Comida.

3.1K 88 6
                                    

No sé en que momento he decidido ponerme pantalones largos un 3 de agosto, no estoy acostumbrada al clima calusoro de España, aunque cuando estoy en mi casa, en Inglaterra, siempre me quejo de que en España hace mejor tiempo.
Abro mi bolso, saco un abanico porque volver a casa para cambiarme, sería una catástrofe.
Flor y Javier son los amigos de mis abuelos, son dos soles de personas y los conocí la primera vez que vine, luego ya no los vi más porque tampoco me esfuerzo en salir de casa.

Estoy chorreando. Las gotas de sudor me caen por la espalda y maldigo haberme puesto este outfit y no haber ido en pantalón de chándal corto y sandalias.
Me recojo el pelo con un coletero en una coleta alta y los mechones de alante me caen porque son más cortos. Me remango un poco los pantalones y solo voy buscando sombra.
Cuando llevo 15 minutos andando, giro una esquina y toco a una puerta blanca.

-¡Pero bueno!- me sonríe una mujer pelirroja de baja estatura- pero de donde ha salido esta mujercita, madre mía como has crecido y cambiado hija- me da un abrazo y maldigo porque se acaba de tragar todo mi sudor.
-Hola Flor, cuanto tiempo, ¿Como estás? - entro a la casa mientras hablo con ella.
-Pues bien, hija. Hoy hace mucho calor- dice al verme abanicandome.

¿Qué manía tiene toda la gente mayor de llamarte hija sin motivo alguno? Que manera de sacar de quicio.

-Ya te digo, y yo aquí en pantalones largos-sonrío señalando el abanico falsamente.

Bajamos al sótano, se está súper fresquito. Ahí saludo a Javier y le doy dos besos a mis abuelos.
Pero estas personas, ¿no tenían tres nietos?
En el fondo me había hecho ilusión conocer a alguien con quien compartir el resto del verano. Muy muy en el fondo.
Pero Abi,piensa. Eres la única chica de 15 años en la faz de la tierra que no sale y está centrada en los estudios en Agosto. Tendrán vida social, se habrán ido con los amigos y volverán a las diez de la noche para cenar y volver a irse.
Genial, soy una amargada.

-Y tus nietos Javier, por donde andan- dice mi abuelo con voz de un viejo de pueblo mientras se ríe.
-Pues se han ido a la playa con los amigos- dice lo que yo ya imaginaba- pero no creo que tarden, Mateo me ha dicho que vendrían a comer para ducharse e irse luego- preferiría que se hubieran quedado todo el día hasta que me fuera, así no tengo que presentarme. Porque menudo pateo.
-¿Y que edad tienen?- dice mi abuela- a lo mejor mi nieta puede ir con ellos, ¿no? - sonríe mirándome.
-Charlotte, no te esfuerces- le digo a mi abuela a la cual siempre llamo por su nombre.
-Mateito tiene 16 años recién cumplidos. Luego está Hugo, el trasto, tiene 14 pero en breves hace 15 y luego está la peque, Daniela. Ella tiene 11. Y creo que les encantará que haya alguien más con ellos, luego te los presento- y me mira con orgullo.

Asiento pero ya no respondo. La idea de tener que presentarme a gente me crea angustia. Se me cierra el estómago. Y en efecto, no como aunque no han venido esos niños, que por cierto, el más mayor tiene mi edad. Me ha hecho gracia la forma en que Flor ha dicho "trasto" en su segundo nieto. Ha sonado súper despectivo, aunque supongo que no lo diría con esa intención.

Son las 17 de la tarde. Estoy desesperada. Quiero irme pero mi abuelo me obliga a quedarme a conocer a esos niños. Necesito ir a entrenar, no puedo estar un día sin entrenar más de 3 horas. No quiero perder nada, aunque sé que si no lo hago tampoco pasa nada. Pero no quiero comprobarlo.
Mis abuelos están jugando al truc, yo estoy mirando el Instagram aleatoriamente cuando oigo la puerta de arriba cerrarse y un par de risas.

Me tenso. Me revuelvo en mi silla y apreto mi móvil. Trago saliva y toso seguidamente. Estoy nerviosa. El corazón me va a mil. Porque me pongo tan nerviosa si solo voy a conocer a tres niños.

Baja un chico. Alto, moreno, con el pelo rizadito y bastante moreno de piel comparado conmigo que soy un vampiro por el clima de Inglaterra. Una camiseta de Nike que le ha costado una pasta y unos pantalones de chándal a juego con unas Nike Air Max 270 G que le dan mucho estilo. Le da un beso a flor y saluda a mis abuelos y me mira. Y yo con la cara pegada al móvil tratando de pasar desapercibida.

-Ella es Abigail- me señala Flor- alzo la mirada sin mover el cuello del móvil- la nieta de Charlotte y Franklin.

Y yo ahí, sentada en la silla sin nisiquiera hacer amago de levantarme a dar dos besos.
Bravo Abi, estas empezando bien el verano.
El chico se me queda mirándo a los ojos, yo no me achanto y le sigo la mirada seria. De repente me sonríe y se dirige hacia mi.

-Hola, yo soy Mateo- me levanto, me planta dos besos de esos que hacen ruido y se aparta- ¿Que tal? - me dice amablemente.

Me abruma tanta efusividad de repente. Me queman las mejillas, mis dedos tiemblan tanto, que podría tocar la marcha turca de Mozart sin saber tocar el piano.

-Bien- Abigail espabila- de vacaciones con mis abuelos-me callo y miro el teléfono de nuevo.

Oigo bajar a una chica cantando. Intuyo que es la hermana pequeña. Miro hacia el lado, Mateo me sigue mirando y yo me hago la despistada.
Debo ir hecha un cristo. Mi pelo recogido en un moño con el flequillo suelto.

-¡Hugo! - le oigo gritar y antes que ella pasa un chico rubio platino con el flequillo que casi le tapa los ojos- ¿Eres tonto? - se enfada ella.
-¿Eres tonto?- repite él con voz payasa.

El chico es muy muy moreno de piel, a juzgar por sus hermanos y sus abuelos, diría que es adoptado de no ser que tiene exactamente la misma nariz que sus dos hermanos. Lleva también un conjunto de Nike y unas Nike Air Max Plus.

-Hijo quieres echarte ese flequillo para atrás- le exige Javier al chico.
-Pero porque siempre llamáis hijo a todo el mundo- y me quedo flipando porque es lo mismo que pienso yo.
-Anda, anda. Ve a presentarte. Ella es Abigail- se gira y me mira con el ceño fruncido- es la nieta de Charlotte y Franklin- me mira Hugo de arriba abajo, coge su móvil, mira la pantalla y vuelve a mirarme.

-Eeeh- me dice. Mira a Mateo y se ríe.
-Que rabia me has dado. Puedes ser más educado por favor- le dice serio Mateo.

Ahora entiendo porque es el trasto con tono despectivo.
Alguien me toca la espalda, me giro y hay una niña de pelo largo, castaño con las puntas de color azul y rizado. Lleva un chándal de Ellesse rosa y unas gafas de sol que casi me matan de lo modernas que son.

Los padres de estos niños manejan, como mi padre.

-Yo soy Daniela- se presenta- y tu eres Abigail - muy listo por tu parte, pienso- encantada de conocerte.

Me planta dos besos y saca su móvil.

-¿Tienes Instagram?- Nisiquiera sabe mi apellido.
-Porque no me ha tocado una familia normal-dice Mateo mientras sube las escaleras negando con la cabeza.
-Sí, sí tengo- hablo para quitarle un poco de hierro al asunto.

Le doy mi Instagram y me sigue. Me vuelvo a sentar en la silla donde estaba. Ellos tres se han subido. Mi abuela ha insistido para que suba pero no pienso hacerlo. De echo, le he pedido las llaves de casa a mi abuelo porque quiero irme.
Estoy frustrada. ¿Porqué que al menos no se han quedado abajo?

Le digo adiós a Flor y a Javier. Salgo por la puerta y miro hacia atrás. Veo por la ventana al chico rubio jugando a la play. Se gira, cruzamos miradas y me dice adiós con la mano. Sin devolverle el adiós, me giro y empiezo a caminar al ya no tan calor de por la tarde. Llego a casa, me quito la ropa, me pongo el maillot y me pongo a puntear frente al espejo que tienen en un cuarto mis abuelos cuando suena el timbre.

-Maldita sea-bajo diciendo por las escaleras- quien será ahora-.

Ando hasta la puerta, abro y me quedo mirando con una ceja levantada.

-¿Qué queréis? - los dos nietos de Flor y Javier estaban plantados en la puerta de mi casa mirándome de arriba abajo como si fuera una completa desconocida.

Que lo soy.

Holaa!! Espero que os guste mi historia y podáis disfrutarla. Podéis comentar si os gusta o qué esperáis de la historia.
Besos X

Life HaackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora