Ponerse al día

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Aura aguardaba sentada en el sofá. El tic nervioso en su pierna la ponía aún más histérica. Aunque era incapaz de permanecer inmóvil por mucho que lo intentara. Llevaba tanto tiempo sin ver a su hermana, que no sabía ni cómo reaccionaría al verla.

Tras pasar toda su vida viéndose a diario y entrenando juntas, los meses distanciadas se habían convertido en años para ella. Además, Aura se sentía diferente. Costaba definir cuál había sido el detonante, pero se notaba más fuerte, más decidida. Con menos miedo. Incluso su visión ante el espejo había cambiado.

Lejos habían quedado el asco y el desencanto por sus huesos puntiagudos. Ahora su figura había recuperado gran parte del peso perdido. Las horas de baloncesto habían vuelto a tonificar sus músculos. Además, el exceso de comida basura que ingería por culpa de Bnet le había ensanchado las caderas y los muslos. Se veía tan femenina y poderosa como antes del incidente. Y estaba deseando ver la cara que pondría su hermana cuando notara su cambio.

Tras preparar su maleta e informar a sus padres de que regresaba con su hermana, estos habían tratado de persuadirla en un par de ocasiones. Aunque finalmente colaboraron. Incluso llegó a escuchar como Iris le decía a Frankie que estar solos sería bueno para su relación. Por lo que su padre le había asegurado que la ayudaría a desmontar los muebles de su cuarto para llevarlos al piso de nuevo. Hasta entonces, le tocaba dormir en el sofá, o en casa de Bnet.

Los recuerdos lograron sonrojarla. Desde aquella primera vez, había habido dos más. Cada cuál superior a la anterior. Aura sabía que el sexo podía llegar a ser maravilloso entre dos personas que se aman y se respetan. Pero jamás imaginó que le resultaría tan fantástico. Algo le decía que Bnet era más habilidoso que la mayoría de los chicos.

Aura seguía con sus divagaciones cuando escuchó el sonido de la cerradura al girar. Ataviada con un chándal con un estampado estelar, Adrasteia cruzó el umbral de la puerta. En cuestión de segundos, los ojos de su hermana se llenaron de lágrimas, como los de ella. Y ambas se fundieron en un intenso abrazo.

- Te he echado mucho de menos – susurró Adrasteia acariciándole el cabello.

- Y yo a ti.

Era difícil saber cuánto duró el abrazo. Pero cuando se separaron, ambas necesitaron sonarse los mocos, e incluso lavarse la cara para refrescarse. A partir de ahí, los sollozos se convirtieron en sonrisas. Tenían mucho de qué hablar, por lo que, tras meter una pizza en el horno, se acomodaron en el sofá para ponerse al día.

Eran pasadas las dos de la mañana cuando, en opinión de Aura, habían llegado a la parte verdaderamente interesante.

- Tenías que haber empezado por ahí – se quejó haciendo exagerados movimientos con las manos -. Ya sabes que me gusta que me cuentes las cosas de las batallas, pero entre Bnet y tú, empiezo a aborrecer el freestyle.

- Bueno, querías que te contara lo que había pasado estos meses, y lo he hecho – comentó Adrasteia tomando un sorbo de agua -. De haber sabido que la parte con Wos era la más relevante para ti, me habría saltado todo lo demás.

- Como ya he dicho, no es que no me interese, simplemente lo otro es más divertido. Aún no me creo que se declarara delante de todos.

- Bueno, técnicamente no estaban todos los raperos y miembros del jurado allí. Aunque dudo mucho que no se acaben enterando. Es probable que lo utilicen en nuestra contra en el futuro.

- ¿Eso no es rozar el límite de la ética de las batallas?

Adrasteia se encogió de hombros.

- Depende de a quién le preguntes.

- Ya estás maquinando posibles respuestas verdad.

- No lo dudes. Ha llegado un punto que casi me vuelvo paranoica sobre lo que utilizarán para atacarme – dijo soltando una carcajada.

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