Capítulo 58 (E)

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Tiempo atrás hablando con Sean le dije que si le servía podría viajar por un tiempo, la manada debería de entenderlo si lo querían pero por temor a que le dieran la espalda no era capaz de hacerlo. Un viaje para estudiar nuevas medicinas que había en otras manadas extranjeras y un descanso del título de Beta.

Hace tres días junto a la manada nos tocó despedirnos de su Beta y de Zali, fue raro saber que no los veré por un tiempo, el tiempo que solo ellos saben cuánto, dónde irán o qué harán.

—Es raro estar sin Sean en la manada —mi lobito me abrazó por la espalda.

—Mi amiga más cercana era Zali —murmuré.

—Espero no nos lleguen con algún cachorro cuando vuelvan —ríe sobre mi hombro.

—Tendrán mucho tiempo a solas —reí—, nos llegarán con alguna bendición de seguro —apoyé mi cabeza con la de él— o con más.

—Con una o uno está bien —ríe.

—¿Cómo sigues? —me giré sobre mis talones para mirarlo.

—Mejor, cachorra —me sonrió.

—Quiero volver a ver esa mirada iluminada, lobito —acaricié su mejilla.

—¿No la estás viendo ahora? —acarició mi mejilla.

—Sí —reí sonrojándome—, pero quiero verla siempre —murmuré.

—Lo harás si te tengo frente —murmuró—, con verte siento que veo al demonio más bello del inframundo – reí fuerte ante su comentario.

—¿Demonio? —alcé una ceja.

—Sí, eso de encontrar a un ángel es muy común —se acercó a mi rostro—, prefiero encontrar a un demonio y aprender a amar su propio infierno —miró mis labios—, y quemar juntos el paraíso —me dio un beso corto.

—¿No sería un pecado quemar el paraíso?

—Somos demonios ante los demás, es lo que hacemos —respondió con diversión.

—Me gustaría conocer a ese peligroso demonio —lo miré—, nunca me lo has mostrado.

—Demonio domado no puede soltarse solo —respondió con seriedad.

Carcajeé sin poder aguantarme, golpeé leve su abdomen y fingió dolor, le tiré un beso en el aire y se recompuso sonriente.

Después de unos segundos volví a hablar.

—Todavía trato de asimilar la muerte de Camille.

—Creo que todos lo tratamos de hacer —me abrazó—, fue muy repentino.

Moví mi cabeza de un lado a otro, suspiré fuerte y lo miré, sonreí.

—Lo que menos le gustaba era ver a alguien mal —hablé—, aun que no este viéndola puede que ella a mí si —sonreí.

—Eres valiente, cachorra —sonrió y besó mi frente.

—Tú igual, lobito.

Se quedó mirando a la nada, después de unos segundos me volvió a mirar.

—Eres fría —hizo un leve puchero.

—¿Ah? —su comentario me dejó confundida.

—Es normal que entre parejas se digan te quiero pero no me lo has dicho más de cuatro veces.

—Tampoco es como que seas diferente —contrataque.

—Te digo te quiero muchas veces, cachorra —me miró.

Luna Negra [El Comienzo...]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora