CAPITULO 76 CHRISTMAS TIME

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SHADIA

Era época de navidad otra vez y estaba lejos de mi familia, lejos de mi país, estudiando hasta el cansancio para terminar mi carrera profesional. Empezando a quemarme las pestañas por mi tesis pero con muchas cosas diferentes sucediendo a mí alrededor.

Había transcurrido un año desde que Dan y yo decidimos vivir juntos en su departamento del 147 de Whitfield Street. No fue tan fácil como creí, ni todo tinturado de color rosa. Tuvimos momentos complicados especialmente en cuanto a su profesión.

Hace unos meses hizo su primera cirugía y estaba eufórico; todo había salido a la perfección. Toda esa semana se la pasó como flotando en el aire, de verdad que me llenaba de completo orgullo y alegría verlo tan emocionado y feliz por sus logros. Sin embargo, hace una semana murió uno de sus pacientes, durante una cirugía.

Su humor se vino en picada, estaba irritable, callado y encerrado en los tormentos de su mente. Me limité a consolarlo a mi manera, acompañándolo en silencio cuando era necesario y abrazándolo cuando se despertaba en las noches, angustiado y bañado en sudor frío. Me llegué a preocupar bastante por él al punto de que llamé a su madre y le comenté absolutamente todo lo que sucedía. La conversación que tuvimos me tranquilizó mucho; ella habló con él casi toda esa semana y entre las dos pudimos rescatarlo de sus miedos.

Esa tarde salí con Ariel a investigar unos asuntos sobre la tesis; como su primo trabajaba en la biblioteca más grande y equipada de la ciudad, prometió ayudarme para que el acceso a los libros y documentos que necesitaba me resultase más fácil.

Al regresar al departamento ya era algo tarde. No había hablado con Dan en todo el día desde que salió al hospital por la mañana y pensé que ya estaría dormido pero lo encontré tirado en la alfombra de la sala de estar, con una botella de whiskey casi terminada y medio pasado de tragos.

Lo observé por unos segundos ligeramente desconcertada por la escena mientras él me lanzaba una mirada de cachorro regañado y arrepentido.

Me acerqué muy despacio para no alarmarlo, era evidente que estaba borracho y no tenía idea de cómo podría reaccionar. Me dejé caer a su lado sobre la alfombra y de inmediato recostó su cabeza en mi hombro.

—Perdón.

— ¿Por qué?

—Por decepcionarte —arrastraba un poco las palabras.

—No ha sucedido tal cosa.

—Así me miraste cuando llegaste.

—No, eso no es cierto. —Recosté mi cabeza a la suya—. Solo quiero entenderte, es todo.

—No estoy bien, hace días que no lo estoy.

—Me he dado cuenta de eso, mi amor, no soy ninguna tonta. Pero ahora necesitas una ducha y mucho café. Ya hablaremos de todo mañana. —Gruñó en respuesta.

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