Placer

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Aprovechando que Bnet estaba en la ducha, Aura volvió a marcar el número de su hermana. Era la tercera vez que intentaba hablar con ella ese día.

Se había enterado tarde que Némesis estaba en pleno vuelo hacia Chile para otra competición de freestyle. Tras comprobar la duración del viaje, calculó que ya debía estar en el hotel. Aun así, continuaba sin dar señales de vida.

Seguramente había apagado el teléfono al despegar y se había olvidado de encenderlo, pensó. Ahora estaría en el hotel recuperando horas de sueño. Así que no la estaba ignorando a propósito.

Se repitió aquella idea varias veces más hasta que su mente la aceptó como una verdad a medias. Tendría que sobrellevar los nervios por el momento.

Se había estado preparando mentalmente para confesarle la mala decisión que había tomado al dejar de vivir con ella. No le gustaba tener que arrastrarse, menos cuando se había mostrado tan confiada y decidida al hacer las maletas. Solo esperaba que su hermana no se jactara de su victoria, como había estado haciendo en los escenarios.

- ¿Aún no ha contestado? – inquirió Bnet pasándose una toalla por el cabello todavía húmedo tras la ducha.

Llevaba un pantalón de chándal como era habitual en él y una camiseta de manga corta. Le resultó inevitable recorrerlo con la mirada. Había algo increíblemente irresistible en su figura. Le encantaba la sensación de ser rodeada por sus brazos, y el aroma que lo acompañaba.

Habían pasado casi ocho meses desde que comenzaron a salir. Él se había mostrado paciente con ella tras confesarle el abuso que había sufrido de pequeña. Aunque Bnet había sabido de lo ocurrido por las noticias.

Aura no se sorprendió. Había estado tan perdida las semanas posteriores a su violación que no se había molestado en encender el televisor para ver cómo iba el caso. Le bastó con saber que los tres delincuentes habían acabado en la cárcel.

Y ahora, después de tanto tiempo, sus heridas físicas estaban más que sanadas. Había logrado dejar atrás aquellos malos recuerdos y rehacer su vida. Una parte de ella sabía que sus años de entrenamiento habían sido claves para ayudarla a controlar sus pensamientos. Eso le permitió sobrellevar lo ocurrido, y con el paso de los meses, simplemente continuar. Había perdido una batalla, pero ganaría la guerra.

- Supongo que continúa con el teléfono apagado. O en modo avión – dijo dejándole espacio en la cama para que se sentara a su lado.

- Nunca habéis sido personas muy apegadas a vuestros móviles – observó Bnet.

- Teníamos otras prioridades – admitió Aura recordando su infancia -. Tampoco nos hizo falta. No se nos daba demasiado bien socializar en persona, y menos aún a través de una pantalla.

Bnet asintió.

- Yo tampoco soy muy fan de hablar por mensajes. Prefiero el cara a cara.

- Quizás debería esperar a que regresara de Chile. Adrasteia también prefiere tratar los asuntos de frente.

- Esa decisión es tuya.

- ¿Pero qué harías tú?

- Creo que es este caso hay que darle prioridad a resolver el problema. Y no tanto al medio para hacerlo. Muchas veces posponer los problemas los hace más grandes. Aunque en persona es más fácil evitar malentendidos.

- ¿Me estás mostrando las ventajas y desventajas para que decida yo?

Bnet sonrió encogiéndose de hombros.

- ¿Preferirías otra cosa?

- No – dijo Aura con seguridad -, te quiero así.

Con menos vergüenza que en ocasiones anteriores, Aura se inclinó para darle un beso. Era tan electrizante como la primera vez que lo hizo. Labios suaves y tiernos que le erizaban la piel. Notaba el revuelo en su estómago a medida que el beso se hacía más exigente y su cuerpo reclamaba otra clase de atenciones.

Tal y como le ocurría otras veces, su cerebro lanzó el recuerdo de aquel lugar oscuro y maloliente, y de unas manos rudas y exigentes que trataban de doblegarla. Aura luchó por dejarlas a un lado, y se enfocó en la persona que tenía ante ella. Aquel chico de lengua rápida incapaz de hacerle daño. Se aferró a él con fuerza, mientras continuaba aquella batalla personal en su mente, en la que el deseo y los malos recuerdos se enlazaban.

Iba a vencer, esa tarde doblegaría sus temores, pensó tratando de quitarle la camiseta a Bnet.

- ¿Aura, estás segura? – dijo este agarrando sus manos para que lo mirara a los ojos.

- Necesito sentirte más cerca – susurró eliminando la distancia que los separaba -. No quiero malgastar más tiempo.

Notó como se le aceleraba la respiración a Bnet y se acompasaba a los jadeos de la suya. Aura luchó contra las restricciones de su ropa con la fiereza innata de una guerrera, en tanto Bnet aplacaba su locura descontrolada con una pasión templada que la hizo temblar.

Cuando sus cuerpos se rozaron sin nada que los obstruyera, Aura se permitió unos minutos para abrazarlo. La calidez que desprendía Bnet entibió sus nervios hasta dejarla lánguida en sus manos. Bnet repartió besos suaves por todo su cuerpo, mientras sus dedos dejaban suaves caricias por su piel. No supo en qué instante dejó de pensar en el pasado, y se limitó a vivir el presente. Pero cuando Bnet entró en ella, Aura saboreó el más exquisito de los placeres. 

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