Tras un tiempo alejadas del boxeo y el kick boxing, ambas se apuntaron a las clases que daban en un gimnasio cerca de su casa. Solo había tíos, aunque tampoco es que fuera una novedad en sus vidas. Su nuevo entrenador, llamado Cristian, era un tipo muy majo que las acogió con amabilidad. Y una vez que demostraron su talento, las sumó a su clase avanzada para alegría de ambas. Aunque no tanta para sus compañeros. La mayoría eran veinteañeros que les sacaban una cabeza. Unas máquinas a pleno rendimiento. Pero Frankie y José las habían entrenado bien. Fueron capaces de mantener el ritmo de la clase. Y con el tiempo, comenzaron a subirse a los cuadriláteros con los chicos. Solo había tres que les tocaban las narices con sus bromas.
El cabecilla, llamado Guillermo, con un metro ochenta de estatura. El típico toca pelotas al que le gustaba cachondearse de todos. Tenía una izquierda capaz de dejar inconsciente a un mamut. Y siempre mantenía su cabeza rapada como una brillante bola de billar.
Sus esbirros eran dos idiotas que parecían gemelos. Al menos en lo que a físico se refiere. De estaturas y complexión similares con unos brazos que parecían troncos. Llevaban barbas frondosas y el cabello recogido por una coleta. Una imagen amenazante si te los encontrabas por una calle solitaria. No poseían la técnica más depurada, pero un solo golpe de ellos podía tumbar un camión.
- Utiliza las piernas – susurró Adrasteia agarrándola del brazo.
Aura asintió procurando desacelerar sus pulsaciones. Era primordial subir tranquila al ring. La adrenalina llegaba sola en cuanto sonaba la campana. Le tocaba pelear contra Julian, uno de los idiotas. Este estaba dando pequeños saltos en el cuadrilátero mientras sus amigos lo animaban.
- Debería mantener la distancia – comentó observando detenidamente sus brazos tintados.
- Es demasiado lento como para alcanzarte. Ataca rápido y déjalo k.o.
Aura suspiró, así de simple era su hermana. Como si lo que le estuviera pidiendo no fuera una locura.
Cristian, su entrenador, le hizo un gesto para que subiera y un par de palmaditas en la espalda para darle ánimos. Los iba a necesitar.
En cuanto comenzó la pelea, Julián fue a su encuentro para lanzarle un par de golpes. Aura actuó con celeridad y se desplazó a un lado para obligarlo a moverse. Repitió la acción una y otra vez tratando de desorientarlo. Continuaba moviéndose como la gacela que era cuando lo vio pestañear, ahí atacó sin clemencia. Le asestó un buen par de golpes antes de que Julián lograra subir la guardia y ella se alejara. Oyó los bitores de su hermana y los encomios de su profesor mientras los nervios desaparecían. Se hizo con el combate marcando el ritmo. Julián solo era un amasijo de destrucción descontrolada que no lograba acertar en el blanco.
Después de casi diez minutos de combate sin descanso, Cristian concluyó el entrenamiento.
- Muy bien, deteneos. Julián, no te mueves nada. ¿No te das cuenta de que eres incapaz de alcanzarla porque no te has movido ni un centímetro de tu posición?
- Es que no quería darle, podría hacerle daño – respondió Julián ganándose la mirada reprobatoria de Cristian.
- Tal y como estabas boxeando hubiera sido un milagro si llegabas a acercarte lo suficiente.
Aura luchó por ocultar su sonrisa. Adrasteia en cambio reía en voz baja orgullosa. El día anterior le había dado una paliza a Mariano, el supuesto gemelo de Julián. El tipo todavía tenía la sien levemente hinchada y con unos suaves hematomas violáceos. Era sorprendente que alguien de la estatura de su hermana hubiera sido capaz de acertar semejante golpe. Aura había fantaseado con aquel momento apoteósico cuando vio a su hermana impulsarse con sus fuertes piernas hasta quedar a la misma altura que Mariano, y luego golpearle con todas sus ganas haciendo que este tuviera que retroceder. Las combinaciones que lanzaba su hermana lograron que este tropezara con sus propios pies y acabara sentado. Una humillación apoteósica.
- Lo has hecho genial – dijo Adrasteia dándole un golpe amistoso en el hombro -. José incluso te habría gruñido con aprobación.
Desgraciadamente para ellas, ganar en el cuadrilátero no te libraba de las bromas punzantes de Guillermo. Incluso después de haber reventado a sus acompañantes.
- Mira que pedazos de tetas le están saliendo a la diosa griega – comentó Guillermo mientras Adrasteia se cambiaba la camiseta sudada por otra limpia.
Su hermana le dedicó su mirada más condescendiente. Llevaba un top negro que realzaba la curva de sus senos y dejaban a la vista su cintura y abdominales. Si había algo que Adrasteia tenía, era seguridad en sí misma. En especial cuando se trataba de su cuerpo.
- ¿Qué te pasa mojigato? ¿Es la primera vez que ves unas? – dijo Adrasteia sosteniéndole la mirada - ¿O es que ya estás cansado de magrear tantos pectorales peludos?
Aura apretó los labios para no reírse. Su hermana tenía la mente muy rápida, aunque era preferible no cabrear a tipos como Guillermo. Se rumoreaba que le había dado una paliza a un chico que antes entrenaba en aquel gimnasio. El chaval había acabado tan magullado que nunca regresó.
- Menudo marimacho estás hecha – continuó Guillermo cortando distancia -. Te hace falta un buen polvo. Tal vez así se te quite esa cara de estreñida.
Adrasteia sonrió mostrando sus dientes blancos y delineados. Aún cubierta de sudor, su piel dorada parecía caramelo derretido y sus felinos ojos brillaban desafiantes tras la actividad física. Decir que su hermana era atractiva, era quedarse corto.
- Mi tránsito intestinal funciona perfectamente. Eres tú el que parece haber estado bebiendo detergente. Así que deja de actuar como un zoquete. Todos saben que en tus ratos libres les chupas a esos dos el pene.
Los compañeros que habían permanecido en silencio escuchando el diálogo que ambos mantenían, estallaron en gritos. Se daban empujones entre ellos festejando la respuesta de Adrasteia. Aura estaba al día en las batallas de rap, pero nunca había escuchado a su hermana hacer freestyle.
La cara de Guillermo y sus compañeros eran una combinación de sorpresa y promesas de venganza.
Aura sonrió, parecían olvidar que Adrasteia era la diosa de la venganza.

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NÉMESIS
Hayran KurguAcostumbrada a los rings de boxeo, Némesis jamás pensó que llegaría el día en que acabaría subida a un escenario. Como tampoco imaginaba la fuerte atracción que surgiría entre ella y uno de los raperos más famosos de argentina. Esta es su historia.