Comunicación

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Adrasteia admiraba profundamente a todas las parejas del planeta que eran capaces de llevar una relación a distancia. Sobre todo, si estas vivían en la otra punta del mundo con una diferencia horaria de cinco horas. Podía parecer poco, si el chico en cuestión se acostara y levantara temprano como ella. Pero, no era el caso. Wos nunca se despertaba antes de las doce de la mañana. Y jamás se había ido a la cama hasta pasadas las dos de la madrugada. Si a aquello le sumabas que estaba tratando de sacar un disco, mientras que ella continuaba batallando en las plazas y haciendo publicidad, contaban con un margen de tiempo para comunicarse poco definido y variable.

Los primeros días ella había hecho el esfuerzo de quedarse despierta hasta la una de la mañana, ya que para Wos eran las ocho, y estaba relajado en su apartamento. Pero tras confesarle que no podía aguantar ese horario, decidieron quedar cada día a las cuatro en horario de Argentina, y las nueve en España. De ese modo, ella podía irse a dormir a las once como muy tarde.

Ambos se esforzaron por mantener la comunicación, aunque al final acabaron mandándose mensajes a todas horas. Y simplemente se contestaban cuando podían. Siempre respetando el trabajo del otro, y la necesidad de tiempo libre.

Al principio las conversaciones habían sido más repelentes que amigables. Era como si les costase ser dulces el uno con el otro. Poco a poco, las confidencias aumentaron, y Adrasteia se vio ansiosa por contarle cada cosa divertida o frustrante que le ocurría. Wos, a su ritmo, también comenzó a abrirse poco a poco con ella.

- ¿Y cómo es exactamente la relación con tus padres? – le preguntó mientras se tomaba la cena en la mesa de la cocina.

Habían usado diferentes aplicaciones a lo largo de la relación para comunicarse. Aunque su favorita acabó siendo Zoom. En aquellos momentos, Wos estaba tomándose un Cola-cao con unas madalenas. Ya que, para él, era la hora de merendar.

- ¿Por qué te interesa tanto mi familia?

- No sé, tal vez porque tú lo sabes prácticamente todo de la mía.

Wos negó con la cabeza con una sonrisa bailando en los labios, pero acabó por apartar la mirada mientras retomaba la palabra:

- Es complicado. Ya sabes que vengo de una familia de artistas. Y los artistas suelen tener el ego muy hinchado.

Adrasteia alzó una ceja intuyendo por dónde iba, pero permaneció en silencio.

- Mi madre siempre ha priorizado su trabajo. Pasaba semanas e incluso meses fuera de casa. Para cuando comencé en las batallas, ella y yo ya estábamos algo distanciados. No es que no me llamara, simplemente andaba más preocupada con sus asuntos que con los míos. Y en parte lo entiendo, ella tenía que firmar contratos y tomar decisiones importantes. Yo simplemente batallaba de vez en cuando en las plazas. No sabía que me dedicaría a ello en el futuro.

- ¿La consideras una madre ausente? – inquirió Adrasteia con cuidado.

- Podría decirse que sí. Aunque en mi casa no faltaba la comida, la ropa, ni nada de lo básico. Además, ella fue en cierto modo la que me animó a interesarme por las artes. Tenía una mente muy abierta, y eso me ayudó a explorar diferentes campos, hasta que encontré el que verdaderamente me apasionaba.

- ¿Y qué opinaba tu padre?

- Es demasiado largo para contarlo. Deberías irte a dormir pronto.

- No creas, mañana no me apetece nada tener que salir a correr, creo que hasta va a llover. Así que puedo quedarme un poco más.

Aunque trató de sonreír, Adrasteia notó lo mucho que le pesaba a Wos tener que hablar de su padre. Si la relación con su madre ya le parecía complicada, no se imaginaba lo horrible que tendría que ser la que mantenía con su padre.

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