NÉMESIS

Fin de la pausa

Adrasteia no era una chica celosa, y Aura lo sabía. Jamás la había escuchado hacer el más mínimo comentario respecto a las muchas admiradoras que tenía su novio. Nada que ver con sus compañeras de clase. Prácticamente todas admitían haberles revisado el teléfono a sus novios en alguna ocasión. Pero su hermana no era desconfiada. Aura estaba casi segura de que ni siquiera se había planteado la posibilidad de que Partidas pudiera estar poniéndole los cuernos.

Averiguarlo no fue difícil. Las fotos estaban subidas a las redes. Partidas había pasado una noche muy interesante el fin de semana que salió de borrachera con sus amigos. El único finde que su hermana no había salido por culpa de un resfriado.

Así que mientras su hermana guardaba reposo en la cama martirizada por no poder acompañarla al instituto, ella observaba paralizada las fotos de Partidas enrollándose con varias chicas. Todo había ocurrido en una discoteca el sábado por la noche. Los amigos de Partidas le habían retado a montarse un trío con dos amigas, y él había aceptado. Lo único que este podía alegar en su defensa, era que estaba más que bebido. En las imágenes se podían apreciar lo rojos y vidriosos que tenía los ojos. Aura dudaba de que la noche con aquellas chicas hubiera resultado verdaderamente productiva.

Su teléfono vibró con su alarma. Adrasteia reclamaba el mensaje que habían prometido mandarse cada hora. Aura debía reconocer que era un coñazo. Sobre todo, porque tenía la ubicación a tiempo real y su hermana podía corroborar que estaba en el instituto sana y salva. Pero después de aquella noticia, le mandó un par de corazones.

Guillermo y sus compinches no habían vuelto a dar problemas. Adrasteia fue contundente cuando habló con ellos en el gimnasio. Tanto Guillermo como Julián y Mariano aspiraban a ser boxeadores profesionales, y no lo conseguirían si tenían un historial de maltrato a menores. Las hostilidades entre Adrasteia y Guillermo se mantuvieron, pero solo fueron una vuelta a la normalidad. Aun así, su hermana seguía sin fiarse del todo.

- Es imposible predecir del todo las acciones de un demente – le había dicho la noche del sábado - Si le añades dos gilipollas más a la ecuación, tienes el desbarajuste que supone esta situación.

Aura estaba más que dispuesta a ser precavida. Y por eso fue a hablar con Partidas. Este se encontraba en un extremo del patio en mitad de una batalla de tres contra tres. Tuvo que aguardar hasta que finalizaron con el equipo de Partidas como vencedor para poder charlar con él a solas. Y lo que descubrió no le agradó en absoluto. No solamente no estaba arrepentido, sino que además culpó a su hermana.

- Parece que siempre está con la regla. Llevábamos casi dos semanas sin acostarnos – espetó encogiéndose de hombros -. Soy un hombre. Era de esperar que esto acabara así.

Aura ni siquiera se planteó las posibles consecuencias. Se lanzó al ataque con puños y patadas. Fue tal la sorpresa de Partidas que ni siquiera pudo alzar los brazos para defenderse. Era como un enorme saco de boxeo predispuesto a sufrir la ira del luchador. Y Aura se descargó de forma satisfactoria. Fueron necesaria la intervención de varios profesores para que dejara de atizarlo.

Luego, llamaron a su madre.

Iris se presentó en el centro dos horas después de que la llamaran. Se había molestado en ducharse y lavarse el pelo antes de acudir al centro. Tan elegante y sofisticada como sabía ser a sus cuarenta y pocos años. La imagen de la madre impecable.

La expulsaron una semana completa. Iris ni siquiera pestañeó. Simplemente asintió y se disculpó en su nombre.

Ya en el coche de regreso a casa, le pidió una explicación. Cuando esta se negó a dársela, no insistió. Solo le mencionó que la próxima vez buscara un lugar menos público.

En contra de su voluntad, Aura sonrió.