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CAPITULO 67 TICKET TO RIDE

SHADIA

Una semana después

—Me Encanta verte tan feliz. —Colocó una mano en la mejilla, la acarició y de inmediato cerré los ojos. Le sonreí con el alma.

Realmente lo estaba.

—Me hace demasiado feliz este viaje —confesé.

Suspiré y me permití mirarlo un poco mientras esperábamos para abordar el tren en la estación de St. Pancras International en Londres, tomados de la mano.

— ¿Entonces lo viste? —lo interrogué en tanto caminábamos para tomar las escaleras eléctricas.

Arrugó la frente y negó con la cabeza. Subí seguida de él y se acercó para dejar un beso en mi frente.

—Deja de preguntar tanto que nos van a escuchar —susurró.

—Ni siquiera están cerca—repliqué.

—Shhh... —Me atrapó los labios y nos besamos antes de alcanzar la segunda planta de la estación.

—Más le vale que sea grande.

—Seguro la va a impresionar.

Me reí y él me abrazó por la cintura. Estaba absolutamente loca por Daniel Emiliani. ¿Qué éramos? No pregunten porque ni siquiera yo lo sabía; no habíamos hablado al respecto, simplemente lo dejamos ser, lo estábamos dejando fluir. Nos permitíamos mucho de cuanto nos negamos al principio, unas veces tímidos y con calma, otras veces tomando todo a nuestro antojo con ese toque de pasión salvaje y desenfrenada de siempre.

Caminamos por la estación mientras Greg e Izzy estaban comprando cosas en Accessorize y Nate y Sam probaban perfumes en L'occitane.

Nuestro primer destino era la ciudad de París. Viajaríamos en el Eurostar a través del Eurotúnel que cruzaba el canal de La Mancha y aunque la mayoría eran ingleses e irlandeses, sería la primera vez para todos en un viaje en tren por Europa.

Los chicos llegaron a nuestro encuentro y Greg nos invitó a una copa de champagne antes de partir. Nos reunimos todos en Searcys Brasserie & Champagne Bar.

—Brindo por este viaje, por nuestra amistad y porque podamos continuar con "The every weekend bar road" en donde quiera que estemos —dijo Greg.

Todos chocamos nuestras copas, bebimos y reímos a la par.

No solo me sentía extremadamente feliz por el viaje y por la compañía de Dan y nuestros amigos, sino porque en esa primera ciudad que íbamos a visitar, Greg le propondría matrimonio a Isabelle.

Estaba tan emocionada por eso.

Aunque al principio no me querían contar y lo deduje; lo cierto es que Greg me tuvo que pedir ayuda para convencerla de vestirse elegante sin sospechar nada. Todo estaba previamente planeado y preparado en un restaurante en la Torre Eiffel para la gran pregunta.