Iris no solía contarles las historias de los dioses griegos completas. Su hermana lo descubrió una tarde que no les habían mandado muchos deberes. Ella estaba haciendo abdominales cuando Aura le empezó a leer el relato de la diosa que llevaba su nombre.
Al parecer, la diosa Aura era tan rápida como brisa. Y una cazadora extraordinaria. Lo que su madre no les había contado era que como correspondía a una diosa tutelar, también era virgen. Y estaba muy orgullosa de serlo. Cierto día, cuando salió de cacería con su prima Artemisa, se burló de ella diciendo que su cuerpo era demasiado femenino para ser virgen.
Artemisa sin embargo no era una diosa que se tomase las ofensas sobre ese punto tan a la ligera. Así que habló con Némesis, la diosa de la venganza, para pedir que se cobrara esta ofensa convirtiendo a la chica en piedra. Pero Némesis se abstuvo de actuar de esa forma señalado que no atacaría a la hija del titán Lelantos. Aunque prometió a la diosa que tal ofensa no quedaría sin castigo. Dioniso, que en esos tiempos andaba por esos bosques en compañías de sus sátiros, bacantes y otras bestias, se encontró con Aura y la persiguió hasta que finalmente la violo. Fruto de esa unión, Aura quedó embarazada de gemelos, y tal acto terminó por enloquecerla. Durante el embarazo, Artemisa solía acercarse a ella y decirle cosas como: «mojigata, por qué vas tan despacio y ya no vuelas como el viento y corres ligera». Desde luego Artemisa sabía cómo hacer daño.
Cuando nacieron los gemelos, después de un parto largo e interminable, provocado también por Artemisa como parte de su venganza, Aura en su locura agarró a uno de los bebés y lo descuartizó. Artemisa vio con horror el acto de esta madre desnaturalizada y salvo al segundo niño, antes de que Aura lo matara y escapó con él. Aura sin embargo no superó la locura de haber sido violada y haber engendrado vástagos al dios de los excesos. Por lo que, finalmente se lanzó de los acantilados para morir ahogada; Zeus la transformó en fuente del río Sangario, río que corre por la región de Frigia.
Adrasteia no tenía dudas de porqué Iris no les había contado la historia completa. En general no había relato griego que no contuviera violaciones, muertes u otra clase de atrocidades. Y ahora podían decir que su vida era como uno de esos cuentos.
Su hermana no le había dado detalles. Lo comprendía, porque ella misma no había querido hablar con ella de sus relaciones con Partidas. Ahora menos que antes.
Estaba envuelta en la depresión cuando se puso a escribir. En un principio le pareció un intento de poesía. Pero pronto acabó poniendo una base y rapeando sus letras. Lo hacía desde por la mañana hasta que se iba a la cama. Escribir la aliviaba. Expresar sus sentimientos sobre el papel era como lanzar una a una las piedras que cargaba en su espalda.
Aura la escuchaba en silencio, siempre con un libro en el regazo. Hasta que un día le confesó que le gustaban sus letras.
Adrasteia no había vuelto a las plazas. Ni siquiera había vuelto a hablar con Partidas. Su relación acabó el día que Aura le pateó el culo.
Su padre en cambio, no se lo había puesto tan fácil. Se estuvo alojando en casa durante todo el tiempo que su hermana estuvo en el hospital. Pagó el abogado, y consiguió una indemnización. Aquellos cabrones estaban entre rejas, y ya nadie las molestaba.
No querían regresar al instituto. Al menos no a ese. Todos sabían lo que le había ocurrido a su hermana. Y no iba a exponerla a las miradas de compasión de una panda de niñatos.
- Quiero marcharme a la ciudad – le dijo a su padre y a su madre sentados en el comedor.
- Bien – asintió su padre -. Puedo buscaros un apartamento para las tres.
- Hablo de Aura y yo. Con el dinero de la indemnización podremos mantenernos hasta que yo encuentre trabajo y ella pueda retomar sus estudios.
- ¿Pero qué estás diciendo? – espetó Iris -. Ni siquiera has cumplido los dieciocho.
- Los cumplo el mes que viene. Nos instalaremos entonces.
- ¿Y en qué piensas trabajar?
- Bueno – comentó llevándose las manos a los bolsillos -, deduzco que no te costará encontrarme una pelea. Estoy dispuesta a competir si es necesario.
- No sabes lo que estás diciendo Adrasteia.
- Otra opción – continuó dando un paso al frente -, es que me consigas trabajo como entrenadora. Tengo experiencia suficiente para encargarme de unos principiantes. Sean de la edad que sean.
Su padre asintió.
- Supongo que podré encontrarte algo. Pero no es necesario que trabajes. Yo puedo manteneros a las dos. Ya lo hago de hecho.
- Prefiero ganar mi propio dinero.
- Como quieras.
Tras aquella conversación, Adrasteia regresó a su habitación. Se entretuvo escuchando las batallas de la Fms de México. Eran con diferencia los más divertidos de todos.
- ¿Por qué no te apuntas a una batalla de esas? – dijo Aura observándola desde su cama.
- Porque no soy lo bastante buena.
- ¿Quién lo dice?
- Lo digo yo. Esta gente está a otro nivel.
Aura se encogió de hombros y volvió a bajar la vista a su libro.
Adrasteia trató de concentrarse en la competición, pero las palabras de su hermana continuaban en su cabeza. Llevada por el impulso, buscó la fecha de inscripción para la redbull de ese año. Todavía le quedaban varios meses antes de que comenzaran las dos semanas que tenía para mandar el video.
Adrasteia alzó la vista para encontrarse con la sonrisa de su hermana que la miraba de reojo.
- ¿Qué puedes perder?

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NÉMESIS
Fiksi PenggemarAcostumbrada a los rings de boxeo, Némesis jamás pensó que llegaría el día en que acabaría subida a un escenario. Como tampoco imaginaba la fuerte atracción que surgiría entre ella y uno de los raperos más famosos de argentina. Esta es su historia.