En la vida siempre te topabas con momentos de pausa. Eran instantes felices que aguardaban hostias de realidad. Adrasteia había estado disfrutando de esa pausa durante un par de meses desde el desencuentro con su padre. Había encontrado a un entrenador que las valoraba a ella y a su hermana. Un novio con el que había empezado a practicar su freestyle. E incluso se había atrevido a retar a uno de sus amigos en la plaza. Aunque estuvo lejos de alcanzar la victoria.
En casa, todo seguía en calma. Principalmente porque casi no veían a su madre. Era como una compañera de piso que no daba ruido. Así que por esa parte no tenía queja. Iris estaba tan obcecada en su pérdida de peso y preservación de la juventud, que apenas comía. Aunque procuraba tener la nevera abastecida para sus hijas.
En la escuela, nadie la insultaba. Sus notas seguían siendo un desastre, pero tenía los recreos para desahogar su frustración con el rap. Se había habituado a escucharlo constantemente. Incluso practicaba de vez en cuando en su habitación poniéndose bases. No era especialmente buena. Aunque la realidad era que, salvo Partidas, ninguno de ellos daba demasiado la talla.
En el gimnasio continuaban las hostilidades con Guillermo y sus secuaces. Y ella aprovechaba cada oportunidad para soltar su rap. Una vez, Guillermo intentó responderle. Él mismo era aficionado a la Fms de España. Fue tal el ridículo, que estuvieron riéndose de él casi dos semanas.
Y lo más importante de todo, su hermana pequeña era feliz. Tenía a sus amigas, unas calificaciones excelentes y sabía lo que quería ser en el futuro. Policía.
Cuando la escuchó declarar sus aspiraciones, Adrasteia comprendió lo desorientada que se encontraba ella. Después de descartar su sueño de ser boxeadora profesional, no había vuelto a plantearse un nuevo objetivo realmente. Se limitaba a arrastrar la mochila por los pasillos del instituto y hacer el tonto en las plazas con sus amigos.
No sabía qué sería de ella en el futuro. No había ninguna profesión que verdaderamente la atrajera. Todo lo que la obligara a permanecer durante horas sentada en una silla estaba descartado. Podría ser entrenadora de boxeo, aunque todavía le quedaba mucho por aprender. Además, no se veía a sí misma como tutora de nadie. Bastante tenía con cuidar de su hermana.
Adrasteia bufó frustrada frotándose la cara. Llevaba un rato tratando de rimar con palabras al azar y había sido poco menos que patético. Faltaba menos de media hora antes de ir al gimnasio, y después había quedado en casa de Partidas. Llevaba cinco días evitándolo con la excusa de que le había bajado la regla. Pero no iba a poder evitar el sexo mucho más tiempo. Como Partidas solía presumir con sus colegas, tenía la lívido por las nubes. Y más con una chica como ella al lado. Aquello podría sonar halagador. Sin embargo, cuando sabes que te aguardan diez minutos de escozor y dolor, y toda una noche de molestias, aquello parece más una amenaza que un piropo.
Fue al gimnasio con un humor de perros. Su resignación al sufrimiento en la cama despertaba su lado más feroz en el cuadrilátero. Si no iba a poder evitar el dolor cuando se sentara al día siguiente en clase, al menos se ocuparía de que el idiota de Guillermo tampoco pudiera acomodarse en el banco para cambiarse los zapatos.
- ¿Te pasa algo? – inquirió Aura con las manos en las caderas.
- No es nada. Simplemente me siento especialmente motivada.
- Vale – dijo alzando una ceja -, pero ten cuidado. Guillermo no diferencia entre hombres y mujeres. Si no te proteges, te acribillará.
- Tranquila, es kick boxing, y ese tocapelotas no sabe usar las piernas.
Su hermana tenía razón en una cosa, Guillermo no hacía distinciones. Para él, un rival, era alguien a quien machacar y humillar. En especial cuando ese alguien había estado burlándose de él constantemente. Pero Adrasteia también estaba en lo cierto, Guillermo no tenía flexibilidad ni coordinación en las piernas. Fue capaz de acertarle dos veces en los costados, provocando unos hematomas casi instantáneos. Sin embargo, la ira y las ansias de Adrasteia por desfogarse eran superiores a cualquier daño temporal. Sus golpes fluían con precisión. Era plenamente consciente del hermoso espectáculo que estaba dando. Sus compañeros la coreaban. Animándola a darle una lección al idiota que siempre los martirizaba. Llevada por el poder de la adrenalina y la perfección que daban los años de entrenamientos, se desplazó hasta colocarse a la izquierda de Guillermo y le lanzó una fuerte patada directa al encuentro entre la espalda y la curvatura del trasero. Fue tal el impacto, que incluso ella misma pudo sentir el dolor reflejado en el grito de Guillermo.
Cristian detuvo el combate. Aquel golpe estaba más que prohibido en sus clases.
Adrasteia casi no le prestó atención al sermón sobre integridad en el deporte. Solo podía recordar los bitores de sus compañeros que todavía le sonreían. Únicamente su hermana, que siempre se había mostrado aprensiva ante la violencia, la observaba inexpresiva.

ESTÁS LEYENDO
NÉMESIS
FanfictionAcostumbrada a los rings de boxeo, Némesis jamás pensó que llegaría el día en que acabaría subida a un escenario. Como tampoco imaginaba la fuerte atracción que surgiría entre ella y uno de los raperos más famosos de argentina. Esta es su historia.