Capítulo 64.

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Fray Mclaguen

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Fray Mclaguen.

Nunca pensé llegar a sentir este dolor.

Se siente como si realmente mi corazón se estuviera rompiendo pedazo a pedazo. Y aun así solo quiero reconstruir el suyo, solo quiero que Avery pare de llorar y que esté bien, aun cuando siento que el aire abandona mi cuerpo y que nuestro futuro se quebranta justo delante de mis ojos.

Y no puedo hacer nada.

No hay nada que yo pueda hacer para cambiar esta situación.

En mi cabeza se repite todo de nuevo, y ruego porque no haya sido más que producto de mi imaginación, pero sé que no es así. Escucho aun el "si" desplazándose de su boca y me hierve la sangre al tiempo en que el latir de mi corazón se enfría. Ella va a casarse. Va a casarse con él.

Avery está hecha un desastre en la esquina de la pared mientras entierra las manos en su cabello y solloza con más fuerza, por un momento me siento a punto de perder los nervios. El sonido de las balas y de su voz repitiendo una y otra vez lo que ya sé amenazan con hacerme volver loco, ni siquiera sé en qué momento he comenzado a llorar como ella.

Las lágrimas corren por mis mejillas y observo las suyas empapadas por el mismo sentimiento, mis manos siguen a ambos lados de su rostro intentado hacer que me vea, quiero que lo haga, necesito el color marrón de sus ojos conectado con los míos solo una vez más. Necesito ver que aún tenemos esperanza.

—Avery... —la llamo y mi voz tiembla, carraspeo y mi garganta arde. —Mírame, por favor.

Tarda unos segundos en alzar la cabeza y la veo a los ojos rojos e hinchados; luce perdida, confundida y asustada, tan asustada que quiero esconderla en mis brazos y hacer que se calme.

La recuerdo como horas antes de que haya salido de la habitación, sabía que algo le sucedía, sabía todo lo que nos amenazaba, pero jamás, por el amor a Dios, jamás pensé que fuera esto. Veo sus manos temblorosas entre las hebras de su cabello y el anillo reluce como si me gritara a la cara e hiciera que perdiera la calma.

—No puedo perderte, Fray. No puedo. —susurra.

Siento el ardor de mis ojos, y el caos afuera sigue mientras nosotros luchamos contra el nuestro.

Sé que yo debería estar detrás de la mansión haciendo lo que debo, pero no puedo, no puedo dejarla así. Necesito saber que podemos encontrarle solución a esto aunque parezca y sepa que es algo imposible.

Esto no es algo pequeño. Hablamos de una unión grande, Avery será su esposa, la oficial reina de los dragones.

¿Y dónde quedamos nosotros?

Lo supe siempre, nosotros sobrábamos en la ecuación, pero siempre encontramos la forma de colarnos en ella sin importar nada. Y ahora sé que debemos salir para que el resultado sea concluso y correcto.

Con todo y defectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora