Capítulo 21 (E)

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—Come más, debes alimentarte bien .

Dejó otro plato con huevo y dos tostadas sobre la mesa.

—Me has servido dos platos y con este tres —lo miré seria.

—Poco —se encogió de hombros y se sentó.

—Tenemos que irnos, de por sí ya nos espera una charla mínima de tres horas —le di una mordida a mi tostada.

—¿No que era mucho? —alzó una ceja y sonríe de lado.

Sus codos se afirmaron en la mesa y su mentón reposó en sus manos.

—Cállate, están ricas —murmuré lo último.

—Venga, termina de comer y buscamos nuestras cosas, y volvemos a la casa — rodó lo ojos.

—¿Puedes ir por ellas mientras? —lo miré volviendo a morder mi tostada.

—Estas comiendo – se cruzó de brazos.

—¿Y?.

—Y que no te dejaré comiendo sola — movió la cabeza con ironía.

—No necesito compañía para comer.

—¿Tampoco la necesitas para los truenos? —sus ojos conectaron con los míos—, mejor dicho, ¿tampoco quieres compañía en las noches de tormenta?.

—No es lo mismo —miré mi tostada dando una última mordida—, gracias — me levanté de la silla.

—No es malo admitir que quieres compañía —copió mi acción.

—Mira quien lo dice, él que aleja a todos y se encierra en cuatro paredes —hice una mueca.

—Por eso mismo lo digo.

Caminó sin mirarme y recogió su ropa del día anterior junto a mi polerón.

—Es lo único que tienes aquí —me tendió mi celular y mi polerón—, vamos.

Salimos de la cabaña con los gatos detrás de nosotros.

—Nos demoraremos a lo máximo sus treinta minutos —suspiré en respuesta—, si te cansas me dices —no me miró.

—Oye —le llamé pero me ignoró—, Alfa —no se inmutó y siguió caminando—, perro pulgoso —los gatos maúllan—, ¿enserio?, hasta los gatos me responden.

—Solo camina.

—Moreno —siguió caminando – Alfa tostado – gruñó – lobito – hablé en voz un tanto infantil.

Disminuyó su paso pero siguió sin mirarme.

—Venga, lobito —me quejé—, mi Alfa — sonreí inocente—, vamos, háblame, mi Alfa.

—¿Qué? —su voz sonó ronca.

—¿Excitado, lobito? —sonreí divertida.

Gruñó y siguió caminando.

—¿Solo vas a gruñir?.

No recibí respuesta de su parte.

—Bueno, ya que —bufé.

En mi rostro se formó una sonrisa torcida.

—¡Se me había olvidado! —exclamé y me miró sobre su hombro—, Alex me pidió llamarle, ojalá pueda verlo hoy — hice un puchero con lo último.

—No hay señal aquí —murmuró entre dientes.

—Quizás encuentre —sonreí mirando mi celular—, el destino nos ha juntado varias veces, una más no sería novedad —estiré mi brazo con el celular a la vez que lo encendía.

Luna Negra [El Comienzo...]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora