Anginas.

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He llegado al hotel. He tardado casi una hora. El aire es frío y no ha dejado de llover pero me siento vacía y nisiquiera he tenido en cuenta el constipado que puedo coger.
Esta competición era muy importante para mi y una de las personas que más quiero en este momento, no ha aparecido.
Debo ser racional y entender que él también estaba ocupado, pero me juró que vendría a verme, que en más de seis horas, se escabulliría aunque fueran treinta minutos para poder verme actuar. Pero no. Me han dado un diploma a la mejor bailarina y no lo ha podido ver.

Y me quema.

Llego al hotel, mi padre está sentado en la cama pero no le hago caso, paso directamente al baño, escurro mi maiot y mis bailarinas en la pila y entro a ducha. Me quito el coletero y dejo que todo mi pelo caiga en mi cara.

Y me pincha.

Me doy jabón en la cara para quitar todo el maquillaje y cuando creo que llevo una hora con el agua caliente dada, cierro, me envuelvo en una toalla y me siento en la taza del vater. Estoy mirando a un punto fijo todo el rato. No sonrío, no siento nada.

-¿Bajas a cenar? - toca mi padre la puerta.
-No-digo en un tono neutro.

Mi padre no vuelve a decirme nada, coge algo y se oye la puerta al cerrar.
Me pongo el pijama de manga larga que he traído, seco mi pelo, me lo recojo y me voy a la cama sin mirar ni el móvil, ni la hora.
Abro los ojos porque oigo sonidos en la puerta. Agudizo el oído y oigo a mi padre, está hablando con Mónica.

-Abigail no tiene razón, Mónica-le explica-es muy tozuda y tiene muy buena ambición. No acostumbra a que las cosas se salgan del margen que ella tiene pautado y cuando le pasa, no sabe como actuar-me exculpa.
-La entiendo perfectamente. Es una chica muy buena. De verdad que Hugo está muy arrepentido de no haber podido ir, se le ha pasado por completo-cuando dice eso, una ola caliente me recorre todo el cuerpo-le juramos que iríamos y la pobre ha debido llevarse un disgusto muy grande-la oigo suspirar.
-Ella sabía que veníais por trabajo y ella por baile. Cabía la posibilidad de que esto mismo pasara. No te preocupes, mañana será otro día para todos. Espero que lo hayáis pasado bien. Buenas noches, Mónica-y casi sin que ella responda, cierra la puerta y se acuesta en la cama de al lado.

Me despierto de nuevo, son las tres de la mañana. Me duele la cabeza y creo que mis músculos se están quejando del frío que les he hecho pasar, porque cuando me levanto, me duele el cuerpo. Voy al servicio y me lavo la cara, bebo un vaso de agua y me vuelvo a tumbar. No sé cuántas llamadas hay de Hugo y también mensajes, pero los ignoro.
Quizá mi padre tenga razón y lo que no esté a mi alcance me causa ansiedad, pero me prometió algo que no ha pasado. Y me sigue doliendo.
Me vuelvo a despertar, son las cinco. No estoy descansando nada. Miro el teléfono, Hugo sigue despierto porque me ha escrito hace dos minutos, pero borro la barra de notificaciones y vuelvo a cerrar los ojos.

Abro los ojos de nuevo, pero esta vez por el sol que entra por la ventana. Siempre he odiado los hoteles por esto, no hay persianas y a mi me gusta dormir a oscuras y, aunque haya cortinas opacas, siempre entra algo de luz.
Está vez son las diez. Aunque me levanté a las siete y media de nuevo.
Mis ojos están muy hinchados a causa de las lágrimas de la noche anterior, respiro con dificultad, estoy afónica, me duele la garganta y juraría que tengo fiebre.

Anginas. Como las odio.

Me incorporo e intento toser pero a penas puedo. Mi padre, que ya va vestido, se gira y me mira con la ceja levantada.

-Anginas- digo con un hilo de voz mirándome al espejo que tengo justo en frente.
-Esto no te hubiera pasado si ayer, me hubieras hecho caso-me dice sacando una caja de antibiótico de su maleta-la cogí nada más vi lo que ibas a ponerte para tu exhibición-me sonríe y me la pasa.

Mi padre sabe que estoy mal y sé que se le da aún peor consolarme, por eso no le pido auxilio. Pero su presencia me ayuda mucho.

-¿Qué haces tan pronto despierto? - me levanto y cojo mi ropa para entrar al baño.
-He tenido una reunión de trabajo, pero ya estoy libre-me explica.
-¿Crees que nos podríamos ir a Málaga en un rato? - le miro con los ojos implados.
-Pero si te encanta Barcelona-me mira alucinando.

Lo miro, las lágrimas caen por mis mejillas y creo que ya se lo he dicho todo.

-Abigail, nos podemos ir, pero ven un momento-se sienta y pide que me siente a su lado. Yo lo hago.
-Cuando supe que estabas quedando con este chico, me negaba totalmente. Ahora que lo he conocido, sé que es la persona adecuada para ti-me envuelve con su brazo y me acaricia-Hugo no tiene la culpa de lo que ha pasado, sé que te prometió ir y lo prometido siempre ha sido deuda para nosotros, pero debes saber que él vino aquí por trabajo y estaba ocupado, al igual que tu-me mira y yo lo hago también- tu, ¿hubieras dejado de actuar si él te lo hubiera pedido?

Yo escucho sus palabras y niego con la cabeza. Sus palabras siempre han sido muy sabías y aunque sean duras, me hace sacar mi parte racional.

-Entonces, ¿porqué te enfadas si él tampoco ha podido? ¿Viste la gente que había para verlo?
-Sí.
-Es muy buen chico. Apuesto mi mano a que no haría nada que pudiera causarte daño-me dice serio- Hugo te tiene mucho aprecio. Es un niño que tiene muchas metas en la vida, como tu. Encajais muy bien.

Yo asiento y me levanto.

-Necesito irme para poder pensar, papá- me giro pars mirarlo.
-Está bien, nos iremos cuando te arregles y piensas bien en casa-asiente.

Me doy la vuelva y voy a cambiarme al baño para poder irme.
He hecho la pequeña bolsa que tenía, la cama aunque sé que pasará la chica de la limpieza y he guardado mi maiot y mis bailarinas en una bolsa porque aún no están secas.
Me pongo mis auriculares y una canción súper alta y salimos de la habitación para irnos a Málaga.
Mi padre va a mi lado, pero veo que se para y yo me giro para ver que está haciendo.
Él sujeta a Hugo que está con los ojos rojos, mi canción sigue sonando y no escucho lo que le está diciendo pero al cruzar mirada con Hugo, se me parte el corazón. Está llorando. Es la primera vez que lo veo llorar. Mi padre le da un abrazo y él se va un poco más relajado al cuarto, no ha yes sin gesticularme un "te quiero" con su boca.

Me vuelvo a girar, mi padre me da la mano y nos volvemos al sitio de origen.

Holaaa!!!
¿A quien entendéis más?
¡YO AL RUBIO!
Es verdad que puede sentar mal que hayan roto una promesa, pero siempre hay que ver el porqué.
¿Abi perdonará a Hugo? ¿O hará su vida sola de ahora en adelante?
🌟 Si os está gustando.
Nos vemos mañana, familia❤️

Life HaackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora