CAPITULO 24 A HARD DAY'S NIGHT

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SHADIA

Vacío.

Eso era mi mente antes de atravesar las puertas de la habitación.

Y al entrar, el caos.

Fui directo al baño a vomitar. Me quité la ropa y me duché. Sentía un poco de su olor a infierno impregnado en mí.

Salí y me tiré a la cama, demasiado abatida. Necesitaba organizar mis pensamientos. La vida siempre sigue, es uno el que se queda paralizado en una situación.

Agradecí internamente que Izzy no estuviese presente y me diese tiempo de llorar por unos segundos. De reprocharme qué demonios pasaba conmigo, por qué no hice más para dejarle en claro que no soy ni seré un juguete de su propiedad. No era justo. No era su estabilidad la que estaba en juego, era la mía y de paso mi estadía en la ciudad.

Me vestí a regañadientes y salí a la farmacia, por lo menos necesitaba pasar de un problema, uno a la vez.

Las calles solitarias no hicieron que me olvidase de nada.

¿Qué pasaba con ese puto día en mi vida?

¿Era el día de sufrir de Shadia fijado en el calendario?

¿Acaso ya era un festivo declarado y tradicional?

Tropecé y caí de lado.

¿Qué mierda?

Lloré nuevamente sola, en la calle, en la vida, sin un refugio seguro, sin la sensación de protección que tanto necesitan las personas aunque siempre lo nieguen.

Ya a salvo en las únicas y aparentes cuatro paredes que me quedaban, me tomé la pastilla del día después. Le envié un mensaje a Daniel:

«Hola, lo siento, no voy a poder ir al hospital, pero ya me encargué del asunto, tomé las pastillas. Gracias. Nos vemos después».

Daniel respondió:

«Ok. Nos vemos».


✦・★・•・・•・★・✦


Izzy aún no llegaba y yo necesitaba terminar pronto el trabajo encargado por el Decano para evitarla; no quería que viese como estaba, era tan obvia con ella y no había nada que se le pudiese ocultar a Isabelle Leah Walsh.

Lloré unas cuantas veces más mientras traté en vano de concentrarme en mi trabajo.

¿Qué iba a pasar conmigo?

¿Hasta qué punto podría aguantar?

Y entonces maldije el nombre del infeliz que inició esta cadena de sufrimiento para mí:

Alonso Donado.

Hasta ahora no me había permitido odiarlo, ni enfrentarlo, ni encararlo por nada. Aunque ya no lo amaba, despreciaba toda la burla que fui para él.

Porque hay heridas que creemos poder cerrar, pero día a día llevamos pegado el cilicio que mantiene la carne viva y desangrándose.

En ese preciso momento lo odié por todas las veces que no pude, por todas las veces que no me permití hacerlo, por las noches de insomnio, por la seguridad perdida, por el miedo al fracaso que se instaló en mí; por la incertidumbre, por salir corriendo y huir, por intentar cambiarme a mí misma, por no buscar ayuda en nadie, por no decirle a la cara lo que se merecía.

Tomé un vaso de agua y me acerqué a la ventana y entonces en un arranque de delirio me eché hacia atrás con brusquedad.

Podría jurar que lo vi ahí parado, observándome y huir al descubrirme de pie en el ventanal. Negué con la cabeza. Apenas se estaba desatando la furia de un maníaco y yo... no tenía la menor idea de quien era él.

Cálmate, Shadia, estás alterada, lo estás imaginando todo.

Él no estaba allí, no me podía hacer daño, no lo iba a permitir.

No más.

Por fin terminé y me derrumbé en la cama. Al poco tiempo llegó Izzy y me habló pero yo me hice la dormida mientras sollozaba entre las sábanas.

En mis ojos pesaba el miedo y la rabia.

DANIEL

Llegué a casa. La noche había sido bastante dura. Sin embargo, en medio de toda esa locura, quería verla, al menos para hablar sobre un método para planificar. Ahora que había probado la dulzura de su sexo piel a piel, no pretendía dejarlo, no deseaba interponer nunca más un maldito preservativo entre ella y yo. No.

Me quedé pensando en su mensaje, en que siempre me evadía cuando demostraba cierto interés. No sabía porque de alguna forma aquello me obliga a querer saberlo todo de ella. Saber qué cosas pasaban por su cabeza cuando se desconectaba del mundo.

No te enamores, Daniel, No te enamores.

Sonreí para mí mismo.

¿Qué hago para no enamorarme de ti, Shadia? 


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