le ha dado por ser humilde – explicó Chuty.

- Sí, menos mal que la damisela nos dio bastantes detalles.

Wos rodó los ojos, visiblemente irritado. Al parecer estaba tan afectado como ella tras la discusión.

- Déjenlo, se levantó con el pie izquierdo – dijo Papo palmeándole la espalda.

Adrasteia no tenía claro si pretendía ser amigable o cabrearlo aún más.

- ¿Qué te pasa? – inquirió Skone - ¿Tienes resaca?

- Sí – bufó Wos levantándose por su comida. Ni siquiera la miró.

Bien, pensó ella, seguramente había creído que era una chica fácil, y había acabado con dolor de huevos por arrogante. Se lo tenía bien merecido.

Decidida a no dejar que le afectara, se enfrascó en una amigable conversación con el resto del grupo. Hizo grandes esfuerzos por no mirar en su dirección, incluso cuando este tomaba la palabra. Una parte de ella sintió gran alivio al saber que no volvería a toparse con él en varias semanas, con suerte incluso meses. Cuando volvieran a verse, se limitaría a ignorarlo como en ese momento. Saludos cordiales y muchísima distancia.

- Adrasteia, ¿puedo hablar contigo?

La voz de Wos sonó fuerte y profunda, e hizo que todos en la mesa guardaran silencio. Los chicos los observaron a uno y a otro de forma alternativa, como en un partido de tenis. La pregunta la pilló tan desprevenida que en un principio no se acordó de alzar la vista de la mesa. Pero cuando sus miradas se encontraron, notó como una oleada de calor ascendía por su cuerpo hasta llegar a sus mejillas. Los ojos de Wos eran los únicos capaces de producirle sensaciones como aquella en apenas segundos.

- Necesito decirte algo – insistió Wos al ver que ella no respondía.

- Habla entonces – contestó con un tono más nerviosos del que pretendía.

- Preferiría hacerlo a solas.

Un suave murmullo se extendió por la mesa.

- Ambos comprobamos ayer que estar solos no sirve de nada.

Las fosas nasales de Wos se dilataron, al igual que sus pupilas, sin embargo, se puso en pie y se plantó frente a ella. Hizo girar su silla, apoyando ambas manos en el respaldo. De modo que ella quedaba atrapada entre sus brazos, con su rostro a pocos centímetros de su cara.

- Lo que te dije ayer, era verdad. Me gustas desde el día en que te vi. He tratado de conquistarte estos días. Pero se ve que tu primera relación fue lo bastante jodida para que te niegues a empezar otra. Incluso aunque una parte de ti sepa que sería diferente conmigo. Así que, Adrasteia, ¿quieres conocerte conmigo?

Probablemente muchas considerarían aquel discurso increíblemente romántico y sincero. Desgraciadamente, ella no estaba habituada a aquel tipo de actos sentimentales, así que solo supo responder:

- ¿A qué te refieres con conocernos?

Skone trató de sofocar la risa, igual que los demás. Pudo ver por el rabillo del ojo que Chuty se tapaba la boca.

- No te pido que seas mi novia, porque sé que no estás enamorada de mí. Tú dijiste que no nos conocíamos lo suficiente, así que te pido que te comprometas conmigo, para que lleguemos a saber lo suficiente el uno del otro, como para que tu vena racional quede satisfecha.

- La declaración más lógica que he escuchado – bufó Skone ganándose una media sonrisa de Wos.

- ¿Así que tu propuesta es que nos mandemos mensajes como haría con cualquier amigo? – inquirió Adrasteia frunciendo el ceño.

- Con la diferencia de que a mí me deseas, al igual que yo a ti.

En esa ocasión, los chicos no pudieron contenerse. Hasta Papo se levantó de la mesa tras dar una palmada en ella.

- Es muy arrogante que des eso por sentado – espetó ella tratando de contener una sonrisa.

- Y muy cobarde que tú te lo niegues a ti misma – dijo antes de ponerse de cuclillas frente a ella -. Sabes que lo nuestro funciona, tenemos química, simplemente necesitamos saber más el uno del otro. Tomémonos estos meses para hablar, y ya veremos lo que pasa cuando nos volvamos a ver.

Adrasteia suspiró frunciendo los labios. El muy cabrón sabía escoger las palabras adecuadas. Y para qué negarlo, le estaba dando justo lo que ella quería. Así que, para alegría de todos los presentes, aceptó.

De pronto, movimos por la necesidad, ambos se incorporaron para fundirse en un abrazo. 

Los chicos los corearon, festejando a la futura pareja. Pero cuando se besaron ante todos los presentes, las ovaciones se extendieron por todas las mesas del comedor. 

NÉMESISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora