Capítulo 19 (E)

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Mis muñecas son prisioneras por una de las suyas, la otra reposa en mi cintura y su nariz rozó con la mía.

—Si te burlas te arrepentirás —advirtió en un susurro.

—¿Para eso me acorralaste? —susurré divertida.

—¿Tienes ganas de otra cosa? —rozó nuestros labios.

—Demasiado roce de labios como para no habernos besado ya, ¿no crees? — miré sus ojos.

—Tentar es más divertido que satisfacer —sonríe de lado.

—Eso lo debería decir yo —hablé con ironía.

—Era más fácil decir que me querías traer aquí para follar —entrecerré un poco los ojos.

—Eso no estaba en mi plan pero si viene incluido no me niego.

—Tentar es más divertido que satisfacer ¿recuerdas? —alcé una ceja.

—Hay muchas maneras de follar mientras se juega.

Alcé el rostro rozando otra vez nuestros labios.

—¿Cómo cuál? —relamí mis labios atrayendo su mirada.

—Frotar —tensó su mandíbula—, es una buena forma.

—¿Frotar? —sonreí.

—Llegar a un orgasmo con simples frotes estando con ropa —su mano cambia de lugar y ahora la lleva a mi mejilla—, tú sobre mi regazo moviendo tus caderas sobre mi miembro, mientras aprieto tu trasero y masajeo tus pechos, mi boca se concentra en tu cuello y clavícula —su dedo hizo un recorrido por mis labios a mi clavícula tirando del cuello del polerón—, volviendo a decorar este lugar.

—¿Tan sumiso, lobito? —sonreí de lado burlesca.

—Sumisa quien estará tratando de callar sus gemidos —miró mis labios—, por cierto, gemidos muy calientes.

—No te creas la gran cosa —desvié mi mirada.

—No lo hago, pero si quien te hace temblar sin siquiera tocar tu piel directamente.

—No subas tu ego, Alfa.

—Algún día gemirás esa palabra —su dedo subió a mi labio inferior—, y te arrepentirás de haberlo gemido.

—¿Tan malo en la cama te volverá escuchar esa palabra?.

—Tan malo que pedirás que pare entre sollozos —se acercó a mi oído.

<< Odio cuando hace eso >>

—Y solo obtendrás que aumente el ritmo —susurró y mordió mi lóbulo.

—Espacio personal —traté de empujar su cuerpo con el mío.

—Se siente mejor así —murmuró en mi oído.

—Quita —levanté un hombro tratando de empujar su cabeza.

—Controla tu respiración, cachorra.

—Teniendo a un elefante encima es casi imposible.

—Ya veremos si deseas apartar este cuerpo de verdad.

Soltó una risilla sarcástica, sujetó con mayor firmeza mis muñecas y su pierna se abrió paso entre las mías, su mano viajó hasta mi espalda baja.

—Ni pienses en hacerlo —murmuré.

—Una vez pensado solo queda realizarlo.

Su rodilla subió hasta mi entrepierna e hizo presión sobre mi intimidad, de mi boca salió un jadeo por la impresión, su rodilla comenzó a hacer movimientos circulares y su mano empujaba mi cuerpo hasta pegarse con su cuerpo.

Luna Negra [El Comienzo...]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora