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CAPÍTULO 34 TELL ME WHY

SHADIA

Desde aquel día me embargaba el pánico de camino a la oficina. No era capaz de sostenerle la mirada al Decano porque temía que pudiese ver más allá de mí y esculcar en mis pensamientos.

¿Era acaso posible que el padre conociese las intenciones del hijo?

Me dispuse a abrir la puerta y me detuve en seco.

No. No. No.

Mi cuerpo y mi mente se paralizaron, mi corazón se disparó con sucesivas explosiones. Ahí estaba él. Jareth. Sosteniendo una especie de discusión con...

¿Margaret?

Entonces algo inesperado sucedió.

Se besaron.

¿Qué carajos?

Les juro que se besaron.

No podía respirar de la impresión y continué paralizada.

Se separaron a los pocos segundos y los ojos verdes de Jareth notaron mi presencia a través de la rendija de la puerta. Su mirada se tornó oscura y furiosa. Di media vuelta con el corazón en la boca y empecé a correr. Venía tras de mí. Lo sabía porque no demoró en alcanzarme y tomarme del brazo.

— ¿A dónde crees que vas?

La gente nos observaba. No respondí nada. Solo sentía que todo palidecía a mí alrededor.

—Jareth —Margaret, quien se había aparecido ante nosotros, lo llamó—. Vamos.

—En un momento voy —respondió firme y concentrado en mí.

—Jareth —repitió.

El suspiró y me soltó. Se marcharon... Mi alma se había ido volando lejos. La gente pasaba y me miraba extrañada, murmuraban cosas. Reaccioné y empecé a caminar, necesitaba salir de allí.

Sobre todo necesitaba respuestas.

Caminé y caminé bastante sofocada. No me sentía para nada bien. Continué caminando sin parar y entonces me detuve en su puerta. Ni siquiera sabía si lo iba a encontrar en su casa.

Me aventuré a tocar. Mi corazón usaba pico y pala intentando abrir un hueco en mi pecho, se quería salir.

La puerta se abrió y el Médico más sexy me recibió con asombro en su mirada. Intenté decir algo pero las palabras no me traicionaron, en cambio un frío atacó mis manos y pies, estaba sudando, los labios me pesaban, la saliva se secó en mi boca y todo se tornó oscuro a mí alrededor.

Solo escuchaba su voz lejana diciendo mi nombre.

—Shadia.

Caí al vacío y unos brazos me sostuvieron. Luego todo se volvió blanco.