Alfajor

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El lugar al que Papo los llevó no era exactamente una cafetería. De hecho, no había ni un solo lugar donde sentarse. Era una pequeña tienda que preparada dulces para llevar. La pastelería en cuestión era famosa por sus alfajores. Dos galletas o más unidas por dulce de leche.

Adrasteia todavía sentía el cuerpo pesado después de todo lo que había comido, pero no iba a desperdiciar la oportunidad de disfrutar de un dulce tan famoso. Además, tenía bocas suficientes en las que depositar los restos que no fuera capaz de ingerir.

- El de la señorita, chocolate con almendras – dijo Papo entregándole su alfajor.

Se habían sentado a la sombra de los árboles en busca de la brisa con su bandeja de alfajores y varias botellas de agua. Adrasteia incluso llegó a separar las piernas ligeramente para que el aire se colara entre sus muslos para refrescarla. Lo primero que haría en cuanto regresara al hotel, sería darse una buena ducha.

Con más curiosidad que hambre, examinó las dos galletas bañadas en chocolate. El olor era un claro aviso calórico. El primer bocado inundó su paladar de dicha y alegría. Era increíblemente dulce, pero estaba espectacular. El crujiente del chocolate y la galleta con el pringoso dulce de leche en el centro. Era como comerte una chocolatina redonda.

Disfrutó con calma del maravilloso alfajor hasta el cuarto bocado. Cuando su estómago comenzó a protestar, y el dulce resultó demasiado empalagoso para su lengua. Necesitó dos buenos tragos de agua para bajar todo el azúcar.

- ¿No te gusta? – le preguntó Skone viendo como dejaba el alfajor en la bandeja.

- Está buenísimo, pero ya he comido bastante por hoy.

- Pues todavía te queda la cena – bufó Skone.

- Las probabilidades de que yo ingiera algo más esta noche, son nulas.

Y verdaderamente así lo creía. Necesitó estar un buen rato en el baño de su habitación para poder rebajar la brutal ingesta de alimentos de esa tarde.

Todos los raperos habían quedado para cenar en el bufé del hotel a las nueve. Y ella ya tenía su siguiente outfit sobre la cama. Este era más sencillo. Eran dos piezas de sedoso algodón blanco. Falda y top. El largo de la falda la cubría por encima de las rodillas y se ajustaba a sus caderas con suavidad. Mientras que el top de media manga le quedaba holgado. Hacía que la piel de sus hombros resaltara dorada y acaramelada. El único coñazo eran los tacones blancos. Le dolían muchísimo los pies después de pasar todo el día caminando. Pero su hermana se había puesto tan contenta con las fotos que le había mandado, que no quería decepcionarla después de todas las molestias que se había tomado.

Se había aplicado un pintalabios rojo permanente para evitar problemas en la comida. Aunque sabía que iba a dedicarse a beber cualquier cosa que no fuera mate.

Estaba poniéndose los pendientes y ajustándose el pequeño colgante cuando llamaron a su puerta. Chuty y Skone se quedaron paralizados observándola de arriba abajo. Ella se limitó a sonreír mientras cerraba la puerta.

- Aura sabe lo que hace.

- Que se meta a estilista, yo le pago el primer mes en la universidad – dijo Skone sacándole una carcajada.

- Vosotros tampoco estáis nada mal. Esa camisa blanca resalta tu nuevo bronceado argentino, Chemi – comentó agarrándose de su brazo -. Y, ese chándal gris Chuty, es muy tú.

- Ese es el talento de Chuty, que puede pasar de estrella del rap a mendigo cuando quiera.

Tal y como había ocurrido la vez anterior, varios MC se quedaron mirándola cuando entró en el comedor. Y algún que otro huésped del hotel también. Azcino y Jonny ya estaban en la mesa comiendo cuando llegaron ellos.

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