Rutina

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La vuelta a lo cotidiano fue tan natural para Aura, que comprendió hasta qué punto había sido una tortura la vida junto a sus padres. Estos no se molestaron en escribirle una vez que la hubieron ayudado con la mudanza. Su madre ni siquiera hizo el intento como en ocasiones anteriores de llamarla y fingir un mínimo de interés. Aquello fue doloroso, pero al menos tenía a su hermana y a Bnet para consolarla.

La relación entre Adrasteia y él había pasado de la formalidad, a una extraña amistad. Había cierta complicidad entre ellos, en la que no necesitaban emplear palabras. Ambos buscaban el mismo objetivo, según le había informado Adrasteia, que ella fuera feliz. Y mientras sus prioridades continuaran así, la confianza permanecería.

Por otro lado, aprovechando que las competiciones eran nacionales, y que avisaban con tiempo, Adrasteia procuró asistir a la mayoría de sus partidos. La impresionó lo mucho que había mejorado. Hasta le preguntaba a Bnet si tenía posibilidades como profesional. A lo que él siempre insistía en que sí, pero que eso tenía que decidirlo ella.

Y lo cierto es que por mucho que le gustara, no la entusiasmaba. Era un deporte con el que mantener su cuerpo y su mente sanos. Sin embargo, ella sabía que no deseaba dedicarle toda su vida.

El problema radicaba en lo mucho que la avergonzaba tener que admitir que lo que de verdad la apasionaba era la moda. En concreto, la alta costura. Era un sueño muy ambicioso. Después de haber aprendido algo de patronaje por su cuenta y haber empezado a confeccionar sus primeras prendas, reconoció en ellas lo mucho que le faltaba para ser una profesional. Sin embargo, como en cualquier disciplina, con práctica y esfuerzo, sabía que lo lograría.

Una tarde, Adrasteia entró en su habitación mientras ella estaba cosiendo el dobladillo de una falda a mano, para preguntarle si la acompañaría a hacer la compra. Tras dejar la prenda a un lado, se calzó unos zapatos, ignorando la intensidad con la que su hermana observaba su mesa de trabajo, plagada de agujas, hilos de diversos colores y otros materiales.

No fue hasta el camino de vuelta, con las manos cargadas que su hermana por fin le preguntó:

- ¿Llevas mucho cosiendo?

- Bueno, al principio solo hacía pequeños arreglos a la ropa que me ponía, o la que te pedía para las batallas. Ahora compro alguna tela que me gusta de vez en cuando y trato de hacer vestidos o faldas.

- Me encantaría ver lo que has hecho hasta el momento.

Aura apenas contuvo la ilusión que le hacía aquello. Bnet no era una persona al que la moda llamara la atención. Encima, desconocía esa faceta de ella. Aunque la había visto con varias prendas que ella misma había hecho, en ningún momento pensó que no eran compradas en alguna tienda. Y ella, no lo sacó de su error.

Ya en casa, tras guardar la comida, fue a su armario para mostrarle las distintas faldas y sencillos vestidos que había hecho. Su hermana las examinó con calma. La mayoría eran de estampados coloridos y florares. Muy alejado de lo que ella solía usar.

Le pidió que se probara las prendas para ver los detalles. Así que, durante casi una hora, Aura fue modelo de pasarela. Caminando de un lado de la habitación a otro. Y narrando los detalles que su hermana pasaba por alto.

- ¿Para esto no necesitas máquina de costura? – inquirió al cabo de un rato viendo la multitud de puntadas que llevaban la mayoría de las prendas.

- Hubiera sido más rápido. Pero están todas hechas a mano.

Su hermana asintió conforme, aunque no volvió a sacarle el tema de nuevo. Sin embargo, días después, cuando regresó de su entrenamiento de baloncesto, se topó con una máquina de coser sobre la cama de su habitación. No pudo contener la emoción. Se lanzó a los brazos de su hermana que aguardaba su reacción en el marco de la puerta.

- ¿Esto es lo que te apasiona de verdad? – le preguntó todavía abrazándola.

- Sí – reconoció con los ojos llenos de lágrimas.

- Pues entonces tienes todo mi apoyo.

Tras agradecerle el regalo una decena de veces, y con la generosidad que la caracterizaba, Aura añadió:

- Te voy a hacer un montón de prendas con esta máquina. Ya lo verás. Vas a ser la rapera mejor vestida de toda España y Latinoamérica.

- Me alegra oírlo. Aunque diría que ya lo soy.

- Vas a estar impresionante aún más impresionante – continuó con un millar de ideas en la cabeza gracias a la multitud de posibilidades que le habría aquel objeto -. Cuando volváis a veros Wos y tú, no te podrá quitar los ojos de encima.

Adrasteia soltó una carcajada antes de asentir.

- Me parece bien – dijo su hermana con un brillo especial en sus ojos verdes.

- Uy, esa carita me dice que las cosas entre vosotros van mejor que bien.

Un leve rubor cubrió las mejillas de su Adrasteia, que apartó la mirada avergonzada.

- Por ahora, solo bien. Cuando nos veamos en dos semanas, ya se verá.

Aura permaneció inmóvil por unos segundos, en tanto aquellas palabras cobraban sentido para ella.

- ¿En dos semanas? ¿Pero hay algún evento?

- No, simplemente viene a verme.

Aquello sí que era una buena noticia, pensó Aura. Volvió a lanzarse a los brazos de su hermana eufórica al ver lo bien que iban las cosas.

- Debe estar super colado por ti.

- Diría más bien que trata de llevarme a la cama.

- ¿En serio? ¿Es solo por sexo?

- Es un chico. Es inevitable que piense en esas cosas. Y últimamente hablamos demasiado de ese tema.

- ¿Y eso es malo?

- En absoluto, cada vez me siento más cómoda. Y estoy ansiosa por volver a verle, pero no puedo evitar ponerme nerviosa al imaginar lo que va a pasar tarde o temprano.

- Seguro que todo acaba saliendo genial. Ya no eres esa adolescente asustada que no se atrevía a decir lo que pensaba. Ahora tienes la fuerza y la confianza suficiente para hablarle con franqueza si algo no te gusta.

- Eso espero. A veces me resulta abrumadora la influencia que tiene sobre mí. Siento que tiene un poder que preferiría que solo me perteneciera a mí.

- Esa es parte de las consecuencias de enamorarte. Entregar parte de ti a la otra persona – dijo tomándola de la mano - ¿Tú confías en él?

- Sí. No me ha dado razones para pensar lo contrario.

- Entonces es cuestión de tiempo que elimines todas esas barreras.

Su hermana asintió.

- Esperemos que sea tan buen amante como Bnet – suspiró pellizcándole la mejilla a Aura.

- Bueno, podríamos aprovechar que viene a verte para salir a comer los cuatro juntos. Seguro que Bnet le puede dar algún consejo mientras vamos al baño.

Tras soltar un bufido, ambas se echaron a reír. 

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