Despedida

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Adrasteia comprendió en aquellos días lo beneficioso que era el sexo. Su piel estaba más brillante, su cabello más sedoso y en general se sentía más feliz que en toda su vida. A pesar de su negativa inicial a hacerle una felación a Wos, descubrió que aquello podía ser tan erótico y sensual, que tras dos minutos recorriéndolo con su lengua y sus labios, acabó montándolo en un arranque de excitación tan intenso que apenas necesitó un par de giros de cadera para correrse.

Igualmente, ambos exploraron diferentes posturas que lograban sacar el máximo placer de sus cuerpos. Sus favoritas hasta el momento eran a cuatro y ella encima. Aunque la cucharita continuaba siendo la más especial para ambos. Solían practicarla al despertarse tras una rápida siesta. Las noches continuaban siendo las más salvajes y fogosas para ambos. Era como si las mañanas estuviesen reservadas para el amor y la dulzura, y las noches sacaban a la luz sus deseos más oscuros.

Adrasteia disfrutó de cada uno de sus encuentros. Incluso anheló las noches con ansia. Pero lo que logró derretir su corazón fueron los paseos de la mano. Sus charlas privadas. El nivel de confianza entre ambos había aumentado aún más desde que habían incorporado la intimidad que brindaba la cama. Era en una de aquellas tardes, abrazados y saciados cuando Adrasteia le había revelado su pasado más doloroso.

Hablar de ella y su hermana siempre lograba reabrir una vieja herida que nunca terminaba de sanar. Sin embargo, tras narrarle con todo detalle lo que vio y ocurrió después, sintió que la profundidad de la tristeza que siempre parecía portar disminuía. El alivio fue tan reconfortante, que no se contuvo en narrarle muchas otras situaciones dolorosas que acontecieron en las semanas posteriores. El deterioro físico de su hermana, las constantes pesadillas, la incapacidad para abandonar su habitación. Y la peor parte, la inexplicable indiferencia de sus padres. Wos la escuchó sin interrumpirla. Únicamente dándole suaves besos en la coronilla a modo de consuelo. O aumentando la fuerza de su agarre.

No la juzgó. Ni siquiera se atrevió a dar una opinión. Únicamente le agradeció que se lo hubiera contado. Y después hicieron el amor con la mayor de las ternuras. Sin dejar de mirarse a los ojos. Alargando el momento hasta que sus cuerpos no pudieron resistirse al placer.

La despedida, fue más dolorosa de lo que Adrasteia esperaba. Fue como acudir a un funeral. Por muchas promesas que se hicieron, aunque sabían que aquello no había acabado, les quedaban un par de meses por delante hasta que volvieran a verse. La tensión de las batallas ante la recta final de la Redbull se haría notar. Era más importante que nunca que ambos mantuvieran la calma y se enfocaran en la clasificación.

- Sé que va a sonar típico, pero te voy a echar de menos – dijo Adrasteia fundiéndose en un cálido abrazo.

- No más común que lo que te voy a decir yo – añadió Wos tomando su rostro entre sus manos –: Te amo.

Las lágrimas acudieron al rostro de Adrasteia. Ya sabía lo que él sentía por ella. Pero escucharlo en voz alta siempre tenía un poder especial.

Cuando por fin se separaron, Adrasteia notó una sensación de vacío que la hizo caminar como un zombi de vuelta al aparcamiento. Apenas reparó en la presencia de Bnet y Aura que la habían acompañado. Ya en el coche, con Bnet al volante, trato de aparentar normalidad, pero lo que más necesitaba era estar a solas con sus pensamientos. Así que, por respeto a su privacidad, Aura y Bnet la dejaron tranquila en su apartamento para que pudiera recomponerse.

Aunque solo había sido algo más de una semana, se había acostumbrado tanto a la presencia de Wos, que el silencio de su apartamento fue como una patada en su corazón. No comió en toda la tarde. Se limitó a escuchar música en la cama tratando de animarse. Faltaban muchas horas hasta que pudiera volver a comunicarse con su novio.

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