Luna Negra [El Comienzo...]

Capítulo 11 (E)

—Madre fue muy dura con nuestro hermano —Camille suspiró.

—Sabemos a qué nos enfrentamos al romper alguna regla de la manada —Sean sorbió su cerveza—, los gobernantes de los licántropos aún son nuestros padres.

—Solo porque hermano no encuentra a su pareja —tiró su cabeza hacia atrás—, es el único que falta de los tres.

—Nunca me habían ignorado tanto — murmuré.

—La segunda vez que nos vimos te ignoramos en varias ocasiones.

—Respeta, perro rubio —regañé mientras alzaba un brazo y cerraba el puño.

—No empiecen otra vez.

Miré a Camille rodar los ojos y soltar una leve sonrisa.

—Vamos, tenemos que llevar a los cachorros a cazar —Sean se levantó.

Camille le copió la acción y sin siquiera decir adiós empezaron a caminar fuera de la mansión.

—Alexia —miré a la señora Luci—, ¿podemos hablar un momento? —asentí.

—¿Qué necesita?.

—¿Cómo se llamaban tus padres?.

Su preguntó me dejó estupefacta, la miré sin entender el fin de esa pregunta.

—Mi madre se llamaba Valentina y mi padre Harry.

Se queda mirando un punto fijo.

—Ya veo —me volvió a mirar—, ¿conocías algo de este mundo?.

—Libros al azar que leí tiempo atrás contaban ciertas cosas sobre mitología y leyendas, pero no creí que fueran ciertas.

—¿Conoces a los guerreros antiguos? — negué—, ¿te gustaría saber?.

—No tengo nada más que hacer. Por favor.

—Existían agrupaciones de guerreros, familias importantes que luchaban contra o con las sombras. Se cuenta que la familia Sangre Negra era construida por una pequeña familia pero era la mejor en la guerra, dos hermanos y sus padres. Los mayores se dedicaban a la pelea a cuerpo mientras que los hijos eran entrenados para ser los mejores guerreros. Hace unos diez años la familia estaba de visita en una manada del continente de Asía por tres meses pero pasado el tiempo nunca más se supo de ellos. Se piensa que están muertos, otros piensan que están ocultos o también que están preparando un plan para acabar con las sombras.

—¿A qué se refiere con "las sombras"?.

—A todo aquel hijo de la Diosa Luna, pero para ellos las sombras eran ambos hijos tanto como los de la Diosa Luna como del Dios Sol.

—¿Por qué me cuenta esta historia?.

La miré curiosa, sus dedos juraron entre ellos y me sonrió.

—¡Oh! —exclamó saltando en su lugar—, revisando el despacho encontré un libro sobre ellos —sonríe mostrando sus dientes.

—¿Me lo podría prestar para leerlo?.

—No creo que a mi esposo le agrade que otra persona lea esos libros —miró a los lados rápidamente.

—Podría pedirlo personalmente.

—No te preocupes querida. Esta demasiado ocupado con asuntos de la manada.

—¿Usted no debería estar a su lado? — pregunté curiosa—, tengo entendido que la Luna es fundamental tanto como para la manada como para el Alfa.

Abrió sus ojos y movió su cabeza en afirmación.

—Tienes razón querida. Me marcho, con permiso —se levantó y caminó rápidamente.