Una llamada

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Adrasteia observó el nombre en la pantalla de su móvil confusa. Era extraño que Bnet la llamase, y más aun teniendo en cuenta de que en España serían sobre las diez de la mañana.

Extrañada, contestó:

- ¿Qué tal todo por España Javi? – inquirió a modo de saludo mientras se dejaba caer en la cama.

- No sabría decirte, por eso te llamo.

Adrasteia frunció el ceño.

- ¿Ha pasado algo?

- No me voy a andar con rodeos. Ayer quedé con Aura para cenar en vuestro apartamento. Pero en el último momento canceló nuestros planes diciendo que se encontraba mal. Yo no me lo creí, y fui a verla hace un rato. Estuvimos hablando en el rellano. Yo le pregunté por qué no charlábamos en el sofá, y me dijo que tenía la casa muy desordenada y que le daba vergüenza.

Adrasteia contuvo el aliento mientras oía como Bnet suspiraba.

- Mira, sé que no debo meterme en vuestros asuntos. Pero me pareció ver a una mujer antes de que cerrara la puerta, y creo que era vuestra madre.

Adrasteia apretó tanto los dientes, que notó como le rechinaban. Esa cabrona no podía haber vuelto.

- Muchas gracias por contármelo – dijo incorporándose de la cama – Pero, ahora tengo que hablar con Aura.

- Está bien.

- Adiós.

Con el pulso acelerado y la ira bullendo en su interior, marcó el único número de teléfono que se sabía de memoria. Aura contestó al tercer tono.

- ¿Qué tal todo por Argentina Némesis? – la saludó Aura con su tono jovial.

Adrasteia captó el sonido de la puerta de la habitación de Aura cerrándose.

- ¿Iris está en casa? – espetó sin poder contenerse.

El silencio se volvió tan tenso que casi podía cortarse. No necesitaba ver la cara de su hermana para saber que estaba apretando los labios.

- Te lo ha contado Bnet.

- No lo metas en esto – dijo mientras se clavaba las uñas en la palma de la mano -. Haz que se largue.

- No tiene a donde ir Adrasteia. Se presentó ayer sin avisar llorando con dos maletas. No podía dejarla en la calle.

- Claro que podías. Pero decidiste dejar a esa cabrona entrar en casa.

- Es nuestra madre.

- ¿Nuestra madre? – chilló golpeando la pared -. Una madre no habría permitido que sus hijas se fueran a vivir solas sin ponerles objeción alguna. Una madre no se habría pasado los fines de semana de juerga con sus amigas sin preocuparse de si sus hijas comían o estaban bien. Y podría continuar esa lista durante horas. Desde que nos mudamos, no ha venido a verte ni una sola vez. No le importamos una mierda. Solo está arruinada porque Frankie ya no le pasa la manutención. Y probablemente la habrá dejado su último novio. Ni siquiera tiene amigas con las que quedarse. Eso dice mucho de la clase de persona que es.

- Sigue siendo nuestra madre – dijo Aura entre sollozos -. Está muy arrepentida del modo en que nos trató todos estos años.

- Si crees eso, es que eres más ingenua de lo que pensaba.

Hubo una breve pausa en la línea antes de que Aura dijera:

- No voy a obligarla a irse.

Adrasteia golpeó la pared de nuevo.

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