Capítulo 22.

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Fray Mclaguen

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Fray Mclaguen.

Unas horas atrás...

Me levanto de la cama soltando un gruñido, por mí me hubiera quedado en la cama todo el día con esa bella mujer en mis brazos aunque no deba.

Me pongo una camisa, pantalones, zapatos y salgo del apartamento, bajo las escaleras tranquilamente y saco mi celular del bolsillo trasero del pantalón, llamo a mi chófer y espero a que responda.

—Señor. —contesta luego de dos tonos.

—En cinco minutos te quiero aquí, te enviaré la ubicación.

—Como diga, señor.

Salgo del edificio y camino tres cuadras más, no puedo arriesgarme a que me vean, siempre debo ser precavido, así es esto. Le envío la ubicación a Troy y en cinco minutos el Lamborghini negro aparca frente a mí, subo rápidamente, cierro y arrancamos de inmediato.

Debajo de mi asiento está la carpeta con los expedientes de los que tengo en la mira, mis puntos blancos, los que debo joder, y hasta ahora mi equipo y yo lo hemos hecho muy bien, porque he perdido misiones, pero también las he ganado; las más recientes en New York, hemos interrumpido la carga de droga de Fabiana, el fantasma que no se deja ver, en este momento debe estar desesperada, no le quedan cargas que pueda transportar, las hemos decomisado todas, y sé que es cuestión de tiempo para que busque la ayuda de Derek.

Sonrío sarcásticamente, Derek está tan feliz ahora creyendo que tiene todo a sus pies cuando su cazador vive pisándole los talones, sé todos sus movimientos, podría atraparlo cuando quisiera, pero tienen demasiada gente, se han expandido como una plaga y debemos ser demasiado cuidadosos con esto, y mucho más ahora que está ella, nada puede salir mal, si algo le pasa a Avery no sé qué haría.

Paso la mano por mi mandíbula mientras observo por la ventana; creo que de todo lo que más me quita el sueño es pensar en mi Avery herida.

No, no puede pasar.

—Hemos llegado señor. —anuncia Troy sacándome de mis cavilaciones.

Asiento con la cabeza y bajo del auto dándole la orden de que me espere aquí, al bajar me encuentro con mi hogar, la CDAS. Hay varios agentes entrenando hoy, saludo a varios entrando al edificio y avanzo al final tomando el ascensor con la agente Amye, una castaña alta.

—Fray. —me saluda alargando mi nombre.

—Amye.

—¿Cómo has estado?

—Ocupado. —mascullo por lo bajo.

Ríe provocando un eco en el ascensor.

—Tan serio como siempre, deberías dejar lo amargado.

Presiona un botón haciendo que el ascensor pare, ella se planta frente a mí y tomo aire, no quiero ser descortés.

—Amye, tengo asuntos que atender.

Con todo y defectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora