Collar.

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-¿Hugo? - vuelvo a repetir y al ver que no contesta, papá y yo salimos corriendo a la cocina.

Cuando llegamos Hugo está de morros en el suelo.

-Que hostia-dice incorporándose.

Mi padre se ríe mientras niega con la cabeza, pero cuando Hugo se gira y nos mira, le cambia la cara. Lleva la nariz llena de sangre y se ha raspado las rodillas.

-Hugo, ¿cómo te has caído? - le digo cogiendo una servilleta y poniéndosela en la nariz.
-Me he tropezado-pone la cabeza hacia arriba.

Mi padre abre los ojos y levanta las cejas.

-Si no hay nada con lo que te puedas tropezar-dice asombrado.
-Papá, Hugo se tropieza hasta con el aire que respira-digo riéndome.

Hugo se ríe y le entra la flojera. Por lo visto siempre ha sido así de torpe. Sus hermanos me cuentan que años atrás, se cayó andando por la calle y se abrió la rodilla, que hasta le atropelló un coche, es muy torpe, pero cariñoso.

-Ha sido con mi propio talón-nos explica señalando sus nikes.

Yo le vuelvo a mirar la nariz, no le sangra, es que se ha rascado y parecía más de lo que hay. Le acabo de limpiar y le doy un beso sobre la herida. Él me mira, sonríe y se sonroja.

-Ten cuidado al levantarte no te marees, chaval-dice mi padre saliendo por el ventanal.

Le ayudo a levantarse y le curo rápidamente las rodillas que también sangran cuanto a penas. Él me coge por los hombros y yo de la cintura y antes de salir se me queda mirando.

-Sabes que has salvado mi vida, ¿no? - me mira desde arriba.

Yo lo miro, sonrío y apoyo mi cabeza en su torso.

-Gracias por dejarme salvártela- le contesto y salimos fuera.

La tarde noche ha sido muy divertida, hemos estado gran parte contándole anécdotas a Hugo de nuestra infancia y la otra quejándonos del frío que hacía, aunque mi padre no nos dejaba de recalcar que un poco de frío nunca viene mal.
Hemos acabado de quitar la mesa, he puesto el lavabajillas y recogido la cocina. Mi padre se ha ido a dormir porque mañana madruga y Kimberly esta tumbada en el sofá mientras Hugo me hace compañía en la cocina.

-¿Haremos algo mañana? - me dice con voz ronca.

Yo me giro, lo miro y me siento en la butaca que tiene en frente.

-¿Qué quieres que hagamos? - le digo suspirando.
-No sé, yo no me conozco esto-dice.
-Quería descansar, pero al levantarnos si quieres vamos a comer por ahí. Conozco un restaurante que te gustará-sonrío.

Él asiente, mira hacia los lados y cuando ve que no nos mira Kim y mi padre no ha bajado de su cuarto, me da un beso. Nos subimos a la habitación, me ducho y me pongo el pijama, cuando salgo, Kimberly ya está tumbada en la cama a punto de dormirse.
Voy a mi vestidor, entro para ponerme el bonito collar que regalé idéntico a Hugo pero no lo veo.

-Juraría que estaba aquí-digo frunciendo el ceño.

Voy al baño por si la dejé en la pila antes de ducharme, pero no. Me miro al espejo y no sé porqué, me vienen recuerdos de las primeras veces que conocí a Hugo. No sé cómo he llegado a querer tanto a una persona, como nos podemos respaldar tanto en las cosas buenas, como en las cosas malas.
Sonrío y miro en mi cajón a ver si he dejado ahí el collar, pero no está.

-Oye Kim, ¿has visto mi collar con la H? - le pregunto entrando a la habitación.
-No, no he visto nada-me dice con un hilo de voz.
-Juraría que lo había dejado en la pila del baño ayer por la noche-digo extrañada.

Pero me voy a dormir porque estoy cansada. Me despierto porque un ruido suena en mis oídos. Abro los ojos y miro hacia el lado contrario. Kimberly esta de rodillas frente al lavabo. Ya me dijo que tenía muchas nauseas por esto del embarazo. Me levanto, me pongo con ella y le acaricio la espalda.

-¿Estas bien? - le pregunto.
-Sí, me he levantado con el estómago revuelto-me dice y vuelve a vomitar.

Yo aparto mi cara porque, para que mentir, me da un poco de asco de buena mañana ver esto.

-Ve abajo, ahora iré yo-me dice.

Yo le hago caso, me pongo mis zapatillas de andar por casa y bajo. Edna ya ha preparado el desayuno y ha recogido toda la casa, está esperando que nos levantemos para hacernos las camas.

-Edna, prepara algo ligero para Kimberly, por favor. Tiene el estómago revuelto-le explico sentándome delante de un plato de sandia que parece exquisito.
-Revuelto no, lo que tiene es un bebé-sonríe.
-Oye, ¿tu has visto un collar en mi baño con una H? - le pregunto.
-No, Abi. Sabes que cuando me encuentro algo, que suele ser raro ver tus cosas fuera del sitio, las dejo en tu joyero-me explica y yo asiento.

Siempre deja todo en mi joyero, es una mujer muy ordenada.

-Sí, lo sé. No lo encuentro-me en ojo de hombros.

Hugo baja por las escaleras, con los calcetines casi por las rodillas, un pantalón gris largo y sin camiseta.

-Buenos días, rubia. Edna- nos saluda con voz ronca.

Viene hasta mi y me da un beso en la cabeza. Se sienta y sin decir nada, coge un tenedor, una porción de sandia y se la come.

-Tengo hambre-sonríe.
-Oye, ¿Tu has visto mi collar?
-Él de tu madre-me dice.

Yo le niego.

-El de la h- me dice mientras asiento y él niega-¿no lo dejaste en el baño? Ayer por la mañana lo llevabas-dice masticando la sandia.
-Eso creía yo, pero no lo encuentro-vuelvo a levantar los hombros y hago lo mismo que él, cojo sandia y me la meto en la boca.

Baja Kimberly y empezamos a desayunar, Edna le ha hecho un zumo de naranja tan apetecible que se lo ha bebido casi de un trago. Pero esta sería y callada, no se le oye decir nada y eso es impropio de Kimberly.

-Oye, que te tengo que decir algo, no puedo culpar a nadie porque no lo sé, pero ayer por la tarde, antes de que vinierais, Steff entró al baño, solo-dice agachando la cabeza.
-¿De verdad? - digo sorprendida y enfadada a la vez-¿Dejaste que un macarra que tiene celos entrara solo a esta casa? - soplo.

Hugo me coge de la pierna pero yo ya me he puesto nerviosa. No me asegura que fuera él el que se llevó nada, pero yo ya saco mis propias conclusiones.

-Kimberly, te doy mi vida, te abro mi casa y tu dejas que entre a mi casa, cuando sabes que está prohibido. Encima ayer me dijiste que nadie entró-me quejo.
-Me dijo que se meaba, yo que sé Abi. No lo hice con mala intención-me explica.

Yo me levanto del asiento, ando de un lado para otro y subo corriendo a mi cuarto, en efecto faltan algunas cosas más de valor que había pasado por alto y mi MacBook con toda mi información de la universidad, cosa imprescindible. Me pongo nerviosa y voy al cuarto de mi padre, por suerte ahí no falta nada más que unas Nike, pero unas Nike caras.
Bajo, miro a Kimberly y la señalo.

-Reza para que mi padre no se entere de esto-le advierto-aunque tampoco se lo voy a esconder. Si no cambias las cosas, no va a dejar que te quedes aquí-le digo con una lágrima en el ojo.

Hugo se levanta, se pone delante de mi y me abraza. Al oído me dice que respire y me acaricia el pelo para que me relaje. Y lo hago, pero necesito mis cosas, asique tengo que pensar lo que voy a hacer para recuperarlas sin que mi padre se entere. Debo entrar a casa de los gemelos y quitarles lo que me han quitado a mi.

Y no va a ser fácil.

Holaa!!!
Siento no publicar, para los que me seguís sabéis que si no lo hago es porque estoy muy liada.

¿Creéis que una amistad va por encima de todo? ¿O tiene ciertos límites?
Abi está aguantando todo lo que es necesario para no perder a Kimberly pero, ¿aguantará mucho más?
¿Hugo le ayudará a esta misión suicida?
🌟 Si os esta gustando.
Espero que lo estéis disfrutando. Un beso, familia❤️ nos vemos pronto❤️❤️

Life HaackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora