CAPÍTULO 50 COME TOGETHER

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SHADIA

Daniel llegó en menos tiempo de lo normal. Mi corazón saltó inevitablemente de emoción al verlo entrar con su bolso y sacar implementos rápidamente para revisarme. Me quedé totalmente inmóvil viéndolo tan apresurado y listo para hacerme una revisión que no atiné a decir absolutamente nada y mucho menos a explicarle que me sentía de maravilla en cuanto a mi estado de salud.

— ¿Estás bien? —Me observó de pies a cabezas sosteniendo un tensiómetro en la mano y colocándose el fonendo. Realmente lucía muy guapo y me encantaba aún más cuando estaba en modo médico y con el cabello descomplicado—. ¿Shadia? —Me perdí en esa escena por un segundo.

Le sonreí a punto de soltar una gigantesca carcajada pero no me quise burlar viéndolo tan preocupado por mí; resultaba tan fácil olvidar al mundo y sus caprichos cuando él y yo ocupábamos el mismo espacio.

Arrugué el entrecejo.

—Estoy bien —dije por fin.

Soltó un aire que no sabía que tenía retenido.

—Me pegaste un susto, casi vine volando.

No pude aguantar más la risa.

—Siento haberte hecho venir así.

—Gracias por burlarte. —Puso los ojos en blanco.

—Discúlpame. Te llamé para algo serio pero no porque tuviese algo malo, es decir, sucedió algo extraño y creí que debías saberlo.

Su mirada no se suavizaba aun, era intensa, con carteles que me extendían una invitación a que me perdiese justo allí.

—Siéntate, por favor —le pedí amablemente.

Resopló y guardó de nuevo sus cosas ante mi disimulada mirada de una mezcla entre diversión y ternura.

Me sentí muy mal por ello, de verdad fue todo preocupado, que pesar.

Era de lo peor.

¡Ups!

Me recosté en la cama para estar más cómoda y contarle todo lo que acababa de pasar con la visita de Margaret. Vino directo hacia mí y me fulminó con esos preciosos ojos que me causaban sucesivos paros cardiorrespiratorios. Estaba serio y yo de nuevo me encontré a punto de explotar de la risa.

— ¿Puedo? —Arqueó una ceja.

— ¿Qué? —Ladeé un poco la cabeza algo confusa.

—Córrete. —Alcé ambas cejas.

Uff ¡Ya quisiera!

—Permíteme sentarme aquí. —Señaló un espacio libre de mi cama.

Falsa alarma

¡Una lástima!

No es que hubiese muchos espacios para sentarse pero realmente necesitaba concentrarme para hablar y así no se podía.

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