Adrasteia le había propuesto ir a buscarlo al aeropuerto, pero Wos se había negado en rotundo. Prefería que su reencuentro no fuera con espectadores. Así que Wos le había pedido como favor personal a Bnet y Aura que le recogieran y les dejaran el piso vacío por esa noche.
Ansiosa por su llegada, había limpiado el piso a fondo con su hermana el día anterior. No es que fuera una obsesa de la organización, pero tenía demasiados nervios y anhelos como para estarse quieta. Por lo que tras dejar cada habitación como si fueran a recibir a la mismísima monarquía, Adrasteia se había enfocado en su cuidado personal.
Había comenzado su día de belleza depilando cada vello de su cuerpo. Después se había embadurnado con una crema hidratante de Aura, con un aroma exquisito y dulce como el de un pastelillo recién horneado. Por último, la lencería, de un rojo intenso como la sangre que hacía que su piel luciera acaramelada en contraste. Evitó al máximo el maquillaje, ya que intuía que acabaría hecho un desastre por los arrolladores besos. Aunque si aceptó el rímel y algo de cacao. Por último, había comprado un lubricante con sabor a fresa que se extendió con minucia por toda su intimidad, ya que tenía planeado beneficiarse de las capacidades paliativas de Wos.
Cuando este llamó al timbre, su corazón tronaba en su pecho. Habían estado demasiado tiempo separados.
Al abrir la puerta, portando únicamente aquellas delicadas prendas, no hubo lugar para las palabras. Wos la recorrió de arriba abajo con ojos salvajes antes de abalanzarse sobre ella cerrando la puerta de una patada. Devoró sus labios como si llevara meses sediento, y su boca fuera la única capaz de calmar su necesidad. Sus manos la recorrieron por todos lados, sin tener suficiente. Con cada caricia, con cada presión, Adrasteia fue cayendo más y más a un lugar oscuro en el que solo era capaz de escuchar las ansias de su cuerpo.
En la mente de Adrasteia había visualizado un encuentro largo y apasionado plagado de multitud de caricias. Y, sobre todo, con la boca de Wos colmándola de atenciones. Pero de pronto se vio bajándole los pantalones a toda prisa, para encontrarlo, duro y preparado para ella. Lo llevó a rastras a la cocina, donde se subió de un salto a la mesa y separó las piernas.
- Hazlo ya – le dijo sin temblores ni dudas.
Wos, obnubilado por el deseo, apenas atinó para ponerse el condón a toda prisa y hundirse con una rápida estocada hasta lo más profundo de sus entrañas. La espalda de Adrasteia se arqueó, y de su boca escapó un fuerte jadeo. Wos comenzó a moverse con calma, esperando que se adaptara a sus caricias. Pero Adrasteia no podía esperar.
- Hazlo duro y fuerte – le exigió abriendo aún más las piernas para que tuviera mejor acceso.
Wos se quedó inmóvil, mientras una lenta sonrisa se extendía por su semblante.
- Ahora verás.
Como si acabara de liberar a una bestia enjaulada, Wos agarró su nuca y comenzó a embestirla hasta dejarla sin aliento. Puso una mano en su cuello para poder acercarla y besarla. Adrasteia le mordió los labios, desesperada por más. Gimió sin contención cuando la boca de Wos se desplazó a sus pechos, sometiéndolos a sus hábiles caricias. Cuando su lengua comenzó la danza sobre sus pezones, Adrasteia le rodeó las caderas con sus fuertes piernas para obtener una mayor profundidad. Con los dientes de Wos tirando de sus picos rosados, Adrasteia se corrió, con todo su cuerpo sacudiéndose por los rápidos movimientos de las caderas de Wos que no hacían más que hacerla subir y subir hasta que creyó que aquel enloquecedor placer la destrozaría.
- Joder, Adrasteia – gimió Wos antes de venirse.
Inmóviles y satisfechos, ambos se fundieron en un cálido abrazo. Había muchas cosas que deseaban decirse en aquel instante, pero les faltó aliento para ello. Y cuando por fin se miraron, comprendieron que no eran necesarias. Bastó con un tierno beso, con sus lenguas rozándose en una delicada danza. Sus anhelos volvieron a despertar, y Adrasteia notó como volvía a ponerse duro en su interior. Pero en aquella ocasión no hubo prisas. Solo el más exquisito de los placeres, mientras sus cuerpos se fundían y retorcían embargados por la pasión y el deseo que eran característicos entre dos enamorados.

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NÉMESIS
FanfictionAcostumbrada a los rings de boxeo, Némesis jamás pensó que llegaría el día en que acabaría subida a un escenario. Como tampoco imaginaba la fuerte atracción que surgiría entre ella y uno de los raperos más famosos de argentina. Esta es su historia.