Capítulo 28 (E)

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—Gus, ya quítate, estás muy gordo —me quejé tratando de mover su brazo de mi cintura.

Su agarré volvió a intensificarse y giró mi cuerpo hasta el suyo.

—Suéltame, además de gordo estas muy caliente, me estoy asando —me volví a quejar sin abrir mis ojos.

—Ya cállate —su voz sonó ronca.

Me quedé en silencio unos segundos procesando esa voz.

—¡Que te quites, perro con pulgas! —me quejé más fuerte empujando su cuerpo.

Gruñó en respuesta y abrió un poco los ojos.

—Estás muy caliente y me estoy asando.

Con mis pies y mis manos empujé su cuerpo moviéndolo solo un poco.

—Te mueves mucho —gruñó y me miró.

—¿Qué miras? —pregunté un poco molesta.

—Tienes baba —habló tratando de no reírse.

—Tienes sarna —respondí con la voz somnolienta.

Escondí mi rostro en la almohada con la intención de volver a dormir.

—Es hora de levantarse —informó a mi lado acariciando mi espalda baja.

—Que tu polla quiera levantarse no es problema mío —me quejé molesta—, quiero dormir.

—Se levantó primero que los dos —ríe de forma ronca—, son las diez de la mañana.

—¿Y yo qué?, tengo sueño.

—A levantarse —sentí su cuerpo moverse cerca del mío—, cachorra — murmuró con voz ronca en mi oído.

—¡Quita tu asquerosa saliva de mi oído, perro pulgoso! —escondí mi cuerpo bajo las sabanas nerviosa.

—No seas floja —se levantó de la cama.

Destapó las sabanas de mi cuerpo.

—¡Deja de fastidiar! —grité molesta sentándome en la cama.

Escuché su risa a mi costado y lo miré seria sin levantar la cabeza.

—Eres peor que Satanás a lo que te despiertas —se ríe sentándose en la orilla de la cama.

—¿Quién se levanta de buenas a la fuerza? —pregunté en un murmuro dejando mi vista en mis piernas.

—Nadie pero después de comer se te pasa.

Dio un leve golpe en mi frente con su dedo y se ríe.

—No me toques —aparté mi cabeza—, hace frio.

—Levántate y arrópate, rstamos en invierno, cachorra —se ríe de manera tierna.

—Te agradecería si pudieras quitarle mis pijamas a Gus —lo miré.

—Hablaré con él y le pediré que te devuelva tu ropa.

—¿Por qué no tienes frio?.

—Mi temperatura es alta y eso me protege del frio.

—Quiero ser una loba —hice un puchero.

—Te aseguro que serías la líder de tu propia manada —me sonríe.

Nos quedamos viendo sin apartar la mirada, no era una pelea de quien la apartaba primero pero no sabría decir que era.

—Dejen de disfrutar tanto y salgan a desayunar —escuchamos la voz de Aston en la puerta.

Luna Negra [El Comienzo...]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora