CAPITULO 17 I'VE JUST SEEN A FACE

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SHADIA

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SHADIA

Uffff... Qué cosas con el Doctor Emiliani.

Dios, ¿A dónde iba a parar todo eso?

¿Qué pretendía con él?

¿Divertirme?

De verdad que no lo sabía.

No deseaba más dramas en mi vida, necesitaba realmente terminar mis estudios y la bendita estabilidad. SÍ —Así con mayúsculas—. Eso quería. Estabilidad emocional, económica, laboral, profesional, quería tenerlo todo. Todo lo que ese hombre me robó, todo lo que me hizo perder, pero especialmente quería dejar de sentir por un momento, olvidarme de las penas recientes y disfrutar mi juventud, belleza y soltería como solía decir Izzy.

¿Podría estar con Daniel sin enamorarme de él?

¿Podría él enamorarse de una mujer común como yo?

¿Qué locuras estaba diciendo?

Divagué durante el camino hasta la universidad, se suponía que allí me esperaría el Decano para partir hacia nuestro trabajo de campo. No tenía ni idea hacia dónde íbamos ni mucho menos de que se trataba el trabajo —según sus indicaciones—, todo me lo iba a explicar durante el camino.

✦・★・•・・•・★・✦

No tardé en llegar al campus y como si no tuviese suficiente el destino, ahí estaba el divorcio en persona, a quien me presentarían como Jareth Finley, hijo mayor del decano James Finley.

Vaya, si de verdad existía alguien que repartiese las dotes de belleza entre los seres humanos, seguro que se le fue la mano con Jareth. Era tan perfecto en todo el sentido de la palabra que parecía que hubiese tomado toda la belleza para sí mismo sin extasiarse.

Muda. Así quedé cuando lo vi.

Creo que Jamás había visto a un ser tan fuera de los límites de la belleza. Alto, rostro esculpido por el mismísimo Miguel Ángel, dorso perfecto, sonrisa perfecta, labios perfectos, piernas perfectas. Unos tremendos ojos verdes, cabello oscuro con mechones rebeldes y seguro que tenía más trasero que yo.

Joder, que trasero se mandaba.

El decano no era feo ni tampoco tan viejo, pero su hijo poseía una belleza de otro mundo. Imaginé que su esposa debía ser muy hermosa porque tenía un hijo divino y no se le podía dar completo crédito a él.

Daniel Who?

Vaya vaya, que rápido olvidas.

Los tres partimos hacia The Henrietta Barnett School, un colegio de chicas muy famoso en Londres. El decano iba conduciendo su auto, su hijo de copiloto y esta humilde servidora ocupaba el asiento trasero.

El camino fue una eternidad, algo lejos del campus y fuera de los límites que conocía. Padre e hijo parecían perdidos en su conversa. El Decano me comentó que su hijo era profesor de esa escuela y se había ofrecido muy amablemente a ayudarnos con la investigación, pues allí asistían muchas niñas de diversas nacionalidades y podríamos entrevistarnos con algunas latinas.

Mi trabajo durante las entrevistas se veía notablemente interrumpido por las miradas de Jareth. Allí íbamos de nuevo. Al parecer llevo la palabra «RECIÉN DIVORCIADA Y NECESITADA» tatuada en la frente, escrita en negrilla y mayúscula sostenida, con sombreado y todo.

Por fortuna la jornada llegó a su fin y regresamos de vuelta al campus. Jareth condujo esta vez de regreso y durante el camino se ofreció a dejarme en la entrada del Jhon Adams Hall. Cuando me bajé del auto lo vi partir y deseé en lo profundo de mi alma no volver a verlo nunca más.

¿O sí?

Suspiré agotada tras entrar al dormitorio, no había señales de Izzy en el lugar. Greg. Seguro estaba con él. Tomé una ducha corta y me dejé caer un rato en la cama.

Oh, oh.

Lo había olvidado por un instante. Se suponía que iría a casa de Daniel.

Me levanté de la cama y me vestí lo más deprisa que pude, no quería que pensara que no iba a ir hasta su casa.

Espera.

Hace unas horas lo estabas reemplazando con el hijo de tu jefe.

What a bitch!

Cuando estuve lista salí al recibidor, pedí un taxi y me quedé esperando su llegada. Aún no tenía noticia alguna de Izzy. Seguro al llegar empezaría a sospechar cosas, ya que antes no solía salir mucho y cada vez que ella llegaba de sus salidas con Greg, me encontraba en cama.

Me subí al taxi y le indiqué la dirección de Daniel. Justo cuando arrancó vi un vehículo que venía en dirección contraria y ahí estaba...esa cara inconfundible... Jareth Finley.

Sin dudas era él.

Volví a mirar, pero el carro ya se había alejado. Mi corazón empezó a palpitar a millón y mi mente a tramar escenas propias de una película de suspenso.

Intenté calmar esos pensamientos arrebatados y respirar profundo.

Un hombre me esperaba a la vuelta de la esquina.

Un Médico que me incitaba al pecado. 


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