CAPITULO 41 SHE SAID SHE SAID

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DANIEL

No me di cuenta en el momento exacto en que me quedé dormido. Desperté un poco confuso y entonces los recuerdos me cayeron en cascada, de aquello que estaba esperando, lo que estábamos esperando todos en ese hospital.

Miré el reloj y calculé unas tres horas desde que supe que inició la cirugía; aún no habíamos recibido buenas noticias, ni el parte médico, pero tampoco habíamos detectado señales de que algo alarmante estuviese sucediendo en el quirófano.

Me acomodé un poco sobre el asiento, observé a Luisa quien estaba tecleando algo en su teléfono; Isabelle descansaba sobre el hombro de Greg y este tenía la cabeza hacia atrás recostada en la pared con los ojos cerrados.

No iba a decir que mi mente se encontraba en blanco porque era una vil mentira; pensaba en todo y nada a la vez.

Shadia ocupaba el noventa por ciento de esos pensamientos y el otro diez por ciento lo ocupaba el único hijo de los Finley. Por momentos me preguntaba dónde estaba, como podría encontrarlo y que haría una vez que lo tuviese enfrente.

Me levanté y caminé apartándome de los demás. Tomé una gran bocanada de aire, saqué el celular del bolsillo de la bata y miré la hora; era una hora prudente, así que decidí llamar a Sergio, mi hermano Mayor.

Él era uno de mis polos a tierra, quien lo sabía todo aunque no le dijese nada, quien siempre tenía una palabra certera que ofrecerme en los momentos más cruciales de mi vida.

— ¿Dani? —respondió casi de inmediato.

—Sergio, hermano ¿Cómo estás?

—Muy bien, pero a quien noto destruido es a ti. —Ahí estaba, siempre lo sabía todo.

Suspiré agotado.

—Ni te imaginas la cantidad de cosas que han ocurrido en las últimas treinta horas.

—Antes que digas algo —Hizo una pausa—, uhmm...la abuela va para allá acompañada de Mamá, para que te prepares en caso de que lo que me vayas a contar sea delicado y prefieras que no se enteren.

No podía ser cierto, era demasiado lidiar con ellas, me descubrirían de inmediato e intervendrían sin tener en cuenta mi opinión.

Ok, gracias por avisarme.

—Entonces ¿Qué es lo que sucede? ¿Me vas a contar o te vas a seguir lamentando en tinieblas?

— ¿Es en serio?

— ¿Qué?

—Nada, ya déjame hablar antes que me arrepienta.

—Adelante, te escucho.

— ¿Recuerdas la chica de la que te hablé?

— ¿Más conocida como la solo sexo?

— Sergio... —Me empecé a molestar, el solo reía—. No tengo tiempo para tus burlas, esto es serio.

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