Todo se puede mover con fuerza, pero él siempre estará ahí para mí, y yo para él.
Los sonidos de los carros y el viento fueron desapareciendo poco a poco y ahora solo queda el latir del corazón de Fray, acelerado como el mío a pesar de que ahora esté intentando permanecer impasible. Me sostiene con fuerza y yo hago lo mismo.
Son de esos abrazos que se tatúan en tu memoria.
Fray me trae de nuevo a la realidad alejándose con delicadeza de mí, sus ojos azules conectan con los míos y por un momento me pierdo en ellos como lo he hecho antes, hasta que su voz, grave y rasposa me trae de nuevo a la realidad.
—Princesa, debemos irnos. —dice y asiento con la cabeza, más calmada que antes.
Giro mi cabeza y me encuentro a Henry apoyado en la camioneta mirándome con preocupación, sin pensarlo dos veces camino hasta él y lo abrazo con fuerza, él me corresponde.
—Gracias. —susurro.
Me siento profundamente agradecida con Henry, no sé en qué momento ha llamado a Fray, pero, me ha ayudado bastante.
—No hay que agradecer. —dice y me alejo. —Iré con ustedes, quiero asegurarme de que todo marche bien.
Niego con la cabeza.
—No hace falta, Henry, ve a tu casa, descansa. —mi voz sonando entrecortada y ahogada por el llanto.
De pronto es como si saliera de mi cuerpo y observara la escena desde la perspectiva de otra persona, y lo que veo es algo sumamente decadente: Una chica que solo quiere desplomarse pero debe permanecer de pie aunque el mundo se le venga encima.
Henry me observa y notando lo que siento, asiente con la cabeza y me pasa por un lado en dirección a Fray.
Camino de manera robótica al auto de Fray y subo esperando en el puesto del acompañante, dejo caer mi cabeza contra el asiento y cierro los ojos, la sensación de pánico creciendo de nuevo en mi pecho hasta que Fray sube al auto.
Lo miro de reojo, agotada tanto mentalmente como físicamente para girar mi cuerpo y observarlo bien.
Su brazo está tenso sobre el volante, y en cuanto Henry enciende el motor y emprende su camino, Fray hace lo mismo conduciendo con rapidez, me encojo en mi asiento y parpadeo para que el escozor que siento en mis ojos se vaya.
—Henry te dijo lo que sucedió, ¿Verdad? —susurro.
Fray para el auto en un semáforo en rojo, baja la cabeza, bufa y asiente.
—Perdón, perdón por no haberte preparado, por... —comienza y no lo dejo terminar.
—Sabes que esto no es culpa de nadie.
Levanta la cabeza, el semáforo se pone en verde y vuelve a conducir.
—Si hay un culpable, y es ese maldito. —contesta entre dientes.
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Con todo y defectos
Romantik¿Alguna vez algo te ha impactado tanto al punto de saber que eso cambiará tu vida? Eso fue lo que me sucedió, por simple desgracia, por dicha... O por suerte. Sea cual sea la razón, me llevó por caminos que nunca imaginé explorar, sacaron mi valen...